Dirty news

25 de Abril de 2024

Salvador Guerrero Chiprés

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Para Alfredo del Mazo y Miguel Ángel Yunes, en defensa de sus partidos para enfrentar a Morena en el Estado de México en una elección competida y en Veracruz para comicios agitados, la detención de Javier Duarte no es sino buena noticia. Por eso se lo reconocen al presidente Enrique Peña. El mismo para quien Duarte era epítome de su nuevo PRI.

Para Andrés Manuel López Obrador y para los principales opositores al conjunto de fuerzas que respaldan el desplazamiento del PRI, no existe motivo de celebración pues hay cuando menos 11 exgobernadores más con problemas graves de corrupción que permanecen impunes.

La construcción del mérito de la detención es atravesada por el posicionamiento ideológico y partidario. Los intelectuales de la democracia cristiana prefieren inclinarse por el reconocimiento y suspender, por el momento, un juicio que los acerque a la oposición inaceptable.

En ese mismo sentido, desde otro punto de vista, más ciudadano y no partidista que tratará de reconstituir el sentido más integral de la operación policial, muy bien cabe la sugerencia de Raymundo Rivapalacio acerca de la probabilidad de un arreglo en el cual quedan fuera de proceso familiares de Duarte, especialmente la esposa que gastaba 8 millones anuales en shopping.

Mi amiga Sara Lovera incluso sugiere que ella pudo ser el cerebro de la operación financiera. Dejada a un lado la imbecilidad atribuida popularmente a la expresión sonriente de Duarte durante la detención y al hecho de “huir” a un lugar como Guatemala y “pedir” que familia y dinero lo alcanzaran.

También es necesario atender, con detalles que podrán salir a la luz en un par de años, la afirmación que el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, hizo correr hace más de 14 meses cuando sugirió después de decírselo a Duarte y después de que lo filtró por aquí y por allá: “si gana Morena te meto a la cárcel”, ante reales o inventadas evidencias de que el ahora detenido estuviera respaldando a la Morena de AMLO en Veracruz dado el distanciamiento de Duarte con uno de los núcleos del PRI.

La afirmación fue retomada por Yunes contra AMLO sin la exhibición de las pruebas prometidas en video por un personaje de material ético semejante al de Duarte y que decidió desde Boca del Río, donde un pariente pelea el poder, difundir que, en el medallero de los colguijes, él es su campeón.

Duarte pasaría algunos años detenido si tuviera el PRI oportunidad de mantener la Presidencia de la República y podría ser liberado antes del fin de la siguiente administración.

La suerte sería diferente si gana la oposición. Justicia para mis amigos, todo el peso de la ley para los otros.

Una dirigente sindical sigue detenida sin que la acusación por la que fue aprehendida haya sido demostrada; un asesino de candidato presidencial se mantiene en la cárcel a pesar de haber concluido su condena; personas sobre las que recaen denuncias con evidencia suficiente están fuera de la consignación en la respectiva carpeta de investigación y en Cuernavaca existe indicio de que puede impedirse una candidatura a gobernador porque el poder político hace uso de “la justicia” en la operación de sus fines y en plena demostración de los límites del “nuevo” sistema de justicia penal.

Lo único sólido evidenciado en estos últimos meses es lo siguiente: en primer lugar el debido proceso está sujeto a la operación del poder que lo neutraliza; en segundo lugar, solamente la transición política, específicamente el cambio de una fuera a otra permite acercarse a la precisión del latrocinio a cargo de los gobernadores y, finalmente, ante una elección competida los ex amigos sí pueden ser sujetos a proceso: ni modo compadre, va a estar fuerte pero no tanto como pudo ser a cambio de que no digas que paso con ese envío de tantos millones durante tantos días de campaña en 2011 -en la versión de Felipe Calderón, atacada, allá en aquel año.

Hoy no hay motivo para muchas formas de confianza.

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