Escenarios del “momentum”

23 de Abril de 2024

Antonio Cuéllar

Escenarios del “momentum”

antonio cuellar

El fin de semana se invirtió el aplauso incondicional de los seguidores; un desatino en el manejo de la red por lo que hace al problema que atraviesa el periódico La Jornada menguó su credibilidad; así, el pragmatismo de la ideología postulante quedó evidenciado. A menos de un año de la contienda electoral: ¿cómo se irá acomodando el discurso y el posicionamiento del candidato puntero?, ¿qué impacto tendrá en su corriente el deterioro convergente de los gobiernos populistas contemporáneos?, ¿qué debemos esperar?

“Momentum” fue un vocablo que escuchamos repetidamente a lo largo del proceso electoral de los EEUU, y en este campo está referido al impulso que el electorado imprime a un candidato en un momento dado, ya sea por el mejoramiento de su popularidad o por los éxitos que este obtiene en la acertada divulgación de su pensamiento, factores que, entre otros que pueden sumarse, le permiten la afiliación de potenciales votantes y, al final del camino, el triunfo en la elección.

Las encuestas que aparecieron publicadas en este periódico el día de ayer demuestran una realidad electoral que hemos venido constatando a lo largo de varios meses, esto es, que AMLO ha aprovechado el vacío de contendientes y que encabeza las preferencias electorales a esta fecha -prácticamente un año antes de la elección- (Debe valorarse que la encuesta es engañosa, ya que en estricto sentido es el único candidato definido, además de que existe una muestra de electores sumamente grande que, por la misma razón, es materialmente imposible que hubiera podido definir el sentido real de su decisión. Las encuestas vienen contabilizando un voto duro que se ha conocido desde siempre).

El impulso que ha ganado el candidato de la izquierda radical es relativo, y fatalmente deberá verse afectado, seguramente de manera considerable, en el momento en el que sus ideas y su imagen política se confronten con las de los otros aspirantes, o desde otra perspectiva, cuando esa misma imagen se compare con aquella de otros los líderes en el extranjero con los cuales se le relaciona, esto es, según vaya concretándose el desempeño de todos ellos en su conjunto.

No es certero que los resultados de un proceso electoral más allá de las fronteras de cualquier Estado democrático pueda tener una influencia en otras latitudes; sin embargo, es una idea que no se puede desdeñar. Existen ejemplos atendibles sobre cómo el peso de una ideología política puede llegar a tener un significado importante en el transcurso de la historia, un pensamiento político de vanguardia puede convertirse en un bien de exportación: el nacional socialismo y el comunismo fueron dos casos emblemáticos en la Europa de principios del siglo pasado que comprobarían la tesis.

En nuestros días, Brexit fue una decisión del electorado británico que tuvo un peso sustancial en la corriente liberal de la derecha extrema que ha venido impulsando el Presidente Donald Trump. El triunfo de la corriente aislacionista del Reino Unido fue, sin lugar a dudas, un acontecimiento que éste aprovechó en la dura diatriba del final de su propia campaña.

AMLO es un candidato que ha venido siendo sujeto de comparación con los movimientos populistas de Sudamérica e, inclusive, a pesar de ser diametralmente opuesto, con el mismo Presidente de los EEUU. No es extraño el fenómeno cuando se analiza con mediano interés el contenido de sus postulados. ¿Cuál será el estado del populismo mundial de aquí a diez meses? La pregunta podemos formularla, no como un ejercicio que incida decisivamente alrededor del voto de los mexicanos, quienes seguramente ponderarán otros factores que hoy colman al electorado, como el de la corrupción o la inseguridad, sino como un tema adicional que podría llegar a tener un peso alternativo que afectaría ese “momentum” a favor o en contra de alguno de los candidatos a la presidencia.

Es previsible que la estabilidad en Venezuela continúe en la senda del franco deterioro y que Maduro deba sujetarse, al final del camino, a ese obligado escrutinio popular en el que la mala conducción de la economía bolivariana acabe por pasarle una factura que será impagable por el movimiento socialista que encabeza. La asociación política de Morena con la república de Venezuela, como se ha venido gestando, puede significar un alto costo político para su candidato.

La suerte del gobierno del Presidente Trump, a quien también se cataloga como un presidente populista, podría acarrear un mismo sentimiento de negatividad que perjudicaría a Morena hacia el final de la contienda. Un punto crítico debería de encontrarse en la similitud de posturas que el Ejecutivo norteamericano y nuestro sempiterno candidato han asumido con respecto a los medios de comunicación.

De conservarse la vinculación de ideas en el discurso de los candidatos a quienes corresponde confrontarlo, el “momentum” internacional podría llegar a incidir negativamente en su arribo a los Pinos.

Quizá esa lectura es la que justifica ese viraje de estilo y la moderación de la retórica que ha venido empleando. El acercamiento con corrientes del centro, debería compensar el daño que produce su identificación como un candidato “populista”. De ahí que se escuchen voces que desean propalar la idea de que, habiendo sido Jefe de Gobierno de la capital, aparentemente no causó ningún daño a las instituciones. Su cercanía con empresarios y la apertura a la conformación de su propia alianza compensa la negatividad de la asociación conceptual y permite la transición hacia el 2018 como lo que él desea ser: el candidato antisistémico (curiosamente engendrado en el sistema mismo) que acabará con la corrupción.

Va a ser sumamente interesante conocer el desenlace -aunque siempre sea preocupante la posibilidad de que se replique a nivel nacional el ejemplo que la gobernanza de la Ciudad de México ha traído aparejada-, y para muestra bastan los “encharcamientos” de la semana pasada. Considero grave confirmar cómo, a veinte años de ser gobernados por una izquierda irremediablemente enquistada en la capital, somos testigos mudos del desvío desfachatado de recursos del contribuyente, que debiendo destinarse a la satisfacción de las necesidades primarias de la urbe, se conducen al sostenimiento de programas asistenciales a través de los cuales se compra el voto popular.