¿Hay lugar para la confianza?

8 de Mayo de 2024

Salvador Guerrero Chiprés

¿Hay lugar para la confianza?

SALVADOR GUERRERO

Crecientemente es denominador común en las conversaciones de abogados, periodistas, académicos, políticos en la Ciudad de México, especialmente aquellos no vinculados presupuestalmente con el gobierno federal, aquel de que los temas de impunidad, corrupción e incompetencia son abrumadores.

Menciono a la CDMX porque continúa como referencia básica en la construcción de debate, corrientes de opinión, agrupamientos políticos y su carácter más abierto permite apreciar, al mismo tiempo, tendencias que no necesariamente son compartidas en el resto del país.

Es decir, es al mismo tiempo una ciudad de apertura y, de otro lado, su cercanía con ella puede nublar la visión sobre lo que pasa en el resto del país.

Yo he escuchado opiniones consistentemente críticas respecto de la administración federal y de la CDMX. ¿Son ellas representativas de la mayoría del país o de la mayoría de mi circulo de fuentes informativas, amigos, conocidos, grupos etarios, segmentos sociales, de mis hábitos de lectura?

La calidad de los argumentos y de la información presentada por los actores críticos que leo o frecuento son verosímiles y, en el caso de datos empíricos sólidos, son lo que llamaríamos “verdad”.

También percibo la necesidad de rehacer el planteamiento de aquello que deberíamos tener respecto de la ciudad capital y del país: ¿existe relación entre nuestra pre construida actitud crítica y la capacidad de percibir logros y avances?

Entre integrantes de otros partidos diferentes del PRD, Morena o el PAN hay un juicio duro hacia la gestión del presidente Enrique Peña Nieto.

La dureza de ese juicio no es resultado ni única ni principalmente del uso de adjetivos que encierran descalificación: con mucha frecuencia hay datos y realidades observables y medibles…en los propios documentos oficiales y en la actitud y mensaje del presidente mismo.

Me sorprende que esas opiniones, con menor frecuencia, pero crecientemente, sean escuchables de miembros del PRI o de personas cercanas a ese partido carentes de relación presupuestal directa con otros priistas.

Las encuestas indican un alto índice desaprobatorio para la gestión de los gobiernos, ciertamente, y no solamente aquellos del PRI.

En la CDMX es muy claro que la percepción del gobernante local tiene un deterioro tan profundo como del titular de la Presidencia de la República. Incluso más acelerado en los últimos dos meses.

Entre los temas cuyos resultados e índices esenciales no se encuentran mejoras notorias en el periodo 2012-2016, a nivel federal y local, se hallan los relativos a inseguridad, desarrollo económico familiar o individual, índices de calidad de vida como los relacionados con el ambiente o la movilidad vehicular.

Aun en ese panorama respecto del cual, hasta los diarios más cercanos al PRI, o en su caso al PRD, ofrecen evidencia, es necesario tomar distancia y pensar si es que buena parte de nuestra perspectiva se ha contagiado de aquellas inercias que tendemos a dar por sentadas.

Así, a la pregunta de “¿existe relación entre nuestra pre construida actitud crítica y la capacidad de percibir logros y avances?” debo añadir otra, especialmente a partir del comportamiento de los actores políticos y los ciudadanos que con su esfuerzo intentan no ser corruptos, ineficientes o incurrir en actos u omisiones que les hagan tener la tentación o los induzcan a pensar en la impunidad.

Esta es: ¿existe lugar para la confianza en los gobiernos y en las autoridades de México o al menos, en la gestión de la presidencia y del gobierno de la CDMX?

¿Cuál es ese lugar?

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