Enemigo número uno

25 de Abril de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

Enemigo número uno

js zolliker

Estoy, literalmente, cagándome de miedo mientras escribo estas líneas. Tener el poder de todo un país, de un Estado –por descompuesto que esté– persiguiéndote, está muy cañón. Y mira que no soy un ciudadano ni común ni corriente.

Ahora entiendo la figura del fuero: mientras te dure, no te pueden joder. Y ahora entiendo por qué a algunos les dio fuero el presidente y porque a otros, no. Yo soy perseguido, pero no contaban con mi astucia.

Así como fui capaz de construir millones de la nada, también soy capaz de defenderme contra el poder absoluto de un solo hombre. Ya me lo habían advertido: o te ajustas o te aclichingas. Y pues ni uno ni lo otro. Los hombres de fe, creemos en un ser superior que hará justicia tarde o temprano. Y yo creo que hará justicia más tarde…

¿Qué camino me quedaba, la verdad? Si te acusan de lavado de dinero, ¿qué contestas? Sí, tienen razón. O: “No, es una compuerta de la mafia del poder”. O: quedarte callado —todos mis asesores se negaron. O, la otra, decir que pactaron con tus contrincantes. O varias más decenas de respuestas. No por nada el juego del poder se equipara al ajedrez. (¿Saben ustedes que en el ajedrez un juego se determina en los primeros cinco movimientos? Pues intenté el sexto).

Muy claramente, les pregunto sobre lo anterior, aterrizando en dos vertientes: ¿qué pasa si en el recreo te amenaza el más guapo, el más fuerte, el hijo de la directora del colegio y que además es el más popular? ¿Cedes para que toda la escuela te dé de zapes? ¿Te maltraten? ¿O los confrontas? Yo no iba a dejar que me trajeran de su tarado, la neta. Entonces, me arrinconaron y sólo tuve la opción de intentar golpear más fuerte. No vi otra solución. ¿Me culpan por eso? ¿Ustedes creen que se llega a candidato siendo impoluto? ¿Tratando de dejar a todos contentos y satisfechos? ¡Nunca! Sé que cometí tropelías, varias. Me arrepiento y pido perdón a Di*s y a ellos, pero jamás lo aceptaré en público. No en mi papel. Es-tu-pendo, diría mi suegro. Y sí, es-mi-pendo, ahora.

¿Qué por qué me quedé callado después de las elecciones? ¿Qué por qué no cerré duro la campaña? Porque ya se los dije. No hay nada tan canijo como defenderte del Estado que te ataca. El poder total contra un individuo. Si cualquier policía atropella los derechos de un don-nadie que va caminando por cualquier calle y lo acusan de cualquier crimen, imaginen lo que nos pasa a los que tenemos “cierto poder” contra el mero dueño del país. Seremos el ejemplo. La causa perfecta. La reivindicación del nuevo régimen.

Revisé todas mis cuentas, cuentos, descalabros, aciertos, desaciertos y calamidades. Contraté a los mejores abogados, que son mis socios y externos y hasta ordené auditorías externas por tres empresas independientes. Que nada quede sin saberse.

¿Qué hice negocios brillantes en poco tiempo? ¿Millonarios? ¡Pues fui el candidato a la presidencia más joven! Mi vida está llena de retos, retos superados, todos.

¿Que qué me preocupa? Fácil: antes de las elecciones vi que se me venía el Estado con todo su peso. Y eso logró que me despidiera de la campaña y me ocupara de protegerme. Estoy escondido, apanicado, medicado incluso. Estoy arrinconado, atrincherado. Preocupado. Cuidándome. Porque sé que quien ocupa el poder, siempre y no sólo ahora, es voraz con sus enemigos. Y yo, por pendejo, me convertí en su enemigo numero uno. A ver cómo me va.