La luna crece, mengua y se renueva

23 de Abril de 2024

Diana Loyola

La luna crece, mengua y se renueva

DIANA LOYOLA

Yo tenía pocos años cuando descubrí un poema de Jaime Sabines que me tomó por sorpresa, pensé que era lo más mágico que había leído nunca, que cada verso era más lindo que el anterior. Como mucha de la poesía de Sabines, tocó fibras muy sensibles en mí, y desde entonces me aficioné a mirar al cielo, a buscar a esa musa esquiva y cambiante, a ese astro bellísimo y presumido que se inunda de luz y mueve mareas: la luna. Aquí el poema:

La luna La luna se puede tomar a cucharadas o como una cápsula cada dos horas. Es buena como hipnótico y sedante y también alivia a los que se han intoxicado de filosofía. Un pedazo de luna en el bolsillo es mejor amuleto que la pata de conejo: sirve para encontrar a quien se ama, para ser rico sin que lo sepa nadie y para alejar a los médicos y las clínicas. Se puede dar de postre a los niños cuando no se han dormido, y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos ayudan a bien morir. Pon una hoja tierna de la luna debajo de tu almohada y mirarás lo que quieras ver. Lleva siempre un frasquito del aire de la luna para cuando te ahogues, y dale la llave de la luna a los presos y a los desencantados. Para los condenados a muerte y para los condenados a vida no hay mejor estimulante que la luna en dosis precisas y controladas. Jaime Sabines

La receta del poeta se me antoja infalible, y sin embargo, olvidó a los animales. Seguramente los perros, los gatos y todas las mascotas pueden beneficiarse de estos remedios poéticos. Imagino que las bestias que beben agua en las lagunas o ríos donde la luna se refleja también pueden sanar ciertos males. Los lobos platican con ella, es su confidente.

Dicen que la energía de Luna Nueva ayuda a arrancar los proyectos nacidos del corazón, que las intenciones que se ponen escritas sobre papel encuentran caminos para abrirse paso, que si nos tomamos un rato a solas con nosotros mismos nos susurra aquello que nos hace bien. Dicen también que la magia de la Luna Llena nos prepara para cerrar ciclos, nos asiste en aquello que deseamos terminar y nos apoya para concluir temas no resueltos.

El romance la acompaña desde todos los tiempos, atraviesa dimensiones y ocupa universos, no importa la distancia a la que estén los enamorados, si ambos miran a la luna la hacen cómplice y testigo del amor que se profesan. Hay quienes le dan mensajes y le encargan los entregue al ser querido cuando éste la busque en el firmamento. La luna ha motivado a músicos, poetas, artistas, pintores, escritores… la creación humana ha encontrado en ella una gran inspiración.

Afecta a las mareas, a los tiempos y las fases del cuerpo, a la mayoría de las mujeres nos conecta con nuestros periodos y por lo tanto con nuestras etapas fértiles, las siembras y las cosechas también se rigen por sus ciclos. La luna marca el ritmo, el compás, los pasos a dar y todo lo orquesta desde su danza con el Sol y con la Tierra. Desde ese lugar de privilegio que le permite ser a la vez coqueta y admirada.

Hay un viejo dicho que reza “todo hombre es como la luna: con una cara oscura que a nadie enseña”. Pues bien, creo que la luna también puede ser malvada, cruenta, brutal. Hay lunas llenas que nos mueven los más profundos miedos, nos ponen delante de aquello que debemos resolver sin compasión alguna, nos empuja, nos obliga a revisarnos. Nos orilla a ver-nos y no siempre aquello que nos refleja es grato a nuestros ojos.

La luna es amiga, es cura, es compañía, es maga y alquimista. La luna que enamora, que enfrenta, que refleja. La luna que crece, mengua y se renueva.

@didiloyola