El robo a trenes, un acto de revancha social

19 de Abril de 2024

El robo a trenes, un acto de revancha social

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En sólo 15 minutos, los pobladores de Acultzingo dañan la vía que obliga al convoy a detenerse, y en una hora saquean vagones con productos de fácil venta en 
la región, lo que representa una forma de subsistencia en este cinturón de miseria

En Acultzingo, siete de cada 10 habitantes son pobres. En este municipio montañoso de Veracruz el desarrollo y bienestar ha pasado de largo. Es aquí, en la comunidad de Huaxtitla —una de las 38 que conforman el municipio—, en donde está el corazón de la operación para el robo de trenes, y donde el botín se distribuye a ocho poblaciones más de la zona.

En esta región de casas a medio construir, donde el cultivo apenas alcanza para el autoconsumo, habitan 10 mil pobres contabilizados por el Inegi y que nutren el ejército de robo a trenes, porque para muchas de estas familias es un derecho hacerlo al carecer de lo básico y sin expectativas de mejorar, una suerte de revancha social.

De este lugar es originario Roberto de los Santos de Jesús, El Bukanas, a quien las autoridades han identificado como narcotraficante y el principal líder huachicolero y asaltatrenes de la zona. Este hombre de 38 años y piel tostada, como todos por acá, es famoso y protegido en la región, no sólo porque lo persiguen las autoridades, sino porque recluta a campesinos e indígenas prometiéndoles sacarlos de la pobreza. Y en cierta forma es verdad, porque consiguen alimentos, ropa, zapatos o electrodomésticos que de otra forma no obtendrían.

Carecer de lo básico

Acultzingo forma parte de un corredor de municipios que converge con Orizaba, Río Blanco, Camerino Z. Mendoza y Nogales. En ese entreverado sistema montañoso se encuentra Huaxtitla y para llegar hay que caminar unos 30 minutos por un senda de barro oscuro, aguantando el viento frío que reseca las fosas nasales hasta sangrar. La otra opción es pagar 10 pesos por un pasaje en un viejo autobús de tercera, oxidado en cada rincón, con asientos de fibra de vidrio y algunos acolchonados con una tela gris que al sentarse expande el polvo acumulado, y en el que la sensación de calor puede ser el doble que afuera.

Hay que subir hasta el puente “Los Mochis”, en el kilómetro 283+179 de la ruta Veracruz-México, y ya se llegó a este punto estratégico en que se ha convertido Huaxtitla, donde sólo hay 50 casas. Los vecinos se trasladan, entre comunidades y hasta la estación del ferrocarril, en mototaxis, que aunque están prohibidas en el estado, acá facilitan toda la comunicación a 10 pesos la dejada.

Desde el pasado 19 de mayo, cuando un tren fue separado de los vagones cargueros para poder robarlos, el sistema de frenos falló y provocó el choque de 17 furgones, el destrozo de las vías y cuatro heridos y un maquinista fallecido, las autoridades debieron cambiar de estrategia.

Ahora la bienvenida a la comunidad la dan los militares, que preguntan cada detalle a los visitantes y trabajadores de Ferrosur (filial de Ferromex), que llegan para realizar las maniobras de reforzamiento de las vías en los patios de trabajo entre Orizaba y Río Blanco. Es que los soldados, marinos, policías federales y estatales instalaron una pequeña base de operaciones en la estación Huaxtitla Sur, que por ahora inhibe el robo o por lo menos lo dificulta más.

Robar trenes no es una actividad nueva ni desconocida para los vecinos de las vías ferroviarias de la región, ha sido siempre una forma de ingreso y al paso de los años fueron vendiendo su silencio y se volvieron cómplices a cambio de cajas de licor, costales de grano o un electrodoméstico.

Para entenderlo hay que recorrer la zona y descubrir esta región montañosa por donde atraviesa el tren y donde se registra el mayor número de asaltos a las cargas. En esa misma ruta habitan 170 mil 471 personas en condición de pobreza, de un total de 275 mil 463 habitantes de 11 municipios ferrocarrileros que se ubican entre Puebla y Veracruz.

