Delfina Gómez Álvarez no encabeza un “éxodo” de Texcoco a Toluca. Lidera más bien una marcha que busca reconstituir el viaje de regreso al centro de la política mexicana de ese movimiento ciudadano electoral que hizo evidente la vulnerabilidad del PRI sin conseguir desplazarlo del poder mexiquense.
El vocablo bíblico, equívocamente empleado en Texcoco durante el mitin inicial del periplo que durará diez días antes de llegar a Toluca, denota valores que sintomáticamente actualizan la noción, inconveniente para un proceso de la magnitud del vivido en el Estado de México, de una auto marginación y al mismo tiempo quiere colocar la idea del inicio de una nueva etapa en la historia de la política nacional y local.
La verdadera ruptura ha ocurrido con la demostración del avance de Morena como primera fuerza nacional consideradas las preferencias electorales verificables en todas las encuestas y hasta los mal contados votos de la pasada elección.
Gómez Álvarez es ya una figura nacional, cuya retórica, sin embargo y explicablemente, no deja de proyectar matices reveladores de su integración a un equipo político al que sujeta sus mejores pulsiones al mismo tiempo que le permite una plataforma para ser percibida como una contendiente interna en Morena a nivel nacional para cualquier posición imaginable en los próximos años.
Aunque no se ha completado ni el análisis ni la narrativa morenista más rigurosa sobre lo sucedido en el Estado de México, en los cuales están todavía ausentes la explicación sobre el valor jurídico de las evidencias que demostrarían el fraude electoral, especialmente las actas de las casillas donde se observó el comportamiento anormal del electorado así como el informe exacto del número de representantes de Morena en las casillas de toda la entidad, la percepción general es que Andrés Manuel López Obrador ha reorientado la estrategia nacional a partir del modelo impuesto por los priistas mexiquenses pero alejado de su atención antes concentrada en Toluca.
En una palabra, ahora y en adelante, es fundamental para ese partido tanto el fortalecimiento territorial como el aseguramiento de una representación eficiente de ese partido en las casillas que pueda resistir y superar intimidación, engaños, soborno o ausentismo de última hora.
Coahuila ha sido objeto de una intentona de recuperación de prestigio del INE ante la dilapidación del mérito institucional mientras que el Estado de México no ha sido tocado ni con el pétalo de una rosa ni en la mayor fantasía, tampoco, se ha mencionado la probabilidad de la anulación del proceso electoral.
La marcha insiste en la denuncia del comportamiento omiso o presuntamente culpable del INE, el tribunal electoral mexiquense y el Instituto Electoral del Estado de México.
Sostiene Gómez Álvarez que es necesario saber quiénes son los responsables de las irregularidades cometidas durante el proceso electoral, destacadamente, las maniobras de intimidación en que intervino la policía al entregar citatorios apócrifos a simpatizantes de Morena atribuidos a la Fepade; la distribución de entrega de volantes sobre conflictos y violencia antes y durante la jornada electoral y la colocación de cabezas de cerdo en locales de aquel partido y el uso generalizado de call centers para molestar a la población en las madrugadas usando un mensaje en que se llamaba a votar por ella.
Aquí hay que detenernos.
Dice el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, que debemos “tener fe” en la PGR respecto del caso de Javier Duarte quien ya detenido, parece estar en situación de salir libre por debilidades del procedimiento en un par de años. `
Si eso así para un tema tan relevante -tener fe ante la ausencia de certeza institucional- en la estrategia de recuperación de credibilidad para el presidente de la república, Enrique Peña Nieto, no sabemos que podemos esperar para un tema esencial para su familia política en su entidad natal, como la entrega de la gubernatura al PRI, componente absolutamente esencial para el mantenimiento de reputación política…entre priistas.
A pesar del previsible comportamiento “institucional” de los órganos electorales, Gómez Álvarez insiste en los primeros mítines de su marcha en la probabilidad de “corregir” y “limpiar” la elección. Y excluye, al menos en el mitin de partida, de entre las instituciones más criticadas, al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Ayer lunes retomó optimismo y sugirió que el INE, dominado por el PRI, puede contribuir con aquel propósito.
Es parte de la retórica del momento, una variable de la necesidad de compartir con la población que se conforma adelante una lucha de mayor envergadura o, marginalmente, una actitud de confianza infundada.
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