Honestidad, justicia, progreso y el mejoramiento espiritual del pueblo. Esos son los temas centrales de la porción cívica de las intervenciones retóricas de Andrés Manuel López Obrador ante una creciente masa de personas y de individuos que no parecen estar recibiendo un mensaje de ese tipo desde otra fuente.
El precandidato presidencial de Morena dio a conocer una postura que reúne elementos que sus adversarios y recalcitrantes antagonistas deberían, además de la realidad de su creciente presencia pública, seriamente considerar:
La invitación a que el presidente Enrique Peña Nieto valore el establecimiento de un gobierno de transición derivado de la percepción proyectada por AMLO y, desafortunadamente para el PRI, compartida por amplios sectores de la iniciativa privada e incluso del gabinete y de estratos medios de la población, es que existen elementos de desaprobación social respecto del gobierno basado en variables que indican una amplia “descomposición” mostrada por la prevalencia del tema de la corrupción y de la inseguridad.
En su posicionamiento en la glorieta de Colón este domingo, en una frontera aceptada, por el momento, con la autoridad capitalina, AMLO advirtió de signos de fanatismo dentro del gobierno y en oposición a él por lo cual hace “un llamado a la cordura a quienes detentan el poder” y se contengan.
El modo casi sereno, lógico y severo en que presentó su intervención, habiéndolo visto en decenas de ocasiones, me hace pensar en cierta estabilización de su discurso, así como en que su verdadera y única oposición será constituida por una fracción liberal y democrática del espectro y no veo, en este momento, ninguna evidencia dentro del PRI.
AMLO invitó a comprender la extensión del fracaso del modelo económico, advirtió por enésima ocasión sobre la concentración de la riqueza en pocas manos, aseguró que su movimiento se mantendrá dentro del margen de la ley y subrayó que la ausencia de prosperidad percibida -mi fraseo- será parte de la propulsión indispensable para impedir que lo que llama alianzas PRI-PAN, alianzas ausentes por cierto en la pasada elección, se mantengan en el poder.
Acusó al secretario de gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong de lanzar a la Policía federal contra “los maestros” como llamó al conjunto de militantes y actores de diversas procedencias que participaron en el encontronazo en que murieron 8 personas en Oaxaca. En el mismo esquema de reprobación sugirió lo que los oradores previos expusieron con claridad: el jefe de Gobierno de la CDMX traicionó a AMLO, “al movimiento” y perdió el respaldo de un amplio segmento de los votantes de izquierda que lo llevó al poder en 2012.
Adicional y finalmente, existió una capacidad de convocatoria superior al número de militantes llevados por los diferentes coordinadores de Morena. El número oficial difundido por el gobierno de Miguel Ángel Mancera fue de 48 mil en total y de esa cantidad, solamente del mitin de AMLO 17 mil.
Estimo que, en comparación con la marcha previa del sábado dedicada a la diversidad sexual, a la que se atribuyeron 100 mil asistentes, al menos 180 mil personas estuvieron presentes este domingo. A las 13:00 había un solo cuerpo compacto desde el Auditorio Nacional y hasta la glorieta de Colón. El gobierno capitalino no compartió a la prensa ninguna foto aérea de este hecho y las puso a disposición simplemente de la autoridad.