Por una pubertad sin retoque

23 de Abril de 2024

Eduardo Penafiel

Por una pubertad sin retoque

eduardo peñafiel

El aspecto visual, refiriéndose a cómo te ves y cómo te vistes, es un elemento básico de la autoestima. Pero este aspecto es todavía más importante durante la pubertad, momento en el que la búsqueda por una identidad propia, el esfuerzo por pertenecer a un grupo en específico o seguir una tendencia para estar a la moda es una de las principales prioridades en la vida.

En esta época, donde una fotografía tiene la capacidad de alcanzar a miles de personas en un par de minutos gracias a las redes sociales, la presión para aquellos jóvenes en plena pubertad tiene un impacto directo y muy fuerte en la confianza, pero, sobre todo, en su personalidad, al estar casi obligados a verse bien o por lo menos sentirse cómodos alrededor de los demás.

Tal vez por eso no sorprende tanto el dato de que aquellos jóvenes que pertenecen a la Generación Z (nacidos entre 1995 y 2005) gasten más dinero en productos de belleza que en ropa. Y esto no solamente es un reflejo de lo que les exige la sociedad, sino también una herencia de sus predecesores los millennials, una generación muy propensa a la depresión y a los ataques de ansiedad, debido a su fuerte conexión y alta dependencia con el ecosistema digital.

Como siempre, las compañías y marcas que invierten grandes cantidades de dinero en estudios para conocer cómo se comportan los usuarios en el mercado y así poder reaccionar en tiempo y forma, son las primeras en exponer este problema y aportar una solución.

Hace unos días Dove presentó su iniciativa en contra de la distorsión digital, con el objetivo de asegurar que la belleza sea una fuente de confianza y no de ansiedad. Siendo fieles a su credo de mostrar a las mujeres como realmente son, la marca pondrá un sello en toda su comunicación reafirmando que todas las personas que salen en sus campañas se muestran como son en la vida real, sin ser retocadas digitalmente para evitar mostrar algo que no es real.

Aunque Dove es la compañía que más ruido está haciendo, no es la única. Decenas de marcas que venden productos de belleza están modificando toda su comunicación para mostrar caras más jóvenes y reales, en un esfuerzo por empoderar a los jóvenes durante la pubertad y elevar su autoestima. Pero ese esfuerzo debe de venir acompañado de un elemento que es básico para que esta generación confíe en ellas: la transparencia.

Estas marcas que hoy saben que el futuro de su negocio o gran parte de él depende de esta generación, necesitan ser responsables en sus procesos, materiales y respetuosos con el medio ambiente, lo que los obliga a comunicar de forma clara el origen de sus productos.

En el papel, suena sencillo maquilar de forma responsable y sin dañar el medio ambiente, pero la realidad es que esto requiere de un cambio radical en las líneas de producción y la manera en la que se distribuyen los productos. Además, la oferta y saturación en el mercado hacen que muchas de estas marcas, con productos de la más alta calidad y procesos responsables, queden en el olvido.

El mejor aliado para triunfar en esta categoría es el usuario y lo mejor del caso es que hoy ese usuario está más abierto que nunca para colaborar con la marca. Involucrarlo en la creación y desarrollo de un producto de belleza es fundamental para entender qué es lo que realmente están buscando y también para entender mejor los hábitos de aquellos que viven una pubertad muy diferente a la que vivieron las generaciones pasadas.

En el negocio del bienestar las cualidades del producto, el diseño del empaque y su posicionamiento son aspectos que siguen siendo muy importantes para triunfar. Pero si el producto no comunica un beneficio real en la vida del usuario, lo más seguro es que fracase al poco tiempo.