Un bar en Washington DC pretende capitalizar uno de los momentos mediáticos quizá del siglo, sin exagerar. El jueves 8 de junio Shawns Tabern abrirá temprano por la mañana por única ocasión y tendrá un menú especial, en el que se encuentran varios platillos con nombres que hacen referencia al mundo de la política estadunidense: sándwich FBI o el famoso trago white russian podrán consumirse desde las 9:30 de la mañana. Pese a lo llamativa de esta oferta, el atractivo principal no se encontrará ni en la cocina, ni en el bar, el espectáculo del día se transmitirá en las cinco pantallas. El protagonista: James Comey, exdirector del FBI. El tema: la primera comparecencia pública ante el Senado desde que fue despedido por Donald Trump. La relevancia del tema se entiende en sí mismo tras la salida de Comey como director del FBI. Según trascendidos de la cadena ABC, se quedará apenas corto de confirmar una petición que caería en la obstrucción de justicia por parte del presidente Trump, una posibilidad que comprometería aún más de lo que ya está, a la Casa Blanca por las conexiones de Rusia con la campaña presidencial. Por ello, lugares como Shawns Tabern se han sumado al frenesí que han impulsado los medios y cadenas de televisión por cable. CSPAN, la cadena de la televisión publica que transmite las sesiones legislativas, espera su mayor audiencia en la historia. Nunca un evento había generado tal interés en tantos sentidos. El SuperBowl de la política lo han llamado algunos medios. En lo que respecta a Trump, el gobierno y las instituciones son el enemigo y no merecen fidelidad. Fue así como vino el despido de Comey y, a partir de entonces, una batalla que se ha convertido en personal, pues el exdirector siente que su honor y trayectoria fueron manchados por la mano de Trump, decidido a dañarlo políticamente tras lo supuestos reportes periodísticos que afirman que Comey se negó a jurarle lealtad en el caso de Rusia y el general Michel Flynn. En caso de que se dé una mayor luz a lo que diarios como el Washington Post y New York Times han publicado, la conexión de Rusia con la campaña de Trump y las acciones que su gobierno ha realizado para desviar concisamente la investigación, cobrarían mayor fuerza en cuanto a que los hilos, lejos de irse cortando, mantienen una línea que no parece dirigir a algo inocente. Por el momento, dos personas mantienen en silencio esa claridad: James Comer y Robert Muller, exdirector del FBI y ahora nombrado consejero especial al caso de la campaña Trump y la supuesta injerencia del gobierno ruso. En el entendido de que es una investigación abierta y en operación, será poco lo que puedan confirmar con apertura absoluta. Sin embargo, la comparecencia y los dichos que dé a entender Comey serán leña para la cobertura que los medios han mantenido sobre el caso.
›Lo que diga Comey podrá ser utilizado contra Trump en dos sentidos: por una parte el conocimiento del estado de la investigación y la cantidad de pistas abiertas que se puedan confirmar a los cuestionamientos de los senadores.
Por otra, las acciones que Trump tuvo para con su persona durante los múltiples eventos en los que coincidieron durante su corta gestión en la actual administración. En la prensa se habla de memorandos, notas y grabaciones que supuestamente mantuvieron durante dichas interacciones. De confirmarse, existe un caso contra Trump, quizá más grande que la supuesta injerencia rusa en la pasada elección, y por ello la importancia histórica que podría tener la comparecencia de Comey el día de hoy. Será un proceso difícil y largo comprobar la relación directa entre el tema electoral y el gobierno de Rusia.
La comparecencia ocurre en medio de críticas de Trump a su propia gente y gabinete que de igual forma están involucrados con el caso Rusia. El procurador Jeff Sessions ha ofrecido renunciar por lo menos en un par de ocasiones según ha confirmado el New York Times, a la vez de que el vocero Sean Spicer se negó a confirmar el respaldo irrestricto de Trump hacia Sessions. Malas señales en ese sentido. Y es que, según los reportes, Trump se encuentra molesto con el procurador Sessions, por la distancia que este ha tomado del caso Rusia. Siendo el exsenador un servidor público con conflicto de interés, pues fue otro de los que mantuvo contacto con autoridades rusas durante la campaña presidencial, fue obligado a disculparse de la investigación. Parte de las últimos reportes periodísticos involucran a Comey con Sessions, pues según estos, el entonces director del FBI le habría pedido a Sessions que no lo dejara solo con Donald Trump por temer a las peticiones que le pudiera hacer y que lo pudieran comprometer de más. Estos reportes provocaron la separación entre el presidente y su procurador. En algún momento la información que se manejó planteaba la posibilidad de una imposición de la Casa Blanca para evitar la comparecencia de Comey. Misma que al final fue desechada y apelaron a la sensatez en permitir la declaración de Comey. Como la mayoría de los eventos que generan especulaciones enormes, sobretodo en la prensa, puede terminar siendo un fiasco, es decir, que no diga nada nuevo o declare algo que implique de una manera más clara a Trump en su obstruccionismo en el caso Rusia. Sin embargo, entendiendo el respeto que tiene Comey por Muller y el hecho de que existe una investigación del FBI en curso, seguramente es poco lo que pueda decir Comey, aceptando por otra parte que el hecho mismo de que haya decidido comparecer públicamente ante el Senado, sabiendo también de la atracción mediática mundial y las repercusiones legales que puede tener, puede ser que al final la gran declaración no esté ahí. De todas formas la historia continúa y esta vez se escribirá uno de los capítulos más atractivos de lo que Trump ha convertido en un reality show de la política, en plena época de House of Cards.