El Gato Espumoso: calidad de vida para automovilistas

24 de Abril de 2024

Ana Saldaña

El Gato Espumoso: calidad de vida para automovilistas

Foto | Ana Saldaña

Es increíble dimensionar el tiempo que pasamos normalmente en un auto para transportarnos en la Ciudad de México. Justo un artículo publicado por Comunidad Vial Mx el año pasado me sorprendió: en promedio los habitantes del Valle de México pasamos 2 horas diarias, 10 horas a la semana, 40 horas al mes, 21 días al año en tráfico para ir y venir de nuestras casas al trabajo.

Sin duda hay muchos que ya han optado por vivir cerca de su trabajo, sin embargo son los menos que disfrutan de esta privilegiada situación. Justo hay un término que se ha acuñado: los ‘Workilómetros’. Un Workilómetro es un término acuñado en la mercadotecnia que hace referencia a aquella persona que invierte de 3 a 5 horas diarias en trasladarse de su casa a su trabajo y de regreso.

Estadísticas revelan que al menos 1 de cada 10 empleados en el Valle de México sufren esta situación. Nunca había pensado en lo vital que se vuelve para los afortunados que nos movemos en un auto crear un espacio agradable dentro del mismo.

¿Pero que es lo fundamental para garantizar un viaje placentero mientras viajamos en auto?

Para muchos contar con una buena playlist, estar acompañados por sus estaciones de radio favoritas o aprovechar hacer llamadas telefónicas es más que suficiente. Sin embargo, luego hay cosas que pueden impactar nuestro ánimo y que muchas veces olvidamos darle importancia. Al igual que en las casas, está comprobado que existe una influencia directa entre el orden externo y el bienestar interno de la persona generado a partir de la sensación de armonía y equilibrio que aportan los lugares cuidados. Muchas veces lavamos el exterior de nuestro auto, pero el interior se convierte en el espacio perfecto para ir acumulando desde folletos, presentaciones viejas de la oficina y bueno en muchos casos, hasta basura y migajas de las botanas que comemos en el coche.

Foto | Ana Saldaña

Esta semana conocí un nuevo negocio en la Colonia Roma, se llama el Gato Espumoso. Tenía una cita a unas cuantas cuadras y decidí dejar mi auto mientras trabajaba, así como unas bicicletas que requerían de una lavada mayor. Justo había entrevistado a sus dueños en mi programa de radio y me generó curiosidad el lugar. Me contaban que el negocio se había diseñado para ser 100% ecológico y sustentable: toda el agua que usan se recicla y en temporada de lluvia cuentan con filtros para usar también esta agua. En cuanto los productos de limpieza que utilizan, todos son biodegradables y tienen distintos productos específicos para la limpieza de las diferentes partes del auto desde teflón, hasta abrillantadores y limpiadores de cristales que se le aplican en un lavado normal, así como trapos especiales para cada etapa, que son continuamente cambiados para siempre estar limpios. Sin embargo, mi gran pregunta era ¿y cuánto costará el servicio del Gato Espumoso comparado con una lavada “normal”?

Foto | Ana Saldaña

Al llegar lo primero que vino a mi mente fue orden. El negocio está pintado con colores brillantes y los empleados están impecablemente uniformados. La atención es de primera, todos sonríen y te atienden amablemente. Los autos para empezar son ingresados para ser lavados con una hidrolavadora que tienen distintas presiones dependiendo si se trata de un auto, bicicleta o motocicleta.

Después los interiores son aspirados y si uno cuenta con más tiempo hay paquetes adicionales que incluyen la limpieza de los tapetes, limpieza para mascotas, así como pulido, encerado y lavado de vestiduras. Opté por el lavado normal que incluye lavado exterior y aspirado en interior ($105 pesos) y el lavado de los tapetes ($110), así como una limpieza general de mis bicicletas ($28 pesos por bicicleta). Para los que quieran esperar en el auto-lavado hay WIFI gratis y además una pequeña tiendita en donde uno puede comprar una botana o tomar un agua fresca, aunque ese día corrí a mi cita.

Al regresar por mi auto, estaba impecable. Todos los papeles olvidados que se habían caído al piso y entre los asientos estaban en un ordenados en un bonche del lado del conductor. La camioneta olía a limpia, producto de un neutral eliminador de aromas que también se aplica.

El aspirado era impecable, hasta en los lugares propensos a depositar el polvo se habían limpiado. Los espejos brillaban y tanto los rines, como la carrocería también. Me pareció simpática la idea de poner un tapete del lado del conductor para que uno pueda subirse con los pies limpios al coche. Nada que ver con la última lavada de mi auto, realizada por un “viene viene” solo por afuera y que me costó $60 pesos. Lo peor, fue darme cuenta al revisarlo que había sido lavado con agua y trapos sucios, dejando rallas tanto en la carrocería como en los vidrios. Sin duda es más caro, pero el servicio fue muy superior.

Y las bicicletas, ni que decir, hasta las llantas parecían nuevas y la pintura de la bicicleta se veía como si a penas las hubiese comprado. Y lo mejor, al terminar y salir del lugar, me regalaron un rica lengua de gato de chocolate para alegrar el día y redondear la experiencia.

Así, me subí en mi auto una vez más para continuar mi camino en el caos del día a día, pero antes de salir de lugar, respiré. Comprobé lo placentero que resulta disfrutar de un paseo en un auto limpio. Sin duda es un gasto que lo vale no sólo por mantener en buen estado el auto, sino también para disfrutar del tiempo que pasamos manejando. Hay placeres tan sencillos, que luego ignoramos. Te invito a que la próxima vez que te subas a tu auto, observes su estado y si, podría estar mejor, haz algo para mejorar tu calidad de vida.

Espero que tengas un día fabuloso y recuerda, ¡hay que buscar el sabor de la vida!