En marzo de 2011 era perfectamente claro que Enrique Peña Nieto sería el candidato del PRI a la presidencia y que Andrés Manuel López Obrador lo sería por el PRD.
Hoy la certeza de que el PRI carece de alguna ventaja inicial frente al político tabasqueño es una dato esencial del panorama como lo es que en el PAN surgirán hasta tres agrupamientos importantes para disputar la candidatura presidencial.
Sin embargo, sería un error suponer que en los meses por venir de aquí a febrero de 2018 la construcción de dos frentes y/o coaliciones alternativos a los que represente López Obrador carecen de oportunidad de posicionarse rápidamente.
Tres de la sazones para omitir una confianza injustificada en la ventaja relativa de AMLO son las siguientes:
La redes sociales permiten la probabilidad de un posicionamiento adverso a cualquier propuesta política en escaso tiempo y puede determinar, si estrategias consistentes así lo respaldan, la derrota de quien parecería invencible en un momento dado, en este caso, en septiembre de 2017 y respecto del político tabasqueño.
La polarización que es vista como base beneficiaria del posicionamiento relativo de AMLO puede, en un principio, favorecerlo como puede después reunir en contra suya al conjunto de las fuerzas políticas que por razones de exclusión, autoexclusión y divergencia ideológica y programática se reunirían en contra de él.
La inhabilidad para integrar sólidamente una red de ciudadanos eficientemente comprometidos con la vigilancia de las urnas en todo el territorio nacional, resultado de una falsa presuposición que convertiría la simpatía popular en movilización ciudadana en defensa y en votos registrados en las actas, es otro factor que nadie puede perder de vista.
Para que Morena despliegue justificadamente la confianza en la victoria tiene mucho camino por andar y el panorama en él puede cambiar rápidamente ante la definición de los candidatos y los arreglos generales detrás de cada uno de ellos.
Menos tiempo y más ajustes por venir hacen difícil la comparación, pero no imposible, entre aquel marzo de 2011 y este septiembre de 2017.
Lo único que no cambia es la necesidad de construir confianza con una nueva multiplicidad de audiencias que puede ser transformada ante esas tres variables mencionadas.
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