Belleza Mexicana

16 de Abril de 2024

Antonio Cuéllar

Belleza Mexicana

antonio cuellar

La película “American Beauty” (Belleza Americana), que ganó el Oscar a la mejor película en el año 1999, es como muchas otras de su clase una obra cinematográfica que retrata exitosamente a un sector de la sociedad norteamericana de los años noventas.

Sería injusto suponer que la cultura americana, así llevada a la pantalla, debiera entenderse como esa sátira, íntegramente materialista, totalmente superficial y sexualizada, y profundamente inmoral. Desde luego que así no lo es, y tan esa así que las máximas muestras de cultura contemporánea se pueden apreciar en el que, sin lugar a dudas, es el país más poderoso del planeta.

Sin embargo, no puede menospreciarse el esfuerzo cinematográfico y reconocer que la crítica sí alude a una buena parte de una masa humana mayoritariamente ignorante, que navega en una poderosa corriente de desinformación, que proviene de fuentes que entremezclan su apatía generalizada y desprecio por la lectura, su gusto desmesurado por los eventos deportivos, y sobre todo, por la terrible penetración de fuentes de entretenimiento televisivo o en red que carecen de contenido sustancial.

Ante la pregunta de porqué los EEUU tienen el día de hoy un Presidente impopular, severamente criticado, que ha dado muestras de racismo y altanería, y quien ya esta semana, en su arte de negociar, ha logrado cerrar el Gobierno Federal ante la inexistencia de acuerdos con el Congreso para la aprobación del presupuesto, la respuesta salta a la vista: el candidato supo entender el sentimiento y predilección de la masa que lo llevó a la Casa Blanca.

Ese mismo ejercicio se puede trasladar con el mismo éxito a cualquiera otra latitud en la que la forma democrática de gobierno haya sido constitucionalmente instaurada, y las circunstancias arrojarán invariablemente el mismo resultado: Lula triunfó en Brasil ante el descontento de una sociedad hastiada por la corrupción de su gobierno, de la misma forma en que el discurso socialista de Cristina Fernández le permitió ocupar la Casa Rosada en Argentina, o en las mismas condiciones en que Hugo Chávez alcanzó la votación mayoritaria de los electores de Venezuela, hoy sumida en una de las peores crisis políticas y humanitarias del planeta.

Se trató de sociedades conformadas por una población altamente desigual, la mayoría de la cual ha permanecido sumida en una pobreza educacional que la lleva a estar segura de su descontento, pero le impide asumir decisiones que sean acertadas con relación a su porvenir.

Sería totalmente injusto afirmar que los pueblos tienen al gobierno que se merecen. La realidad de las cosas es que sólo tienen al gobierno que la mayoría de sus ciudadanos elige, porque así fue concebido y así funciona este sistema de nuestra modernidad. Nos gobierna, no quien más sabe y quien debe llevarlo a cabo, sino más bien, aquel actor político por quien la gran masa se siente atraído, quien mejor simpatiza con los sentimientos de hordas de electores iletrados y desconocedores de la ciencia política, de la economía o del derecho.

Estamos convencidos de que ese defecto de la democracia permitirá la prolongación del gobierno de partidos, pues son éstos los que sirven como filtro o amortiguador, que compensa y equilibra los desatinos del pensamiento irracional de la gente en el proceso de elección y designación de los candidatos.

Tenemos ante nosotros un proceso electoral en puerta que servirá para elegir, no sólo al Presidente de la República, sino también a los legisladores que conforman al Congreso de la Unión, a distintos Gobernadores de las entidades que integran la Federación, como a legisladores locales, Presidentes Municipales y a los nuevos Alcaldes de la Ciudad de México.

Estamos concentrados en el rumbo que habrán de tomar las campañas y las encuestas, y por escuchar debates en los que cada candidato presente alternativas serias para resolver los graves problemas que enfrenta el país. Sin lugar a dudas, cada propuesta deberá traducirse en iniciativas y leyes, en reformas reglamentarias y decretos que habiliten el correcto ejercicio de la administración pública.

Habrá un número importante de electores que tomarán su decisión y elegirán al partido y candidato que más los convenza, en función del conocimiento serio de sus postulados. Sin embargo, ese voto no decidirá la elección.

En el mes de julio de este año, ganará la elección el candidato que, como Trump, como Lula, Morales o Macron, identifique el sentir de la masa y sepa proponer aquello que le interesa. Nuestro futuro dibujará el mosaico que hoy compone a la “Belleza Mexicana”. Hablaremos en algunos años sobre las razones por las que, el próximo candidato, llegará a ser Presidente de México. Hoy, está a prueba la capacidad de los partidos para penetrar en la mente de una masa que, a lo largo de las décadas, meditada o descuidadamente, ha sido dejada a su suerte en materia educativa y económica. El voto, así visto, será instintivo, difícilmente reflexionado.

Esperemos que la racionalidad en la actividad de gobernar, aún ante el sentimiento de la masa, perdure para el bien de nuestro país sin importar quien sea el candidato vencedor.