Tenía razón Gonzalo

19 de Abril de 2024

Laura Borbolla
Laura Borbolla

Tenía razón Gonzalo

Ha llegado el final del año, en mi época de niña, era muy típico, que se hicieran almanaques con el recuento de lo ocurrido durante el año, también se estila que sea el resumen de los hechos buenos y malos como si fueran efemérides y por último, se nomina al personaje o personalidad del año.

A finales de 2017, tuve quizá una de las mejores charlas matutinas en un lugar de Altavista, con un amigo entrañable, el gran abogado Gonzalo Aguilar Zinser, a quien lo conocí por mi querido y admirado Sergio Aguayo, a finales de septiembre de 2014, en el Seminario de Violencia y Paz en donde se expuso la denuncia del operativo “rápido y furioso”.

Varias veces platicamos de temas de la Fiscalía que en ese entonces encabezaba, de asistencia jurídica internacional y de extradición, del análisis de la necesidad de actualizar el contenido de los tratados internacionales en esas materias con el país vecino. Ya que lo que ocurría allá nada tenía que ver con lo que pasaba en México.

Una de las hipótesis que él tenía, basadas en evidencia de la investigación que había realizado el Senado de los Estados Unidos de América, respecto de la operación “rápido y furioso”, consistía en la que autoridades del Buró para regular el Alcohol, Tabaco, Armas de fuego y explosivos (ATF por sus siglas en inglés) habían coordinado con autoridades homólogas mexicanas, la entrega vigilada de armas de fuego de grueso calibre, para que fueran entregadas a la delincuencia organizada mexicana, con el objeto de tener claridad de los lugares en los que operaban y cuantos grupos delictivos eran organizados y trasnacionales.

La triste y lamentable historia es que autoridades del gobierno vecino del norte, encabezado por el entonces presidente Obama y del gobierno de México de Felipe Calderón, habían pactado una operación “encubierta” que salió mal, ya que las autoridades mexicanas habían perdido el rastro de las armas, de lo cual también existe evidencia en la investigación, antes enunciada.

Quizá ahora, con la captura del exsecretario de seguridad del 2006 al 2012, se tenga más claridad, y el actual Fiscal General de la República, busque darle seguimiento a la denuncia presentada por Gonzalo y se conteste, sí la pérdida de las armas fue accidental, negligente o intencional y sí uno de los beneficiarios fue o no el grupo delictivo del pacífico y de ser el caso sí fue o no con apoyo de la policía federal o de qué autoridad mexicana.

Otro tema recurrente, entre las pláticas que tuve con Gonzalo, fue que viajaba para verse en algunos lugares fuera del país, con el ex Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, de quien sólo tenía comentarios de admiración y cariño y de quien además, llevaba la defensa estratégica, de un sin número de temas que se construían desde distintas instancias en el entonces nuevo gobierno del ahora Senador Miguel Ángel Mancera, lo cual a la postre logró acreditar Gonzalo, satisfactoriamente para su amigo y defendido.

Ahora a la distancia, y en su ausencia, sólo puedo decir, que tenía razón Gonzalo, en casi, todos los temas.

Si en el almanaque del 2019, existe un personaje en la política nacional que ha sido la variable exitosa del gobierno federal del presidente Andrés Manuel López Obrador, es la presencia de un político con una esencia progresista y que cumple con la función de dar un buen resultado a su jefe, en el tema que se le encomiende, ya sea económico como la negociación del cobro de los aranceles por los Estados Unidos de América, la firma del nuevo Tratado de libre comercio con Canadá y los vecinos del norte (TMEC), el asilo político de Evo Morales, el trabajo de migración, el evitar que los grupos delictivos organizados de México sean declarados narcoterroristas, acudir a la atención de las víctimas de una masacre de la comunidad LeBaron, entre otros.

Los atributos de un político de alta escuela, como los que tiene el ahora Canciller Marcelo Ebrad Casaubón, fue la plática de muchos desayunos, en los que concluimos, que el perfil sí importa, que algunos funcionarios son como Ferraris estacionados y cubiertos con un guardapolvo, que con el tiempo se encienden y vuelven a dar de 0 a 100 kilómetros por hora en 5 segundos, que otros son todo lo opuesto y que las cosas de forma hacen fondo como lo que pasó con el operativo de “rápido y furioso”.

¡Felices Fiestas!