›Si nosotros decidiéramos educar a nuestros hijos, hijos de vecinos y a quien lo necesite, algo fundamental que tendríamos que aportar es tiempo. Tiempo para preparar el material de la clase...
En estos días deberían de estar en la escuela poco más de 25 millones de estudiantes. Pero el primer día de clases, algunos de ellos salieron de su casa muy temprano para encontrarse con salones sin maestros o, peor aún, con escuelas cerradas.
Todo esto porque unos 230 mil maestros habían anunciado seguir el paro que, por más de 100 días, ha afectado la economía, los comercios y la movilidad en varios estados como Guerrero, Oaxaca, Michoacán, Chiapas y por supuesto la Ciudad de México.
Para darnos una idea de la magnitud del problema, cada uno de estos maestros atiende en promedio a 30 niños, lo que nos daría un aproximado de 6 millones 900 mil niños afectados. Al parecer no todos los niños se quedaron sin clases, pero nadie ha podido dar una cifra exacta de cuántos. Lo peor de todo es que esta amenaza estará presente todos los ciclos escolares mientras no se dé un cambio en cómo se maneja el sistema educativo de nuestro país.
Esto que sucede año con año me llevó a preguntarme: ¿Qué podríamos hacer para que los niños afectados puedan recibir educación sin tener que depender (por el momento) de estos maestros?
Si nosotros decidiéramos educar a nuestros hijos, hijos de vecinos y a quien lo necesite, algo fundamental que tendríamos que aportar es tiempo. Tiempo para preparar el material de la clase, generar los materiales adecuados y mucha paciencia al interactuar con los niños.
Un primer paso sería ponerte de acuerdo con los vecinos de la colonia. Asignar previamente a un director del grupo de estudio para establecer horarios y turnos. Con esto, convocar a papás y personas que cada semana, estuvieran dispuestas a donar o aportar una hora al día 5 horas (5 horas a la semana) para cubrir el horario de un día de clases regular de 8 de la mañana a dos de la tarde.
Bajo este esquema, se necesitarían 6 papás o personas por semana para cubrir cada turno. El siguiente paso consistiría en buscar un espacio dentro de una casa u oficina de unos 4 x 4 metros, para colocar un par de tablones de madera y de 4 a 6 sillas. Algo importante sería recaudar una cuota mínima con los mismos vecinos y conocidos para poder cubrir las necesidades básicas: un garrafón de agua potable, un kit de primeros auxilios y comida saludable para los niños. Ir a una papelería cercana para complementar con materiales escolares como plumones, hojas, tal vez un pizarrón y gises.
Ahora, ¿De dónde sacar el material didáctico? Desde hace más de 50 años existe en México la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, un organismo descentralizado del gobierno que asigna a las distintas entidades los libros para cada ciclo escolar. Habría que tomar prestados los títulos de una de las escuelas que hoy están cerradas y desde su página de internet www.conaliteg.gob.mx, consultar la guía para saber qué textos corresponden a los distintos grados escolares para este ciclo 2016-17.
Para poder captar los recursos económicos, mes con mes se podría generar una campaña en fondeadora.mx explicando el problema y pidiendo lo necesario para cubrir las necesidades básicas y los materiales para los niños.
Inclusive se podría organizar un grupo encargado de actividades vespertinas basado en la experiencia de los voluntarios, como clases de pintura, talleres de lectura, civismo, moral y hasta básicos del deporte o defensa personal.
¿Suena interesante? ¿Viable? Yo creo que sí. Todo lo que se necesita es iniciativa, ganas de colaborar y hacer las cosas. Entender que hoy la educación no puede depender de unos cuantos que no quieren hacer su trabajo y que llevan muchos años afectando no solamente la economía y el futuro del país, sino un derecho humano fundamental: el derecho a la educación.
@elpocas