En México así tratamos a nuestros invitados

19 de Abril de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

En México así tratamos a nuestros invitados

juez-mazo

El día que los detuvieron los policías judiciales, estaban haciendo compras navideñas en el centro comercial de Interlomas. En un principio, creyeron que los estaban secuestrando como escucharon les había sucedido a otros extranjeros. Qué equivocados estaban. Los judiciales los maltrataron extra, porque el Procurador su jefe, los hizo trabajar en fecha de descanso y hasta el carajo de lejos. “Se metieron con gente influyente, pendejos”.

Ellos se llaman Antonio y Coral. Son venezolanos que llegaron a México porque él, fue invitado a trabajar en una de las compañías más grandes del hombre más rico del mundo. Después de muchos sacrificios, estudios, mudanzas, el grupo empresarial le ofreció un buen sueldo y la oportunidad de vivir en la que creyeron sería la ciudad de sus sueños.

Con ellos se trajeron a México a sus tres hijos. Y los inscribieron en la que les dijeron era la mejor escuela de la ciudad: El West-ill. Todo marchaba de maravilla con su nueva vida, hasta que de pronto un día los llamó la directora del colegio y les dijo que su hijo es muy inteligente y necesita más retos, el segundo grado no es suficiente para él, por lo que hemos tomado la decisión de promoverlo —a medio ciclo escolar 2011-2012 — a tercer grado de primaria.

Oiga, suena bien, pero nos preocupa que aún no tenga la madurez y que tenga que cambiar de compañeritos cuando apenas está haciendo amigos en el segundo año. No se preocupen, les dijeron. Nosotros somos una institución seria y veremos por el bienestar de su hijo. Incluso haremos el trámite ante la SEP, que es la autoridad pertinente en México.

Así, de buenas a primeras, lo cambiaron de grado y salón. Pero también en esos días, la escuela cambió a la Directora del plantel y a la maestra de tercer grado. Como es de imaginar, el hijo de Antonio y Coral se quedó en completo desabrigo y descuido por parte de la institución escolar. Y los problemas no tardaron en hacerse presentes. Los niños mayores no lo aceptaron e incluso, lo agredían física y mentalmente. Bajo tal bullying, pronto llegó el punto en que el niño no quería ir más a la escuela. Van pues los padres preocupados a ver a la autoridad de la institución educativa y nada, no se preocupen, es normal, pero que mejor no vaya a actividades extraescolares, que no vaya a natación, que no se junte con ellos, que mejor haga nuevos amiguitos.

Entre ires y venires a la escuela, directivos, charlas, profesores, terapias, reclamos, psiquiatras, se pasaron los días dándoles la escuela largas a los padres y los padres preocupados por el bienestar de su hijo. Hasta que dijeron “basta”. Nos lo queremos llevar a otra escuela donde no lo maltraten. Pues fíjense que no pueden —les contestaron— porque si se lo llevan en este punto, perderá tercer año. Y como tampoco se ha terminado el trámite con la SEP, perdería segundo año también. Oiga, de haber sabido que esto sería así, nunca lo habríamos cambiado. Pues se joden, que así funcionan las cosas por aquí.

Antonio se sintió terrible. Impotente. Indefenso. Y además, culpable del malestar de su hijo. Ver sufrir a un hijo es espantoso. Pero saberse el causante parcial de ese sufrimiento, es insoportable. Máxime cuando lo hacen menos porque no tiene la capacidad que el grado exige. Peor cuando estudiando con él, se percata que no sabe hacer la multiplicaciones complejas que requiere un alumno en tercer grado.

Total, que para no afectar más a su hijo, la pareja esperó a que pasara a cuarto grado. Y entonces sí, se dirigieron a la SEP para ver cómo iba el proceso porque les urgía cambiarlo a otra escuela. Pero en la SEP, les dijeron: no tenemos información ninguna de su hijo ni de su promoción. ¿Cómo? ¿Es en serio? Sí, no tenemos nada. Y no es la primera vez que pasa en ese colegio. Les sugerimos ir a hablar con ellos porque el trámite toma un año entero. ¡Maldita sea! Uno no quiere que el hijo siga sufriendo en un lugar y se encuentra atado de manos. Busquemos un abogado, porque siendo de fuera, no sabemos ni qué podemos hacer ni qué dicta la ley en México.

El abogado civil que les recomendaron, les sugirió avisar a la escuela que emprenderían acciones legales. En contestación, en dos semanas la escuela les dijo que tenían “palancas” y que ya estaba el expediente listo y terminado. Como Antonio puede ser cambiado de residencia de un día a otro por su trabajo, le dijo a su esposa: vayamos a la SEP a ver que todo sea cierto, no quiero que al rato vaya a perder más años nuestro hijo.

En la SEP se encontraron con otra desagradable sorpresa. El expediente estaba completo, sí, con cuatro exámenes extraordinarios con calificación aprobatoria. Pero dos de ellos, no estaban llenados con la letra de su hijo. ¿Cómo es eso posible? No le mueva, le dijeron.

Pues no señor. Mi hijo no será parte de cosas hechizas. O queda bien, o no queda del todo. Entonces su abogado civil les hizo una demanda conjunta: El West-ill y la SEP, por un monto que dictaminó un perito. Ellos, al no conocer nada de aquí, se pusieron en sus manos.

Al tiempo les avisó el abogado civil que les contestaron que la demanda no procedía porque la SEP al ser ente gubernamental, no puede ser demandado por vía civil. Entonces qué se hace. Pues demandar al colegio únicamente. Ok, dejen a la SEP de lado. Vale, adelante.

Semanas después, los detienen judiciales del DF en el Estado de México. Los pasean por horas para esperar que cierren tribunales por vacaciones. Los llevan directo a reclusorio y no ante el juez. Y nunca se dio aviso de que había una averiguación previa en su contra; ni a ellos en persona ni a su embajada. Violación procesal tras violación procesal. Te chingas, por extranjero.

Los acusan de haber querido engañar al juez civil porque existían dos demandas: una rechazada y una nueva (donde mencionan que la primera fue rechazada). Fraude Procesal contra el West-ill. Ambos padres presos, el futuro se muestra desolador para los tres hijos pues irán a parar a los orfanatos del DIF. Antonio no puede permitir eso y echa mano a sus fondos escolares y de ahorros para sacar a su madre de la terrible Venezuela para deje su vida y venga a hacerse cargo de su tutela mientras se aclara la situación.

Le ofrecen algunos oficiales, una solución: que se desista de la demanda civil, y entonces, quizás, el fiscal se desista de la demanda penal. No quiere hacerlo. Siente que lo traicionarán. Y entonces a Antonio en la cárcel se le acerca un tipo y le dice que ande con cuidado porque se metió con socios del exalcalde que Hebra todos los hilos de la ciudad. Vive con temor, por él, por su esposa, por sus hijos.

Ya ha ganado dos amparos pero los abogados del West-ill piden revisión de los mismos y en total llevan ya ocho meses tras las rejas. Se han perdido navidad, año nuevo, aniversarios, cumpleaños y su trabajo. No le quedan ya ahorros y no puede ver crecer a sus hijos. El Estado y toda su fuerza, contra ellos. Todo, porque él no tiene “palancas”. Todo por querer ver por lo mejor para sus hijos.

Se llaman Antonio y Coral. Son dos venezolanos que vinieron a tabajar aquí y que hoy están en la cárcel bajo leyes que no conocen y sin que nadie pueda sacarlos. Porque en México, así tratamos a nuestros invitados.

Este es el caso en Change.org. Ayúdalos firmando esta petición.

@Zolliker