Cuando vino el papa Francisco me encontré a doña Ufe (Eufemia), le regalé un rosario que traje de Roma y me dio un abrazo.
Estaba muy contenta, no por la visita del Papa —porque ella es Guadalupana—, sino porque ese día dejaba de trabajar y se pensionaba.
Eufemia y su familia viven en la colonia El Zacatón de la delegación Tlalpan. Me dijo que nació en Liberal Guerrero, pero ni aquí ni en Teloloapan su vida cambió mucho. ”Puras penas”. Pero ese día de febrero estaba muy contenta.
Después de 18 años de trabajo en un negocio de limpieza y a los 66 años, sus hijas la convencieron de pensionarse.
Hasta ese día, doña Eufemia ganaba mil 400 pesos a la quincena y cada tres meses le daban un bono de 350 pesos en vales para el súper. Me explica que con 100 pesos de vales al mes alcanza para una bolsa de frijol y un cartoncito de huevos o unos retazos de pollo.
El ingreso familiar lo complementa su hija Guadalupe, que gana lo mismo en la misma empresa y Azela, la mayor, que corta el pelo y hace peinados en una estética en las orillas de El Zacatón.
El día del abrazo de Eufemia, la mujer sacaba cuentas emocionada por el dinero que le darían. Por los 18 años de trabajo, recibió una liquidación de 12 mil pesos. Trató de guardarlos, pero después de ocho meses, en trámites de pensión, el dinero se acabó.
Además, le vino un dolor de muelas que la llevó al dentista de la calle 15 en Chichicaspa. De tres muelas, fueron mil 400 y 200 pesos más para el paracetamol y el naproxeno que le compró la hija.
Si doña Eufemia fuera burócrata y de pronto la pusieran de lideresa del PRI no estuviera batallando para subir y bajar de entre lodazales para gestionar su pensión. Tampoco le hubieran dado 12 mil pesos por los 18 años de servicio público. No, señor. Ni andaría con un folder amarillo y mugroso en la mano con copias del acta de nacimiento, el IFE, que ya no es IFE, la CURP, la copia del finiquito y otro montón de papeles.
Regresar una y otra vez con la señorita que se equivocó en el trámite y vivir con la angustia de que otra muela está mala y no hay dinero para ir de nuevo con el dentista de la calle 15 de Chichicaspa.
Seguramente, el dinero que recibió doña Eufemia es lo que dice la Ley Federal del Trabajo. Es decir, la parte proporcional de su sueldo de acuerdo a su antigüedad.
Enrique Ochoa, el exdirector de la CFE, estuvo en el cargo dos años con 155 días y por ello recibió un finiquito de 1 millón 725 mil 209 pesos. Menos impuestos, le quedó un millón 206 mil 271 pesos.
Como los expatrones de Eufemia, el negocio de la luz que pagó el finiquito de Ochoa dice que se actuó con estricto apego a la normatividad.
Con todo, doña Eufemia está contenta. Ya logró comprobar su domicilio en El Zacatón, le informaron que tiene sus cotizaciones y puntos completos y piensa que pronto recibirá su pensión. Aún no sabe cuánto recibirá mensualmente, pero, me dice, ”algo será”. Cuando pensó que la tormenta había terminado le dieron una lista de bancos en los que tiene que abrir una cuenta para su pensión. Junto con sus hijas, está revisando cuál le cobra menos y no entiende por qué tiene que compartir su pensión con los del banco. ”¿Qué raro, verdad?” Me dijo: “Yo no quisiera que me quitaran nada”, murmuró despacito apretándose las manos. Eufemia aún no recibe nada.
Conductor del noticiario estelar de Televisión Azteca.