En picada, aprobación de Jair Bolsonaro

25 de Abril de 2024

En picada, aprobación de Jair Bolsonaro

La polémica es el sello que ha acompañado desde su candidatura a la Presidencia al jefe del Ejecutivo de Brasil, pero ahora, su estilo de trabajo sólo le atrajo una caída en su popularidad

redaccion@ejecentral.com.

El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, resultó electo el año pasado en medio del descontento popular, producto del estancamiento económico y del caos político y gracias a sus promesas de un “futuro mejor”.

A unos días de cumplir 100 días en el cargo, muchos brasileños sienten que el exlegislador no está cumpliendo su promesa.

El índice de aprobación de Bolsonaro, que empezó a caer en cuanto asumió el poder el 1 de enero, bajó de 49% en enero a 34% en los últimos días de marzo, según cifras del Instituto Brasileño de Opinión Pública y Estadística. Este es el nivel más bajo que se haya registrado jamás para un presidente brasileño en sus primeros 100 días de gobierno.

Declive. Bolsonaro está descubriendo que su estilo inflexible y su inclinación por Twitter no funciona sin una mayoría en el Congreso. Foto AFP

Nepotismo, discurso de odio y mala administración

Bolsonaro llegó a la cabeza del país más grande de América Latina después de 13 años de crisis políticas, económicas y de criminalidad durante los gobiernos de izquierda que provocaron gran desilusión en todo Brasil.

Bolsonaro, quien durante muchos años se desempeñó como diputado, sacó provecho de las frustraciones del electorado y realizó una campaña de polarización similar a la de Donald Trump, quien ahora es su aliado cercano. Atacó a las mujeres y a las minorías, a las instituciones democráticas y, según una corte brasileña, incitó al odio y a la violencia.

A pesar de todo esto, ganó la presidencia en octubre pasado con el 55% de los votos, eso es inferior al 60% de los votos que obtuvo el anterior presidente de izquierda, Luiz Inácio Lula da Silva, quien arrasó en las elecciones de 2002 y de 2006. En Brasil, el voto es obligatorio.

Muchos brasileños expresaron sus esperanzas de que una vez en el poder, el exdiputado federal hiciera a un lado la demagogia y el fanatismo para enfocarse en los grandes retos que enfrenta Brasil. Estos incluyen el estancamiento económico, la corrupción rampante del gobierno y la creciente violencia urbana. Nada de eso ha ocurrido.

Horas después de haber asumido el cargo, Bolsonaro emitió una orden ejecutiva para reducir las regulaciones para proteger el medio ambiente en el Amazonas, lo cual hizo enfurecer a los ambientalistas de todo el mundo y puso en peligro a los indígenas brasileños que viven en la selva tropical más grande del mundo.

Peleas innecesarias

Bolsonaro ha demostrado una falta de oficio en los procesos legislativos a pesar de haber sido legislador durante casi tres décadas.

Una de las promesas de campaña más importantes de Bolsonaro era la de reformar el desgastado y caro sistema de pensiones de Brasil para ayudar a la economía. Pero su manejo de las negociaciones para ahorrarle al país 270 mil millones de dólares durante los próximos 10 años ha sido malo, ya que busca aumentar la edad de retiro y las contribuciones individuales, lo que ha provocado la frustración de la frágil coalición de legisladores de varios partidos que están trabajando para la aprobación de su plan.

Bolsonaro tuvo enfrentamientos con algunos seguidores de la propuesta, incluyendo al vocero de la Cámara baja. Tampoco ha explicado los aspectos más críticos de la reforma propuesta. Ahora es poco probable que se apruebe la reforma de pensiones que necesita el respaldo de tres quintas partes del Congreso antes de junio, la fecha límite que fijó Bolsonaro.

Nexos. El 31 de marzo, Bolsonaro anunció una Oficina de Negocios en la Jerusalén, decisión que le atrajo críticas de la clase política de Brasil. Foto AFP

El controvertido gabinete de Bolsonaro

Los primeros 100 días del excapitán del ejército apodado el Trump de los trópicos, también se han visto ensombrecidos por acusaciones de corrupción.

Y es que el exmilitar retirado no ha tomado en serio los repetidos cargos de corrupción en contra de varios de sus auxiliares.

Esta situación es peligrosa en Brasil, en donde una investigación que lleva ya varios años todavía se lleva a cabo y ha enviado a prisión a dos presidentes, varios legisladores y docenas de ejecutivos corporativos por cargos de soborno.

›Bolsonaro además sorprendió a muchos cuando señaló que le gustaría que su hijo, un concejal de ultraderecha de la ciudad de Río de Janeiro y que maneja la cuenta de Twitter del presidente, se uniera a su gabinete. Los tres hijos del mandatario desempeñan un papel inusualmente activo en el gobierno de su padre.

Los críticos también están preocupados por las continuas referencias de Bolsonaro a la dictadura militar como forma de gobierno.

En abril se desataron protestas cuando Bolsonaro pidió a los brasileños honrar el aniversario del golpe de Estado de 1964 que terminó en un gobierno militar en Brasil. La dictadura brasileña que duró 24 años cobró 191 vidas, “desapareció” a 210 disidentes y torturó a varios miles de personas, según indica un reporte de gobierno de 2014.

“La libertad y la democracia sólo existen cuando el Ejército así lo quiere”, ha venido comentando Bolsonaro desde entonces.

Bolsonaro sirvió en las Fuerzas Armadas de Brasil. Su vicepresidente, Hamilton Mourao, es un general retirado. Ocho de los 22 ministros del gabinete de Bolsonaro son oficiales del Ejército.

En ninguno de los gobiernos democráticos de Brasil había habido tantos militares, incluso más que en alguno de los gobiernos de la dictadura.

Presión. Indígenas y activistas brasileños protestaron el 23 de abril frente a la misión de Brasil ante la ONU, en Nueva York. Foto AFP

Algunos de los miembros civiles del gabinete también son polémicos.

Damares Alves, la pastora evangelista que encabeza el Ministerio de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos, se ha dedicado a promover los “valores familiares”, lo cual supone rescatar los valores tradicionales y combatir el aborto y la igualdad de género.

“¡Tenemos una nueva era en Brasil: los niños se visten de azul y las niñas de rosa!”, anunció durante su primer día en el cargo. Históricamente, el ministerio de Derechos Humanos busca mejorar las vidas de las minorías en el país y asegurarse de que la ley los proteja.

El primer ministro de Educación de Bolsonaro, Ricardo Vélez Rodríguez, quien tuvo que dejar el cargo a causa de malos manejos, hizo enfurecer a los maestros cuando ordenó a todas las escuelas públicas entregar a la secretaría un video de los alumnos cantando el himno nacional durante el primer día del nuevo año escolar.

El índice de analfabetismo en Brasil es uno de los más altos de América Latina, donde apenas 92% saben leer y escribir. Y la deserción escolar está entre las más altas de la región, con 28% de los alumnos que nunca se gradúan.

Es probable que la orden de Vélez fuera ilegal ya que las leyes brasileñas prohíben la elaboración de videos sin el consentimiento de los padres.

Se eligió a Bolsonaro para sacar a Brasil del aturdimiento. Después de tres meses en el poder, las promesas de un “futuro mejor” se parecen más a la crisis que precedía.

Este texto se publicó originalmente en The Conversation y fue traducido por Graciela González.