Militares y el poder corruptor del crimen

25 de Abril de 2024

Hannia Novell

Militares y el poder corruptor del crimen

hannia novell

No es nuevo que grupos del crimen organizado sumen a sus filas a desertores de las Fuerzas Armadas.

De hecho, uno de los cárteles más sanguinarios de México, Los Zetas, se formó a partir de un grupo de militares de élite que desertaron del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE), del Grupo Anfibio de Fuerzas Especiales (GANFE) y de la Brigada de Fusileros Paracaidistas (BFP) del Ejército mexicano.

Este grupo fue fundado por Arturo Guzmán Decena, quien se enlistó en el Ejército como parte del GAFE, grupo militar creado por el gobierno federal con la intención de aniquilar el alzamiento del EZLN en Chiapas, en 1994.

Guzmán Decena se convirtió en experto en explosivos, inteligencia militar, contraespionaje y anulación de guerrillas, pero en 1998 decidió darse de baja para convertirse en el fundador del también llamado Cártel de la Última Letra, para el que reclutó a exmilitares.

Uno de ellos fue otro de los líderes históricos de esta organización: Heriberto Lazcano, El Lazca, quien el 5 de junio de 1991, a los 17 años, se alistó en las filas del Ejército, donde estuvo por siete años. El 27 de marzo de 1998, según registros de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), solicitó su baja del Ejército cuando había alcanzado el rango de cabo de infantería.

La historia de Los Zetas viene a cuento luego de que hace algunas semanas, circulara por WhatsApp este mensaje:

“... El jale es para formar parte del grupo de militares al servicio del cártel, la paga es de 12 mil pesos quincenales más alivianes del jefe, y el lugar de trabajo es en Ciudad Victoria, Tamaulipas, prácticamente cuidando la plaza de trabajo (...) hay vacaciones y aguinaldo en diciembre, más permisos y lo que ocupes (...) oportunidad laboral si fuiste militar o tienes experiencia en protección de funcionarios”.

La “oferta” señalaba que el trabajo era “relajado”: guardias de 12 y 24 horas, sólo para “eventos especiales, no para el trabajo diario” y todo por ese “atractivo” sueldo de 24 mil pesos al mes, además de las “prestaciones” descritas: vacaciones, aguinaldo y “alivianes”.

En reacción, el secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, envió un oficio urgente a todas las zonas militares para alertar del hecho. En él pedía a los militares mantenerse al margen de los grupos criminales y no caer en sus garras.

¿Qué representan esos 24 mil pesos mensuales ofrecidos por el narco en comparación con el sueldo de los militares? De acuerdo con datos de la propia Sedena, el general secretario tiene un sueldo mensual de 128 mil 462 pesos; un teniente, de 18 mil 463; un subteniente percibe 15 mil 375; un sargento primero, 12 mil 543; un sargento segundo, 12 mil 180; un cabo, 11 mil 286, y un soldado, 10 mil 769.

Esto significa, en teoría, que la “oferta laboral” del narco podría ser “tentadora” para un soldado raso y hasta para un teniente.

En 2017, el Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada de México contaban con 280 mil 881 elementos, luego de que en ese año se registraron 10 mil 134 bajas, de las cuales, mil 58 fueron deserciones. Se presume que muchos de quienes desertaron pudieron sumarse a organizaciones criminales.

La llegada de un nuevo gobierno que encabezará Andrés Manuel López Obrador, a partir del próximo 1 de diciembre, abre la oportunidad de establecer medidas para evitar que los soldados caigan en el “jale” propuesto por ese cártel que ofrece sueldos de 24 mil pesos al mes, más “prestaciones” y “alivianes”.