La paranoia sobre Rusia infecta al Post

24 de Abril de 2024

La paranoia sobre Rusia infecta al Post

Intercept

INTERCEPT_ |El diario ni siquiera se molestó en ponerse en contacto con la empresa

Burlington Electric tuvo que enviar su propia declaración, misma que desacreditó la información del diario

Glenn Greenwald

El Washington Post reportó el viernes un evento realmente alarmante: “Hackers rusos penetran la red eléctrica de Estados Unidos a través de una planta en Vermont, dicen autoridades”.

La primera oración del artículo vinculó directamente este ciberataque con el presunto hackeo ruso de las cuentas de correo electrónico de la Convención Nacional Demócrata (DNC, por sus siglas en inglés) y John Podesta, lo que ahora se conoce como “el hackeo ruso de la elección”.

El artículo del Post contenía acusaciones graves de funcionarios de Vermont, del tipo que a los políticos les encanta hacer después de un ataque terrorista para mostrar que son sujetos duros y que tienen el control. El gobernador demócrata del estado, Peter Shumlin, dijo:

“Los habitantes de Vermont y de todo Estados Unidos deberían sentirse alarmados e indignados por que Vladimir Putin, uno de los principales matones del mundo, haya intentado hackear nuestra red eléctrica, de la que dependemos para mantener nuestra calidad de vida, economía, salud y seguridad. Este episodio debe resaltar la urgente necesidad de que nuestro gobierno federal combata vigorosamente y ponga fin a este tipo de intromisiones rusas”.

El senador de Vermont, Patrick Leahy, hizo una declaración advirtiendo: “Esto va más allá de que los hackers jueguen en internet; esto es un intento de acceder a instalaciones que tienen el potencial de manipular la red y desconectarla a mitad del invierno. Ésa es una amenaza directa a Vermont y no la tomaremos a la ligera”.

El artículo continuó con el mismo tono, echando mano de todas las tácticas comunes de los medios estadunidenses para las historias de esta naturaleza: citas de funcionarios anónimos de seguridad nacional, una revisión de actos de traición rusa en el pasado y las conclusiones más aterradoras posibles (“‘¿Han tenido acceso a otros sistemas y cuál fue la intención?’, dijo un funcionario estadunidense”).

La historia del Post infectó muy rápidamente a otros grandes medios de comunicación, algo bastante predecible. Reuters dijo a sus lectores de todo el mundo que: “Se ha detectado un código malicioso asociado a hackers rusos dentro del sistema de una compañía eléctrica de Vermont”.

¿Cuál es el problema? Que no ocurrió.

No hubo tal “penetración a la red de electricidad de Estados Unidos”. La verdad fue muy poco dramática y banal. Después de recibir un aviso de Seguridad Nacional enviado a todas las compañías de servicios públicos estadunidenses sobre el código malicioso encontrado en el sistema del DNC, Burlington Electric buscó en todas sus computadoras y encontró el código en una sola computadora portátil que no estaba conectada al sistema de la red eléctrica.

El Post ni siquiera se molestó en ponerse en contacto con la empresa antes de hacer sus afirmaciones salvajemente sensacionalistas, por lo que Burlington Electric tuvo que enviar su propia declaración a Burlington Free Press, que desacreditó la afirmación principal del Post:

❝Detectamos el malware en una sola computadora portátil de Burlington Electric no conectada a la red de nuestra organización❞.

Así que la afirmación clave de la historia del Post —que los hackers rusos habían penetrado en la red eléctrica estadunidense— era falsa. Todas las declaraciones alarmistas emitidas por funcionarios políticos que creyeron en el Post estaban basadas en simpe y llana ficción.

Aún peor, no hay evidencia de que los hackers rusos fueran responsables de la implantación de ese malware en esta computadora portátil. El hecho de que el malware sea “de manufactura rusa” no significa que sólo los rusos puedan usarlo; de hecho, al igual que una gran cantidad de malware, puede ser comprado (como Jeffrey Carr ha señalado en el contexto de piratería de DNC, suponer que el malware de creación rusa debió haber sido usado por rusos es tan irracional como afirmar que al hallar una AK-47 de fabricación rusa en una escena del crimen donde ocurrió un asesinato se asuma que el homicida debe ser ruso).

Cuando la verdad salió a la luz, una vez que la empresa emitió su declaración, el Post se apresuró a arreglar su vergonzoso error, comenzando por cambiar dramáticamente su titular:

“Operación rusa hackea empresa pública en Vermont, evidenciando los riesgos de la seguridad de la red eléctrica de EEUU”, dicen funcionarios

El titular sigue siendo absurdo: no tienen ni idea de que este malware haya sido colocado durante una “operación rusa” (aunque probablemente lo justificarían al señalar que es una cita textual del funcionario). Aún más allá, nadie sabe cuándo, cómo o quién infectó a la computadora con el malware. Lo que sí sabemos es que la afirmación clave de que “los hackers rusos penetraron en la red eléctrica estadunidense” ha sido reemplazada por la afirmación de que todo esto evidencia un “riesgo para la red eléctrica estadunidense”.

“Todo se vale”

Esto es relevante no sólo porque uno de los principales periódicos de Estados Unidos, una vez más, publicó una historia tremendamente engañosa y temeraria sobre Rusia. Es aún más importante porque refleja la fiebre irracional y ferviente que se está cultivando en el discurso político y la cultura estadunidenses sobre la amenaza planteada por Moscú.

El Post tiene muchos reporteros excelentes y editores inteligentes. Produjo grandes historias en el año, pero este tipo de comportamiento de tabloide descaradamente irresponsable y sensacionalista —que es similar al usado al promover la grotesca lista negra de medios estadunidenses acusados de ser herramientas del Kremlin— es un subproducto de la mentalidad de “todo se vale” que actualmente da forma a la discusión dominante sobre Rusia, y la grave amenaza que plantean a todas las cosas decentes de Estados Unidos.

Todo esto se ha visto exacerbado por las redes sociales en formas que todavía no entendemos del todo. Un gran porcentaje de periodistas pasa en Twitter todo el día. Es su ventana principal al mundo. Ya que la derrota de Clinton es aún tan reciente, las redes sociales sacan provecho de afirmaciones desquiciadas sobre Trump y Putin: miles y miles de retuits y enormes cantidades de tráfico.

De hecho, cuanto más loca sea la afirmación, mayores serán los beneficios. Ésa es la forma en que gente que en otro contexto sería racional sigue siendo engañada y convencida de publicar y retuitear y compartir historias extremadamente dudosas que resultan ser falsas.

Y eso sin contar la presión social. No es noticia que las élites costeras —particularmente los medios de comunicación y las figuras políticas— estaban y están prácticamente unificadas en su desenfrenado desprecio por Trump. Y hemos visto una y otra vez que cada vez que hay un nuevo Primer Villano Extranjero consagrado —Putin— los medios de comunicación estadunidenses lideran la campaña. Como resultado, cualquier denuncia o acusación hacia Trump o Rusia, no importa cuán divorciada de la razón o desprovista de hechos sea, genera elogios instantáneos, mientras que cualquier cuestionamiento de la misma induce a una condena social inmediata.

El dato. Antes, durante y después de las elecciones presidenciales de EU se divulgó la versión de que hackers rusos habían operado en favor de Donald Trump.