Combate al crimen organizado: el legado presidencial

25 de Abril de 2024

Lorena Becerra

Combate al crimen organizado: el legado presidencial

lorenabecerra

@lorena_becerra

La semana pasada los estudiantes de El Colegio de México organizaron un seminario acerca de la lucha contra el narcotráfico iniciada por Felipe Calderón, las modificaciones que ha tenido en el presente sexenio y sus consecuencias en la población. Aquí presento algunos de los principales puntos de mi exposición.

A pesar de que Felipe Calderón no hizo una campaña basada en la seguridad, sino en el empleo y la economía, su gobierno se convirtió en uno prácticamente monotemático. El principal eje de comunicación y evaluación del sexenio calderonista fue la inseguridad. La narrativa que se construyó alrededor de la decisión de haber iniciado el combate buscaba explicar la existencia de una demanda social por la seguridad, el peligro que representaban los cárteles para el país al haberse generado un mercado interno de consumo de droga y la necesidad de seguir luchando contra ellos. Precisamente por no haber sido un tema de campaña y por la elección tan cerrada en la que fue electo, surgieron diversos cuestionamientos acerca sus motivaciones para enfocarse tan agresivamente en la seguridad.

No obstante, la opinión pública favoreció la decisión de haber iniciado el combate contra el narcotráfico. Durante todo el sexenio, el porcentaje de personas que estaba a favor de que Calderón iniciara la lucha se mantuvo en números mayores a 70%. Incluso cuando la violencia escaló en 2008, la ciudadanía aceptó el discurso que enfatizaba que los principales muertos eran miembros del crimen organizado y que la violencia estaba concentrada en municipios específicos. Sin embargo, los episodios de muertes de civiles que iniciaron con el asesinato de dos estudiantes del Tecnológico de Monterrey en 2010 se conjuntaron con la ausencia de mejoras en seguridad y cobraron saldos en el apoyo de la población.

Para el pico de violencia de 2011 ya se observaba un desgaste en el discurso del gobierno y la población empezó a cuestionar fuertemente la forma en que se estaba combatiendo al crimen. En algunos segmentos de la opinión pública incluso se reprobaba la decisión de haber iniciado la lucha. Esto causó un deterioro en la aprobación de Felipe Calderón, tanto en materia de seguridad pública como en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. El porcentaje de personas que aprobaba la forma en que se estaba llevando a cabo la lucha era de alrededor de 40%.

El concepto de seguridad en el imaginario colectivo envuelve todo: desde la violencia asociada al crimen organizado, hasta delitos del orden común. Durante el sexenio anterior tanto medios de comunicación como discurso oficial se enfocaban mayoritariamente en temas de seguridad, muchos incluso resaltando imágenes grotescas de ejecuciones, asesinatos y enfrentamientos. Esto terminó por generar mucho miedo en la población en general. 50% de la gente sentía que había sido afectada por la violencia del crimen organizado. A finales de 2011, el 80% de la población tenía miedo a ser víctima de un enfrentamiento entre cárteles pero no más de 4% reportaba haber sido afectado de alguna forma por un evento de esa índole. Para abril de 2012, 38% de la población favorecía una negociación con el crimen organizado..

Al inicio del gobierno de Enrique Peña Nieto la temática de seguridad se deja fuera del discurso oficial y el gobierno se concentra en las reformas. En mayo de 2013 el 50% de la población consideraba que se había cambiado la estrategia de seguridad y el 55% de éstos opinaba que eso era positivo. Sin embargo, el aumento en la incidencia delictiva de 2013 y los episodios de violencia de alto impacto – en particular Tlatlaya y Ayotzinapa – en 2014 se conjuntaron para posicionar nuevamente el tema de seguridad en la agenda pública. El mal manejo que lleva a cabo Peña Nieto de estos dos episodios y su intento por minimizar las cifras de violencia e inseguridad resultan en un aumento importante de la desconfianza de la ciudadanía.

La fuga de ‘El Chapo’ termina por asestar el golpe más fuerte a la credibilidad ya minada de Peña Nieto tras sus escándalos de corrupción y la ausencia de logros. Para Peña Nieto, al igual que para Felipe Calderón, la seguridad pública se convierte en uno de los temas peor evaluados de gobierno. Hoy por hoy, la comunicación del gobierno se ha vuelto muy similar a la que vivimos en el sexenio anterior con anuncios de capturas frecuentes y ahora extradiciones. Parece que hemos regresado al sexenio anterior pero con un mandatario más débil y menos creíble.

La inseguridad sigue siendo un problema que aqueja a la población. Más del 70% de la gente se siente insegura en su estado. Hay un repunte de la violencia en meses recientes y la incidencia delictiva ha aumentado significativamente en muchos estados. La aparición de nuevos cárteles es una realidad así como su expansión y penetración en diversos territorios del país. Aún no hay soluciones claras ni un consenso sobre la ruta a seguir. A nuestros gobernantes se les olvida que no se puede dar el mismo tratamiento a un estado como Nuevo León que a uno como Oaxaca. También siguen confundiendo los objetivos con los medios y se continúan privilegiando los fines electorales ante todo. 120 mil muertos y más de 20 mil desaparecidos fueron el legado de Felipe Calderón. ¿Cuál será el legado de Enrique Peña Nieto?