Los empleados de Ferromex (y su filial Ferrosur) trabajan en el cambio de los durmientes de madera por durmientes nuevos. La madera es apilada o recogida por los lugareños para alimentar los fogones.

En Acultzingo se concentra el 68.9% de personas con carencias, de una población de 20 mil 973 habitantes. El 50.7% no tienen acceso a los servicios básicos, y toda la zona cuenta con seis pequeñas clínicas que atienden sólo 10 médicos, de acuerdo a los datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social.

Las condiciones no son mejores en los otros municipios, la comida es un bien limitado en toda la región. Así, la pobreza le facilitó a la banda de Los Rosas, que desde hace años roba los vagones del tren, comprar voluntades regalando o vendiendo muy barato costales de maíz, frijol, arroz o trigo, electrodomésticos o licor, que usufructuaban del tren.

Táctica y estrategia

Aunque en esa zona el robo al tren es algo común, en general fue siempre a menor escala. Pero información recabada por ejecentral muestra que en los últimos años las técnicas para detener la máquina dejaron de ser rudimentarias.

Años atrás se dejaban grandes rocas con palos y piedras para que el ferrocarril se detuviera y se pudiera acceder a la mercancía. Se trataba de una sustracción rápida y de poca escala.

Pero conforme se incorporó el crimen organizado en los últimos años, especialmente a partir del freno al robo de combustible, migraron al asalto a trenes; y con su presencia se incorporaron mejores herramientas y estrategias.

La primera parte del trabajo lo hacen en unos 15 a 25 minutos. Golpean la placa de asentamiento que refuerza la base del riel; con la placa floja, pueden arrancar los clips en forma de “e” que dan estabilidad al riel y este queda flojo. La inestabilidad de la vía hace detener la máquina y cuando esto ocurre, como en una película del viejo oeste, pero sin caballos, salen varias camionetas con unas 20 o 30 personas que saquean, de forma bien organizada, creando cadenas para sacar la mercancía de cuatro o cinco vagones, que “vienen marcados previamente”. Tardan hasta una hora en llevarse todo.

“EN LAS TRIPULACIONES del tren comenzaron a usar guardias de seguridad y lo que hicieron (los asaltantes) es usar a mujeres y niños, que no les podían disparar, en lo que robaban la mercancía (…) los pueblos saben y conocen, pero guardan silencio porque de cierta manera se benefician o los amenazan de muerte”, dijo un exresidente de la comunidad de Camerino Z. Mendoza.

Señalamiento del tramo del kilómetro 283 + 179, túnel “Los Mochis”, de la ruta Veracruz-México, donde se realizan los atracos.

La ventaja de los productos robados no es menor. Una caja de licor se puede revender hasta en mil pesos con doce botellas de brandy. En el mercado legal se ofrecen hasta en tres mil o tres mil 500 pesos.

“En los bazares del miércoles en Camerino Z. Mendoza, Nogales, Río Blanco, se vende el trigo o el maíz muy barato. No llega ni a los 10 pesos el kilo de estos granos. Una vez asaltaron un camión de zapatos Andrea y durante meses la gente compró pares de zapatos a menos de cien pesos (…) Así funciona esto, así funciona la necesidad de la gente”, explicó la fuente.

Los Rosas

De regreso a Huixtitla, Acultzingo, desde el túnel “Los Mochis” se puede ver el trazo del municipio y al pie de la vía está la casa de Armando Vázquez Gámez, hijastro del alcalde René Medel, uno de los acusados por el gobierno de Veracruz de participar en el grupo Los Rosas, que se unieron al Bukanas al regreso de éste a su zona natal. El grupo ya se dedicaba al robo de mercancía del ferrocarril; aunque no estaban directamente relacionados con los grupos criminales del narcotráfico.

Los Rosas son un grupo criminal, de acuerdo con las autoridades, dirigida por los hermanos Alonso y Mario Rosas Longino y su primo, Eligio Rosas; que a su vez han involucrado a vecinos de los municipios Acultzingo, Soledad Atzompa, Camerino Z. Mendoza y Río Blanco. En la acusación del gobierno estatal también sobresale uno de los dirigentes de la asociación indígena Titlapowaske Tekiwapah.

