El cuerpo de Don Agustín yace al pie de un árbol en la Unidad Habitacional Tlatelolco; junto a él, una carta póstuma explica los motivos que lo llevaron a terminar con su vida: “Perdón por este mal rato, pero ya ven que en este país la ley no contempla la muerte asistida”. Con un revólver, el hombre de 72 años decidió poner fin al sufrimiento que significa padecer Alzheimer, ante la falta de una legislación que contemple la eutanasia como una forma de ayudar a las personas que deciden finalizar su vida de una manera digna y asistida. En sus últimas palabras, Don Agustín pidió perdón a las autoridades por haber cometido este acto cerca de las instalaciones de la Estación Policial Nonoalco, ubicada en Tlatelolco; pero explica que lo hizo para que descartaran un homicidio y aceleraran el proceso para entregar su cuerpo a su esposa.
Me suicido por el rápido deterioro que estoy teniendo en mi salud mental, ya que estoy empezando a perder la memoria y no quiero vivir con Alzheimer, explicó.
Por último, Don Agustín agradeció a las autoridades por el apoyo que pudieran dar a su esposa, pues dijo que era una mujer sola que no contaba con el apoyo de nadie para realizar los trámites que implica reclamar su cuerpo.
El suicidio de Don Agustín es un llamado a la necesidad de que la legislación mexicana contemple la figura de la eutanasia como una forma para que los pacientes con enfermedades terminales o crónico-degenerativas tengan una muerte digna y no tengan que recurrir a actos como este. (Foto: Especial). MR