En Memoria del papá de mi amigo, el Magistrado Carlos Matute.
La entrevista televisada de la semana pasada al Secretario de Educación, Emilio Chuayffet, fue afortunada para entender la naturaleza, los objetivos y los avances de la reforma educativa, así como los obstáculos que se han presentado, que no son nuevos, ni sencillos. En 1992, el Acuerdo firmado por los gobernadores, el Ejecutivo Federal y el SNTE, significó una desconcentración de los servicios educativos, no de una descentralización de la educación, entendida como el traslado de los recursos y las decisiones. Lo que ha generado todos los problemas que hoy estamos enfrentando, multiplicados los16 años de vida del FAEB.
Los actuales funcionarios federales y estatales no son los responsables de un proceso realizado con prisas, sin evaluar las consecuencias de la decisión de la desconcentración, incluso se hablaba que se llevaría al nivel municipal, pero les ha toca resolverlo, y en ello hay avances, como la creación del INE y la oportunidad del FONE. En las entidades federativas también se realizan grandes esfuerzos.
Por otra parte, la reconcentración de las nóminas, implica una mejor administración y control de los servicios educativos, lo que forzosamente se traducirá en una mejor calidad de la misma.
Me parece adecuada la apreciación del Secretario respecto a la intervención del Gobierno Federal, la de que se reabsorba el control total del proceso en las entidades en que no sea viable mantener una desconcentración limitada.
Esto significaría cambiar la naturaleza del IEPO en Oaxaca, transformándolo en una Delegación de la SEP, lo cual sería una buena oportunidad de asegurar la aplicación de la reforma, para lograr que los maestros den clases, que cumplan con sus 200 días de clases por lo menos, que se castigue a los que falten, que sus meritos sean académicos, que no se hereden plazas o se vendan.
Esa opción, la de absorber nuevamente los sistemas educativos de algunos estados, me parece en el corto plazo inevitable y deseable.