El copiloto del avión siniestrado en los Alpes franceses, Andreas Lubitz, que presuntamente estrelló el aparato de forma deliberada, estaba siendo tratado por un posible desprendimiento de retina que le hacía temer el fin de su carrera como piloto, publica hoy el diario “Bild” en su edición dominical.
Además de sufrir un trastorno psicosomático, como parecen indicar los documentos médicos y los medicamentos hallados en el registro de su vivienda y la de sus padres, Lubitz padecía también problemas físicos, en concreto de visión, asegura el rotativo.
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Según el “Bild”, el copiloto estaba en tratamiento por un desprendimiento de retina y temía por su vista, aunque se desconoce si el origen era orgánico o psicosomático.
En todo caso, este problema ponía en duda su capacidad para pilotar un avión, y probablemente en el próximo control médico de junio su empleador le habría prohibido volar en la cabina, afirma el diario.