“La manipulación social hace más daño que la bomba atómica” Noam Chomsky
Probablemente Jack Dorsey, Mark Zuckerberg, Kevin Systrom y Reid Hoffman cofundadores de Twitter, Facebook, Instagram y Linkedin, respectivamente, cuatro de las más populares redes sociales del momento no imaginaron la posibilidad de que éstas se convirtieran con el paso de los años en armas de una guerra de información difícil de contener y de dimensionar.
No solo se trata de las redes sociales y el internet, sino que a estos poderosos instrumentos debemos añadir la televisión, la radio y la prensa escrita; actualmente muchas de las batallas han pasado de los rifles a los boots, de los tanques de guerra a las campañas de manipulación, de las bombas al uso de los medios masivos de comunicación y del enfrentamiento cuerpo a cuerpo a la respuesta tweet a tweet.
El tema de la manipulación social suele ser más complicado de lo esperado, lo anterior por dos razones centrales; 1) implica sumergirse en dos conceptos complejos: la verdad y la mentira; ya que lo que las personas admiten como verdad depende de diversos factores como el científico, el religioso, el personal o el ideológico, es por eso que no todas las verdades tienen el mismo grado de validez; lo que al final se traduce en la capacidad de la población para distinguir entre un hecho de ficción y uno real y 2) una creciente dificultad para percibir la información como una posible arma, ya que ésta se considera un bien social que impulsa la comunicación y ayuda a luchar contra los sistemas dictatoriales.
Desafortunadamente el papel de la guerra de información en la competencia estratégica global se ha vuelto mucho más evidente en los últimos años, campañas dirigidas a las redes sociales, falsificaciones sofisticadas, acoso cibernético, hostigamiento de individuos, distribución de rumores y teorías de conspiración, y otras herramientas han convertido a los medios masivos de comunicación en amenazas potencialmente significativas para los intereses nacionales de cualquier país.
En la última década los ejemplos han surgido al por mayor, como la supuesta interferencia electoral rusa, no solo en Estados Unidos sino en gran parte de Europa incluyendo el Brexit, y algunos países de América Latina; los mensajes dirigidos durante la crisis separatista catalana de 2017; el pago de millones de dólares por parte de Donald Trump para hacer anuncios personalizados en redes; el trabajo de la consultora Google Analytics y la compra de influencers para realizar vídeos que incidan en las decisiones del público.
Este tema ha comenzado a ser objeto de estudio y preocupación entre diversos gobiernos, de acuerdo a datos de Freedom House el pasado julio la Casa Blanca convocó a una “cumbre de redes sociales” con la finalidad de discutir las oportunidades y desafíos en este rubro, pero sobre todo con la mira en la posibilidad de encontrar mecanismos para regular el contenido en las diversas plataformas, donde irónicamente Facebook una de las redes con más seguidores se quedó sin invitación.
Por otro lado, la RAND Corporation publicó una investigación titulada: “Manipulación Social Hostil” en donde definen este término como la generación intencional y sistemática de difusión de información para producir daños sociales, políticos, y económicos en un área objetivo, resultado de afectar creencias, actitudes y comportamientos.
Dentro de este interesante estudio; el laboratorio de ideas se arriesga a realizar un significativo análisis de los límites de la manipulación social en el espacio de la información, donde se distinguen conceptos como: ciberguerra, manipulación social hostil y guerra electrónica, así como la identificación de zonas creadas entre la conjunción de cada uno de los elementos; de igual modo, enlista nueve objetivos meta de la implementación de campañas de manipulación social con sus respectivos ejemplos y 15 técnicas y mecanismos, los cuales se pueden usar de forma individual o combinada dependiendo del propósito de ejecución; es decir, en una era donde de acuerdo a datos de la Asociación de Internet los usuarios pasamos aproximadamente 8 horas en internet, 3 horas en la televisión y 2 horas y media en la radio; una campaña bien proyectada tiene un amplio porcentaje de éxito.
Si bien la sistematización de la propaganda fue iniciada en 1914, desde hace 74 años cuando Hitler y Goebbels utilizaron los medios masivos para sembrar el miedo y el pánico, la promoción de mensajes no comerciales había sido tan negativamente vista como ahora.
La manipulación social va más allá de lanzar campañas que presenten opciones y permitan al consumidor elegir, ya que se basan en el espionaje, el robo de información personal, la distribución facciosa de datos reservados, pero sobre todo en los ataques dirigidos contra las creencias de una población sobre su propio gobierno, es decir buscan aumentar las divisiones y socavar la democracia.
Hoy uno de los desafíos más grande de nuestros tiempos es abordar la manipulación de los medios sin sacrificar la libertad de expresión, se debe fortalecer una unión entre medios masivos de comunicación y sociedad civil, los primeros deben comprometerse a trabajar en la entrega de información real y verificable, y los segundos debemos ser más críticos, indagar sobre todo lo que nos presentan y formar opiniones después de comprobar datos.
*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.
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