Al paso de los años este grupo se fue perfeccionando en las técnicas de asalto y en el conocimiento de las piezas clave de las máquinas que, cargadas o vacías, pareciesen como si fueran agarrándose del riel como un gusano que escala un tronco.

El accidente ocurrido hace seis semanas en los patios de trabajo de Río Blanco y Orizaba, obligó a las autoridades a actuar, a pesar de que los reportes muestran que desde hace un tiempo el crimen organizado se apropió de la operación, pero sin irrumpir en las comunidades, pues sus líderes, que también son de la zona, comprendieron que necesitaban de las comunidades, y ellos a su vez, resultaba una fuente de ingresos muy fácil y necesaria, tras los operativos de las autoridades en la zona poblana del llamado Triángulo Rojo, una región a tan sólo unos minutos de Veracruz.

De policía a jefe huachicolero

Roberto de los Santos de Jesús El Bukanas inició como un policía municipal de Acultzingo que fue reclutado por el grupo criminal Los Zetas. Las opciones eran dos en aquel escenario, ingresaba y se entrenaba o lo mataban.

Entre 2013 y 2014 Roberto sobresalió por su conocimiento carretero de la zona. Luego se convirtió en uno de los responsables del rancho de entrenamiento San Pedro, por su manejo de armas largas, porque había trabajado en las corporaciones de Maltrata, Acultzingo, Camerino Z. Mendoza y Río Blanco.

“La zona estaba demasiado pesada y el crimen comenzó a operar en la zona montañosa con miras a entrarle al robo de gasolina en Puebla”, relata una fuente.

De los Santos se hizo amigo de Jorge Eduardo “N”, El Lalo o El Contador, el anterior jefe de plaza que simuló su secuestro para huir de los policías en una redada, y hasta 2016 fue detenido por la Policía Federal.

Los clips en forma de “e” tienen la función de asegurar la vía y que ésta no se suelte al ser destornillada, como lo venían haciendo las bandas de robatrenes.

El Contador se hace amigo de él (Bukanas), lo apoyó, cuando detienen por vez primera al Contador, él lo apoyó para que pareciera una persona agraviada y de ahí, se lo jala, se vuelve aliados (…) El Bukanas se va a Puebla encargado del tema de huachicol”.

Desde 2015 comenzó la convulsión de la organización. La zona era controlada por José “N”, El Chichi, que abusaba de su poder contra comerciantes. Además, Manuel “N”, El Cachorro, comenzó a crecer en influencia. Pero ambos fueron detenidos en 2016.

El Bukanas se dirigió a la zona de Palmar de Bravo, Chalchicomula, Huixcolotla, en Puebla, para dedicarse de lleno al robo de combustibles, sin dejar de lado el secuestro, la extorsión y el despojo contra campesinos y jóvenes que eran invitados a trabajar para él como “una forma de salir de pobres”. Así se fue formando el grupo Sangre Nueva Zeta.

Al sentir riesgo de captura en Puebla, los informes señalan que desde hace ocho meses, el crimen organizado se incorporó al robo de trenes después de que Petróleos Mexicanos (Pemex) y el gobierno federal dejaran de utilizar los ductos y trasladaran los combustibles en sistema de pipas.

La zona montañosa veracruzana, limítrofe con Puebla, no tiene muchas opciones de desarrollo. Las principales fuentes de ingresos son la migración, la venta de barbacoa de borrego y la siembra de maíz. Quienes ingresan al robo de trenes o camiones, lo ven como segunda actividad para afianzar sus ingresos. En momentos de riesgo regresan a sus oficios originales.

En este escenario, la experiencia y entrenamiento del grupo de El Bukanas, sumado al conocimiento de Los Rosas y la necesidad de la población, crearon una fórmula perfecta para el robo de trenes, distribución y venta del botín, y con protección social en la zona montañosa que para las autoridades es complejo penetrar.