Mahahual, ese paraíso

19 de Abril de 2024

Diana Loyola

Mahahual, ese paraíso

diana loyola

En el municipio de Othón P. Blanco, en Quintana Roo, se encuentra uno de esos lugares que sólo de evocarlos uno se siente expandido. Ese pedazo de cielo se llama Mahahual. Su playa es tranquila y se extiende entre verdes azulinos veteados de gris por pequeños bancos de algas. Las olas rompen a varios cientos de metros de la playa, debido a un atolón coralino —que presume ser el segundo arrecife más grande del mundo—, el Banco Chinchorro. En él se puede bucear o esnorquelear y llenarse los ojos de tamaña belleza, poblada con una biodiversidad que impresiona.

Un andador recorre la costa y mientras se pasea en él, se pueden ver de un lado los restaurantes, hoteles, bares, heladerías y demás servicios que ofrece esta villa de ensueño y del otro, la playa con camastros, palapas, mesas con mercaderías y artesanías locales, y también vendedores de cocos, fruta y mesas para masajes. Se encuentra la calma y se encuentra la aventura, se mezclan las actividades recreativas con momentos de contemplación frente a los atardeceres mágicos que incendian el cielo de rojos, naranjas y magentas.

Todos los hoteles son pequeños, lo que permite que la atención a los visitantes sea cercana, amable, rápida. La oferta de comida es sorprendentemente buena, y supe con enorme gusto que los pescados, mariscos y langostas que usan son de la región, lo que arroja ganancias a los pescadores locales y garantiza la frescura de cuanto se consume. Hay restaurantes de cocina mexicana, italiana, fusión, marisquerías… todos con enorme calidad y precios razonables.

No hay piscinas, pues la playa limpia, de aguas bajas y claras, hacen la función con sobrada utilidad, pues mientras se moja uno los pies o se nada en las partes más profundas, peces y rayas pequeños pueden llegar a saludar. Una belleza. La arena blanca, fina, deliciosa al tacto, refleja la luz del día y hace que el aire se vea más luminoso, más limpio, más mágico.

Un faro marca el inicio de la calle peatonal, y cerca, uno de los muelles recibe la visita de cruceros como opción a Cancún o Riviera Maya. Estas visitas, si bien dejan derrama económica en la zona, también vulneran un poco la salud del ecosistema, porque generan pesca furtiva, tráfico ilegal de especies nativas de la selva virgen que rodea a Mahahual y el aumento de empresas no sustentables. Todos estos retos que los gobiernos locales y el federal deben regular y cuidar para preservar este lugar privilegiado.

Mahahual queda muy cerca del delfinario Costa Maya, que constituye junto con el buceo, una de las actividades preferidas de los turistas. A pocos minutos en auto, se llega a Bacalar, laguna de colores imposibles y pueblo mágico, con un fuerte lleno de historia, restaurantes maravillosos y gente amable que recibe con la actitud de servicio más bonita imaginable. Si se hospeda en Mahahual, una visita a Bacalar es una gran opción para hacer turismo local.

El afortunado encuentro de un arrecife, playas hermosas, arenas finas, una pesca rica y variada, una comunidad maya generosa, selva virgen y un mar habitado por la calma y la belleza, dio como resultado esta pequeña maravilla llamada Mahahual. En mi mente siempre guardaré la imagen de ese columpio solitario en medio de la playa, donde al mecerse los pies tocan el cielo, el agua y esa arena que acaricia y arraiga. Mahahual ya es parte de mi paisaje interno. Me siento dichosa. @didiloyola