La tortura en la butaca

19 de Abril de 2024

Dany Saadia

La tortura en la butaca

Dany ficha

Hoy toca hablar de la tortura. Ésta consiste en causar de forma intencional un grave dolor físico o psicológico a alguien. Con este dolor, se intenta quebrar la resistencia y la moral del torturado, despojándolo de su integridad.

Cuando el sujeto torturado llega al límite de su resistencia se dice que ha llegado a su Breaking point. ¿Y eso qué tiene que ver con el cine? Con el cine, nada. Con el mal cine, todo. Pero, sugiero que no hablemos de Breaking Point porque en este caso el espectador tiene en todo momento el derecho de levantarse y marcharse del sillón de tortura.

Para el caso de la tortura cinematográfica he creado un término… un índice si nos ponemos científicos para describir esta situación. Se trata de CMUEDT y estoy seguro que acabará siendo estudiado por universidades americanas.

Las siglas CMUEDT responden a: la Cantidad de Mierda que Uno Está Dispuesto a Tragar. Cantidad de mierda a tragar, todo sea dicho, antes de que te vayas de la sala, te levantes del sillón o cambies de canal.

El CMUEDT estaba oculto a mis ojos hasta que el empirismo puro me dio una bofetada con una mala, mala, muy mala (y enormemente exitosa y popular) película que no me atrevo a mencionar por el riesgo a que me retiren mi pasaporte mexicano (No se aceptan devoluciones. México 2013).

Lo sabía, sabía que no me iba a gustar. No es por hacer un desprecio, simplemente no es mi tipo de humor, pero quien les habla se siente un profesional de vocación, pues todas las mañanas –cual sacerdote o militar- se repite el mantra de “cumple con tu deber, tienes que verlo todo”.

Y así lo hice. Le di al Play del reproductor y en el minuto 25 no pude más. Tuve que parar aquello. Del mismo modo me enteré que mi amigo el director Mauricio Valle se levantó de la silla en el minuto cinco. Su CMUEDT es más bajo que el mío. Podemos decir que él está más cerca de David Lynch que yo.

Sin embargo, este indicador se ve alterado por las falsas conclusiones de la mayoría de espectadores.

Me explico: cuando un espectador se ve atraído por un determinado reparto, corto, cartel o lo que sea y se sienta a ver la película y aquella resulta ser muy mala, lógicamente, debería levantarse en el minuto… digamos 20 (límite de su CMUEDT), pero no lo hace. ¿Por qué?

Por dos motivos absolutamente descabellados y ridículos: aún se puede arreglar. Si en los primeros 25 minutos no te ha interesado el “incidente incitador”, ni la presentación de los personajes, ni el clímax del primer acto… malas noticias, las cosas no se van a poner mejor, sino todo lo contrario. No voy a tirar el dinero.

¿Ya lo has pagado? ¿No te van a devolver el dinero? Pues en tal caso el dinero lo estás tirando infligiendo sobre tu persona tamaño martirio.

De ésta sólo te salvan tus dos patitas. “Levántate y anda”, como le dijeron a Lázaro, más bien corre y no mires atrás.

Pierde tu dinero, aprovecha el tiempo y destruye en redes sociales al hijo de perra que te intentó arrebatar tu dignidad durante esos 25 minutos de pura mala película. O como último recurso, puedes empezar una petición en Change.org para que los cines nos cobren como si fuera una compañía de telecomunicaciones por minuto consumido. De esa manera, la economía familiar y la armonía de la audiencia estará más a salvo.

@dany Cineasta y matemático