Informar, ¿para qué?

20 de Abril de 2024

Luis M Cruz
Luis M Cruz

Informar, ¿para qué?

LUIS M CRUZ

En la lógica de un sistema presidencial tan absoluto como es el mexicano, el tiempo del informe sobre el estado que guarda la administración pública federal suele convertirse en un momento de lucimiento personal. Hace unas tres décadas, se le consideraba el “día del Presidente” e inclusive era un día no laborable, para que nada opacara lo que el jefe del Ejecutivo quisiera referir.

Pero los informes así concebidos se convertían en un recuento de lo que sólo sucedía en la mente de los publicistas. Cosa de recordar, por ejemplo, cuántos miles de kilómetros de carreteras fueron construidos, cuántas aulas nuevas se habían acondicionado o que, por fin, contábamos con cobertura universal en salud, por no señalar también cuando nos preparamos para administrar la abundancia o cuando arribaríamos inevitablemente al Primer Mundo.

En realidad, en estos días en que las palabras públicas tienen tan escasa relación con la percepción que la gente tiene de las cosas, lo que desearíamos saber es qué es lo que está pasando, qué es lo que se está haciendo para enfrentar la gran crisis que está desacelerando al mundo y por la que nuestra moneda, empleos e ingresos están pagando con creces.

Pocas cosas son lo que parecen. Los discursos hablan de crecimiento, creación de empleos y recuperación pero en la realidad nuestra moneda se ha depreciado un 46% en los últimos tres años, el precio del petróleo ha caído a la mitad en los últimos dos y el presupuesto de Egresos ha sido recortado en cuatro ocasiones, acumulando casi un 10% en términos reales, más lo que le espera con lo que Hacienda está haciendo para recortarlo otra vez en 2017. Los recortes son eso, recortes; es decir, menos de todo para todos.

¿Qué habrá de informar el Presidente Enrique Peña Nieto en su IV entrega al Congreso de la Unión? Hablará sin duda de los riesgos externos que amenazan a la economía mexicana, que ponen a prueba las alicaídas reformas estructurales que habrían de transformar a nuestro país; pero dirá poco, muy poco quizá, de las insuficiencias observables en la implementación de las reformas, que han alejado los resultados esperados.

Pero la confianza ha sido desfondada por la corrupción que todo lo impone, con ningún “pez gordo” en las redes de la justicia, como también el respaldo al gobierno se ha erosionado, colocando en los débiles veintes los números de apoyo electoral o de reconocimiento a la gestión gubernamental.

Ante ello, lo que cabría esperar en el IV Informe es el inicio de la rendición de cuentas del Ejecutivo ante el Congreso. Saber qué es lo que ha pasado, en dónde se han puesto los recursos, cómo han sido dispuestos y cuales han sido los resultados. Para ello, el Gobierno Federal y el Congreso podrían darse la oportunidad de escucharse y explicarse mutuamente en lo que es una tradición en otros sistemas políticos, el “question time”, la hora de informar y rendir cuentas, que es tan sencillo como establecer una o varias sesiones del Gobierno en las Cámaras para revisar con el Presidente o sus Secretarios, frente a frente, qué es lo que se ha hecho y cuales son los dividendos. Si se ha hecho bien, el respaldo al Gobierno es lo correcto; si es lo contrario, la aplicación de correctivos sería lo procedente.