1936, Alemania. Hitler preside un acto en los astilleros de Blohm und Voss.
Todos los presentes alzan su brazo derecho a modo de saludo al Führer. Todos menos uno. August Landmesser permanece con sus brazos cruzados. La imagen del momento lo captura a él, rodeado de decenas de hombres con el brazo levantado.
Seis años antes Landmesser se había afiliado al Partido Nazi. Lo había hecho creyendo que las conexiones correctas lo ayudarían a encontrar trabajo en una Alemania devastada. Gracias a su afiliación consiguió trabajo en Hamburgo, en uno de los astilleros. En 1935 fue expulsado del partido por haberse casado con Irma Eckler, con quién tuvo dos hijas, una mujer de ascendencia judía.
Un año después del incidente en el astillero, August fue llevado a juicio y declarado culpable de “deshonrar la raza”. Él fue enviado a prisión. Irma Eckler, su esposa, fue detenida por la Gestapo. Nunca la volvió a ver. A sus dos hijas las separaron: a Ingrid le permitieron vivir con su abuela, mientras que Irene fue enviada a un orfanato.
Cuando Landmesser salió de prisión fue enviado al frente y declarado como desaparecido en la guerra.
En 1991, Irene, una de sus hijas, lo identificó en la fotografía en un diario alemán. El hombre de los brazos cruzados era su padre.