Héctor salió de una discoteca con su mejor amigo. Ambos estaban algo borrachos pues celebraban su cumpleaños numero treinta. Caminaron un par de cuadras hasta un puesto de tacos, famosos en la zona. —Güero, dame cuatro de chicharrón prensado, con todo. —Sí, patrón —le contestó de inmediato—. ¿Y usté, jefe Héctor? —A mi dame una Maili Sairus —¡Sale!
Un comensal no resistió la curiosidad y preguntó al aire sobre cuál era ese platillo “La Maili Sairus”, que no aparecía en el menú. “Una gringa con chile”, le contestó el marchante.
Entre el alcohol y las risas, los testigos no saben bien cuánto tiempo pasó, pero afirman que Héctor estaba ya haciendo cuentas para pagar su consumo cuando fue abordado por tres individuos que llegaron en un auto blanco, estilo patrulla judicial. Se trata de una revisión de rutina, le dijeron. Estese quieto. Pero Héctor les cuestionó: rutina de qué, yo no he hecho nada. Acompáñenos, de favor, le ordenó uno y sin esperar respuesta, le amagó del brazo con una llave de yudo. Los testigos relatan que Héctor intentó zafarse y echarse a correr, pero lo sometieron de inmediato y su amigo, aprovechando la confusión, huyó del lugar. Por miedo a represalias, no dijo nada de la captura de Héctor sino hasta 24 horas después.
De esto tiene tres años. Y desde entonces, nadie ha vuelto a saber nada de Héctor. Su padre, que trabajaba en una planta constructora de autos, renunció para dedicarse todo el tiempo a su búsqueda. No tiene muchas pistas. Entre averiguaciones, mordidas y secreteos —nada por la vía oficial— se enteró que al parecer lo llevaron a la Procuraduría Estatal, donde lo metieron a los separos porque decían, podía tratarse de un sicario zeta de la región, conocido como “El Jefe H”. Luego de unos veinte minutos donde lo estuvieron golpeando, le contaron a su padre, un comando de la misma judicial lo sacó de las instalaciones, lo esposaron en un poste de la parte posterior de una camioneta tipo Lobo, y se lo llevaron con rumbo desconocido. Por otras pesquisas y ayuda de la población, logró identificar y reconstruir con cámaras de seguridad de algunos negocios, el paso de la camioneta color roja, hasta que les perdió el rastro en la carretera que va a la sierra.
En una de las ocasiones en que fue a ver al Procurador, el funcionario le dijo no saber nada del caso y que no existía registro del paso de su hijo por sus instalaciones, pero que muy probablemente —le acusó— andaba en malos pasos. Él, lo niega porque su hijo trabajaba en el negocio familiar y apenas poseía una motocicleta. Conocíamos a todos sus amigos, dice entre lágrimas.
Teorías, le han ofrecido un docena. Van desde que se lo llevaban para torturarlo y “y se les pasó la mano”, hasta que lo entregaron a alguna banda, o inclusive, que lo tiene algún cartel trabajando como esclavo informático, haciendo mensajes e inteligencia en internet, porque algo sabía Héctor de computadoras. El chiste es, que no sabe donde está y su viejo sospecha que está muerto. Seguramente enterrado con otros tantos en alguna de otras tantas fosas clandestinas en la sierra. Es que si estuviera con vida, ya habría visto la forma de avisarnos, agrega.
¿Sabe que es lo peor? La maldita indolencia de las autoridades. No tienen madre en decirle a uno que ya no les haga perder el tiempo, porque igual y se fugó con algún “amiguito”. Da mucho coraje la falta de respeto y esas frases que solo destantean a la opinión pública. El otro día en un restaurante alguien me dijo que me dejara de hacer tonto, que ya se sabía que mi’jo se había fugado por amor. ¿Fugado? ¡Hay más de una docena de testigos del puesto de tacos! ¡Hasta recuerdan su chiste de la cantante esa, la tal Miley Cyrus! ¡¿Pero cómo no va a pasar ésta desestimación a nivel local si hasta el Comisionado Nacional de Seguridad nos menosprecia a los familiares de las víctimas?! ¿Qué no sabe? Acaba de decir que no son desaparecidos los más de 23 mil casos como los de mi Héctor, sino que sólo son “personas aún no identificadas” ¿No le digo? ¡Es pura indolencia! ¿Y cuándo sabremos la verdad? ¿A ver quien se atreve, eh? ¿Cuándo se interesará alguien realmente fuera de campañas políticas, en esclarecernos que pasó con todos los desaparecidos?
Hoy 24 de marzo, es Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas.