Desde seis cuadras atrás, grupos musicales anuncian la celebración que se avecina. Y es que Zacapu, un pequeño poblado de Michoacán recibe al presidente Andrés Manuel López Obrador, quien hará entrega de una universidad pública.
La camioneta blanca, ya empolvada por el camino, que transporta a nueve periodistas avanza una cuadra, adentrándose en el poblado. En la esquina de una preparatoria un grupo de jóvenes organiza una pelea. Dos de ellos que aparentan ser los más fuertes, y lo intentan demostrar con sus gestos desafiantes, se enfrentan a golpes. Sí, los mismos que se beneficiarán con la nueva escuela en su municipio. Sí, los mismos que son el futuro de México y que a costa de lo que sea, López Obrador quiere integrar a sus programas sociales.
El Sistema de Universidades “Benito Juárez”, una de las prioridades del mandatario, promete la construcción, rehabilitación o adecuación de escuelas para que todos los jóvenes tengan acceso a una educación laica, gratuita, libre y de calidad.
“No solamente será gente del municipio, también vendrán de otros lugares a estudiar”, relató en días pasados el alcalde Luis Felipe León Balbanera para la Agencia Tzacapu, que además detalla que las becas que perciban los más de mil estudiantes traerá una importante derrama económica.
Zacapu es un municipio de un poco más de 75 mil habitante, dedicados principalmente a la agricultura y la ganadería, aunque la comunidad también alberga a fábricas de celofán y sus derivados, productos de madera y papel.
La Universidad “Benito Juárez” ya existía desde hace 35 años, sólo que era privada y ahora fue incorporada a las que ofrece el gobierno federal como parte de sus programas sociales.
El terreno del recinto universitario alberga alrededor de 10 salones, todos construidos en ladrillo y cemento, los patios cubiertos de piedra roja y unos cuantas señas de un pasto que intenta crecer al paso de los estudiantes.
Fue construida con el apoyo de maestros y maestras comprometidos con la educación. Ellos mismos fueron quienes sembraron los árboles y pusieron cada pieza que conforma el instituto, recordó Raquel Sosa, coordinadora del programa de universidades.
La celebración dejó de presenciarse cuando el mandatario llegó, la música ya no se escuchaba, los gritos de júbilo habían cesado. Su recibimiento fue seco y hasta indiferente.
No así con la presentación de Silvano Aureoles, gobernador de Michoacán. Las gargantas se destrozaron para hacer notar su apoyo, aplausos inundaron la explanada de la universidad.
“¡Michoacán!, ¡Silvano, Silvano!”, se podía escuchar entre las lomas que rodean el municipio.
El pueblo michoacano rectificó. En las bocinas se escuchó la invitación al tabasqueño para dirigir unas palabras a los presentes, desde entonces, los gritos se dejaron escuchar, los aplausos acompañaron la celebración.
López Obrador expuso su discurso, similar al que expresa en cada gira que realiza. Acompañado de sus frases célebres: “Me canso ganso”, “No, primo hermano”, y el elefante reumático, Zacapu agradeció la nueva escuela.
Entre los cientos de asistentes, un grito se hizo escuchar. “¡Fuera la CNTE, fuera la CNTE!”, y que los estudiantes son quienes más han sido afectados por plantones, marchas y bloqueos por los integrantes de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación que desde que se aprobó en la administración de Enrique Peña Nieto han buscado la cancelación de la “mal llamada” Reforma Educativa, como la califica el mandatario.
“Se va a cancelar”, cumpliremos el compromiso que hicimos con los maestros, afirmó López Obrador y la gente celebró. “Están pensando que no vamos a cumplir, se van a quedar con las ganas”, con tono fuerte, advirtió.
Al finalizar el Himno Nacional fue entonado con el fervor de un pueblo emocionado por la visita del Presidente de la República; al finalizar, la tambora acompañó el cierre del evento e hizo sonar el último compás.
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