Por tercer año consecutivo se produce un aumento del hambre en el mundo

19 de Abril de 2024

Simón Vargas
Simón Vargas

Por tercer año consecutivo se produce un aumento del hambre en el mundo

“El hambre es una de las grandes amenazas para la paz y la serena convivencia humana”.

Papa Francisco

De acuerdo a un análisis realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura durante el pasado 2017 se ha producido por tercer año consecutivo un aumento en las cifras concernientes al hambre en el mundo, llegando a casi 821 millones; es decir, se registró un incremento de 17 millones con respecto a los 804 millones de personas que padecían privación crónica de alimentos en 2016. El punto más bajo en la lucha contra la hambruna y sus padecimientos como la emaciación, la anemia y la desnutrición grave se alcanzó en 2014; ¿Qué ha pasado y por qué las cifras siguen creciendo?, ¿Cuáles podrían ser las principales causas de dicho incremento? La Unión Europea, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional y las Naciones Unidas realizaron un ejercicio de evaluación en dónde detectaron tres factores principales que han detonado el incremento en las cifras: la inestabilidad que aún predomina en muchas regiones azoradas por las guerras y los conflictos; el cambio climático y el poco crecimiento económico. Durante 2017 se han registrado conflictos bélicos en Irak, Siria, Yemen, Colombia, Ucrania, Nigeria, Camerún, Afganistán, Sudán del Sur, la República Centroafricana, Somalia y la República democrática del Congo; de los cuales Sudán del Sur, Somalia, Yemen y Nigeria han sido identificados con riesgo de hambruna y han solicitado ayuda humanitaria al resto de los países; por otro lado en el caso de Siria, Yemen e Irak la crisis se ha derivado de los desplazamientos internos y transfronterizos, donde se calcula que más de 10 millones de personas han migrado. Pero no sólo se trata de los conflictos armados, sino de los cambios climáticos, el año pasado se tuvo una devastadora temporada de huracanes que sumada a las olas de calor, inundaciones y sequías hizo que la hambruna alcanzará niveles que no se veían desde el año 2010; en el norte de India, el río Brahmaputra se desbordó por las fuertes lluvias que cayeron en su cauce; las inundaciones se presentaron en Sri Lanka en Asia, en Brasil, Chile, Colombia, Perú y nuestro país en América Latina y también en el Congo, Etiopía y Sierra Leone en África; paradójicamente Somalia, California y Sao Paolo fueron azotados por fuertes sequías y los huracanes Harvey, Irma y María causaron daños materiales y dejaron a miles de personas en la calle. Finalmente, de acuerdo al informe World Economic Situation and Prospects presentado por las Naciones Unidas, a pesar de que durante el 2017 se presentó un poco de crecimiento en la economía mundial, aún fue un año caracterizado por la escasez de inversiones, un comercio decreciente y un debilitado aumento de la productividad; lo que sin duda va aunado a la carencia de seguridad alimentaria. Actualmente nos enfrentamos a un mundo polarizado, donde 821 millones de personas sufren la afectación de la crisis alimentaria, pero cada año se desperdician al menos 1,300 millones de toneladas de alimentos y se utilizan 1,400 millones de hectáreas para cultivar alimentos que no llegan a ser consumidos. Vivimos rodeados de la celeridad y la tecnología, donde algunos sectores reaccionan exageradamente ante la fecha de caducidad de los productos que se adquieren y compran en exceso, sin cavilar en lo que pasa a cientos de kilómetros, donde personas no tienen un vaso de agua o un poco de comida que llevarse a la boca. Vivimos de forma irónica, ya que de acuerdo a la UNICEF cerca de 200 millones de niños en el mundo sufren de desnutrición crónica, pero 124 millones padecen sobrepeso y de seguir estas cifras para 2022 habrá más población infantil y adolescente en esta situación que desnutrida. Vivimos en un mundo en el que durante décadas desestimamos el poder de la agricultura y el trabajo en el campo, buscando la transformación a la sociedad industrializada y en el cual ahora los vegetales y la comida orgánica supera dos o tres veces el precio de los productos enlatados; porque ahora anhelamos lo que durante años reemplazamos sin pensar. El incremento del hambre en el mundo se debe trabajar de forma conjunta, no sólo buscando acciones para detener el cambio climático, sino actuando de forma más consciente a la hora de adquirir productos, pensando en el prójimo, ayudando lo poco que se pueda, porque al final todos somos parte de la misma ecuación.