El problema de no llamarse Rubí

25 de Abril de 2024

El problema de no llamarse Rubí

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Estudiantes de la UNAM buscaron a legisladores, empresarios y fundaciones para conseguir 500 mil pesos

Al mismo tiempo que ocurrían los festejos de la quinceañera mexicana más famosa en redes, cinco estudiantes de la UNAM buscaron a legisladores, empresarios y fundaciones para conseguir 500 mil pesos para financiar un curso en la Universidad Espacial de Australia, pero no tuvieron tanta suerte como la joven de SLP.

Jorge Villalpando

Cinco estudiantes de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) buscaban desesperadamente el apoyo de empresas, instituciones públicas y privadas, además de fundaciones para conseguir un patrocinio para participar en el curso intensivo de Estudios Espaciales del Hemisferio Sur en la Universidad Internacional Espacial de Australia. Sólo necesitaban conseguir 500 mil pesos.

Tania es experta en computación, Yessica en ingeniería industrial; Juan Carlos Mariscal y Luis Ángel Castellanos se especializan en ingeniería eléctrica-electrónica, y Genaro Marcos Acosta en ingeniería mecatrónica. Ellos crearon el robot Rover y participaron en competencias de androides exploradores organizadas por la NASA. En el Congreso Internacional de Astronáutica obtuvieron el premio Hans von Muldau, como mejor trabajo en equipo a nivel internacional, el primero otorgado a estudiantes y por primera vez a mexicanos.

Así, fueron invitados a aplicar en el curso de la Universidad Internacional Espacial de Australia y a los tres días les avisaron que habían sido aceptados con una beca de 50% para el curso Southern Hemisphere Space Studies. El pequeño problema es que tenían que reunir cerca de 500 mil pesos en menos de dos meses para cubrir el resto.

Sin orientación ni idea clara de lo que podrían conseguir, se lanzaron a todas las dependendencias y buscaron a todos los funcionarios posibles, sólo con la esperanza que alguno de forma institucional o personal, les ayudara. No les funcionó.

Marcos Acosta suele tener buen ánimo, incluso cuando recibieron un palmo de narices en la Secretaría de Educación Pública, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, en las comisiones de Ciencia y Tecnología de la Cámara de Diputados y Senadores y de fundaciones que apoyan “el desarrollo de México”.

En todas partes les dijeron lo mismo: que no daban dinero para proyectos, que ahí solo hacían o gestionaban leyes; algunos “les ayudaron” con cartas de recomendación para ir a otras instituciones, que resultó que tampoco tenían recursos.

“Estábamos defraudados, impotentes porque ves cuántos recursos se reparten las instituciones del Estado mexicano; pasaron los días y no recibimos ni apoyo y mucho menos respuesta de ninguna institución, los grandes presupuestos solo se usan para pagar sueldos”, comenta Marcos.

La UNAM y la Agencia Espacial Mexicana (AEM) intervinieron para solicitar a la Universidad Internacional de Australia una prórroga para poder realizar los pagos y para extenderles cartas para solicitar los recursos. Hasta el 6 de enero, los jóvenes habían logrado reunir cerca de 350 mil pesos. La siguiente opción fue recurrir a la sociedad mexicana, arrasada en redes sociales con los memes, chistes y noticias de la próxima fiesta de 15 años de la joven Rubí en una ranchería olvidada en San Luis Potosí. Los jóvenes, que tienen presencia digital como “UNAM Space”, crearon una campaña en la página de Fondeadora y ahí comenzaron a recibir pequeñas donaciones.

Los estudiantes también se acercaron a las fundaciones Telmex y Televisa, entre otras y ninguna respondió. La única que aportó una suma fue Up Sí Vale, y la Asociación de Exalumnos de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, además del “boteo” al que convocaron a algunos legisladores, entre ellos Martha Tagle.

“Nos enojó enterarnos que a la quinceañera Rubí le ofrecieron hasta becas para estudiar, que las empresas que apoyan este tipo de cosas que solo son mediáticas, solo les sirve para mostrar su marca y ganar. Ya estamos acostumbrados a que le den prioridad a este tipo de cosas que no valen la pena apoyar en vez del desarrollo de estudiantes”, explica Marcos, con cierta desilución, pero sin que su buen ánimo.

La visa, otro problema

Una vez que fueron aceptados, tramitaron su visa estudiantil a finales de noviembre. No contaban con que la respuesta a ese trámite tarda entre cuatro y seis semanas, además de desembolsar de dos mil 600 pesos mexicanos, además de mil 100 pesos para realizar el trámite de huellas digitales y fotografías que la solicita la embajada.

Un par de días de que se venciera el tiempo límite para cursar el programa,también solicitaron apoyo a la Secretaría de Relaciones Exteriores y a las respectivas comisiones en el Senado de la República y la Cámara de Diputados, pero tampoco obtuvieron respuesta.

Los jóvenes consiguieron el dinero y abordaron su vuelo a Australia. Lograron llegar, dice Marcos, pero ahora tienen la certeza de que en México “no hay apoyo al talento o a la gente que estudia”.