China Verde (II)

20 de Abril de 2024

Ana Saldaña

China Verde (II)

Siempre es complejo dimensionar el tamaño de un país. Hay veces ver el Atlas no es suficiente. Sin embargo cuando uno piensa que volar de la provincia de Guangdong al Sur de China a la región Autónoma de Xinjiang Uygur en el Oeste toma 6 horas y media en un vuelo directo, uno puede empezar a imaginarse lo extenso que es este país. Además, es como si físicamente el país estuviera dividido en dos regiones totalmente diferentes, la China del Este urbana, moderna con edificios altos, luces brillantes, tecnología y negocios y la China verde rural, que nada tiene que ver con estas ciudades.

La China rural es hermosa y ofrece espectáculos naturales increíbles. Justo una de estas regiones es la región de Guangxi. Aquí encontramos dos atractivos turísticos con espectáculos visuales que te dejan boquiabierto.

Foto | Ana Saldaña

El primero se encuentra a 60 kilómetros de Guilin, en la ciudad de Yangshuo. Este lugar se caracteriza por su pintoresco paisaje de Karst, una orografía compuesta por pequeñas colinas de origen calcáreo que asemejan conos invertidos que surgen entre los arrozales y huertos de cítricos. A las afueras de Yangshuo uno puede quedarse a las orillas del rio Li, en pequeños hoteles campiranos como el Yangshou Mountain Retreat (https://www.yangshuomountainretreat.com/), ubicado a las afueras de la ciudad, con hermosas vistas. Las habitaciones resultaron muy confortables y el servicio fue excepcional. Además con una cocina muy buena y sencilla basada en los ingredientes locales disponibles, que incluían especialidades como la calabaza de castilla cocinada primero al vapor y luego salteada en el wok con ajo y jengibre, o el platillo más famoso de la localidad, un pescado del mismo Rio Li preparado a la cerveza, el cual es primero frito en el wok y luego estofado en cerveza local con un poco de picante. Para conocer estas espectaculares montañas uno puede verlo desde la comodidad del hotel mismo o aventurarse en una pequeña balsa de bambú en un recorrido en el que uno navega por el rio tranquilamente.

También para los más aventureros, existe la opción de organizar un tour en bicicleta de montaña para recorrer los pequeños pueblos aledaños a los que aún no han llegado las calles pavimentadas y que están conectados por plantíos verdes rodeados de espectaculares formaciones montañosas. Tuve la suerte de que Scott Spencer, uno de los dueños de BikeAsia (https://www.bikeasia.com/), fuera mi guía para el día. Scott es un aventurero australiano que por azares del destino acabó viviendo en China y fundó una empresa que recorre básicamente toda Asia en bicicleta. Fluido en mandarín y aventurero por naturaleza, resultó ser el acompañante perfecto para entender más sobre la cultura China rural. Fue un paseo memorable. La bicicleta te permitía adentrarte en pequeños pueblos que difícilmente conocería uno en un típico paseo turístico. También no voy a mentir, tuvo sus momentos de retos físicos en los que había que empujar al cuerpo a ir mucho más allá de su zona de confort. Ya cuando las piernas no podían más, paramos en un pequeño restaurante local para almorzar una comida sencilla pero deliciosa, con opciones de varios vegetales y cerdo acompañados de arroz al vapor, que como te imaginarás me supieron a gloria.

Foto | Ana Saldaña

También en esta región de Guangxi, a aproximadamente a 3 horas y media de Yangshuo en auto está la zona montañosa de Longsheng. En este lugar, uno podrá maravillarse con la belleza de sus terrazas de arroz que fueron construidas en laderas empinadas de las montañas y que se han cultivado de esta manera desde hace más de 650 años.

Sin duda es un espectáculo memorable, ver como una ladera ha sido trabajada para crear en sus costados pequeños zonas para el cultivo del arroz, aunado a toda una ingeniería de tubos originalmente de bambú, que interconectan el agua proveniente de las montañas para alimentar estos cultivos. Para llegar al pueblo de Ping An, el coche lo deja a uno en un gran estacionamiento y de ahí, tienes que incursionar en una empinada caminata hacia las terrazas pasando por las estrechas calles del pequeño pueblo en el que abundan todo tipo de comercios y pequeños hoteles. Si uno tiene la suerte de dormir en el arrozal, lo cual recomiendo ampliamente ya que de día llega muchísimo turismo del mismo país, hay locales, en su mayoría mujeres mayores, que en su espalda tienen colgados grandes canastos habilitados para transportar el equipaje y ayudarte por unos yuanes a subir tus maletas al hotel.

Por dos noches, me alojé en uno de los mejores hoteles del pueblo, Li An Lodge (https://www.lianlodge.cn), una casa de madera con tradicionales techos de dos aguas construida sin un solo clavo a lo alto del pueblo, brindándole una vista espectacular de los arrozales. Ahí probé uno de los platillos emblemáticos de esta zona, un bambú relleno de un dulce arroz que es cocinado a las brasas, de sabor sutil y ahumado. Aquí la comida es aún más sencilla. Comen muchísimo huevo y además en esta región, les gusta el picante con preparaciones elaboradas con un chile parecido al de árbol aunque de menor intensidad.

En esta región viven cuatro minorías étnicas los Zhuang, Yao, Miao y Dong, cada una identificable por sus diferentes y coloridas vestimentas. La actividad más recomendable, es recorrer los arrozales y aventurarse por las pequeñas terrazas fuera del pueblo. Ahí, uno puede observar la vida cotidiana del granjero o conversar con algún curioso y amigable local a señas, después de sonreírle y decirle “ni hao” que es hola en mandarín. En la mañana, si uno corre con suerte y el día no está nublado, puedes observar los reflejos de las nubes en los arrozales y ver como los tonos dorados del amanecer tiñen el agua de las terrazas. Este mismo espectáculo se repite al atardecer. Es un paseo diferente, los cultivos de arroz están entremezclados con bosques de bambú y pino, manantiales y cascadas de agua, así como pequeñas chozas en donde cohabitan los dueños y los animales. En primavera el paisaje está decorado con intensas flores amarillas de canola, que posteriormente se transformarán en aceite. Es un mundo totalmente alejado del ajetreo e intensidad de la ciudad. Aquí sus habitantes nada tienen que ver con esa otra China urbana, la vida es dura y el trabajo no termina. A la vez, todo es más tranquilo y menos caótico. En esta China verde, como visitante uno se desconecta y respira.

Espero que tengas un fabuloso día y recuerda; ¡hay que buscar el sabor de la vida!