El orden en los vínculos

24 de Abril de 2024

Diana Loyola

El orden en los vínculos

DIANA LOYOLA

Una amiga española (muy maja ella), me platicaba sobre la relación que tiene con su padre, quien ha heredado en vida más bienes al hijo (su hermano) que a ella, por considerar que él debe cuidar y a su vez heredar a una familia; en tanto que a la familia de ella, es su esposo quien debe velar y proveer de bienes materiales. Sin estar muy de acuerdo, mi amiga ha aceptado esta manera de repartición que ha impuesto su papá. Esta historia, más allá de la ideología del padre, me hizo recaer en una característica que constantemente se ve en las familias mexicanas: los vínculos sin un orden descendente. ¿A qué me refiero con esto?.

Las familias en México, si bien no es una regla, tienden a “ver por las personas mayores”, es decir -me atrevería a pensar que es casi cultural- son los hijos quienes toman la responsabilidad de mantener a sus padres cuando éstos se jubilan (con pensiones raquíticas si tienen suerte y sin ahorros). De esta manera el vínculo se desregula, pues los hijos toman el rol de los padres proveedores y los papás, el de hijos que dependen de lo que sus hijos les den.

No dudo que la intención sea noble y el orgullo de poder apoyar a quienes cubrieron sus necesidades materiales y afectivas, sea enorme; sin embargo, pienso que romper una disposición que podría considerar natural, donde los papás primero abastecen y luego heredan a los hijos, tiene repercusiones no sólo en la forma en la que se relacionan padres e hijos, si no en la salud de su sistema familiar. Esto claro está, es más común en los países subdesarrollados, donde el ingreso promedio no da para ahorrar suficiente (o simplemente ahorrar) y la falta de cultura de prevención impide que las personas cuenten con un fondo para disfrutar de un buen retiro y por supuesto, de bienes para dar a su progenie.

Me comentaba una mujer joven que su madre, a quien ella mantenía desde que enviudó (sin pensión por parte del occiso), dejó de padecer hipocondría el día que empezó a trabajar desde su casa, haciendo postres y tejiendo, poco a poco comenzó a generar ingresos propios que la motivaron a hacer otros proyectos y finalmente a ahorrar. No me sorprendió pues se sentía útil y productiva, a pesar de que su hija no quería que trabajara “porque ya estaba fatigada y le tocaba descansar”. Se promovió el orden en el vínculo, la madre dejó de depender de la hija y la hija se encargó de su propia manutención, y tratándose de una mujer adulta es lo que toca. Ambas más contentas y más productivas.

Estoy consciente que no todos los casos tienen este tipo de soluciones, pero sí creo que debamos estar atentos a prever que nuestras relaciones se mantengan sanas fomentando el orden a través del ahorro y la prevención, para disfrutar todos de una mejor calidad de vida, de vínculos fuertes y mayor tranquilidad. ¡Pongámonos creativos y hagámoslo!.

¡Hasta la próxima!

@didiloyola