De que el precandidato presidencial del PRI, Verde y Nueva Alianza, José Antonio Meade, no avanza, no avanza. La última encuesta pública difundida por Consulta Mitofsky lo ubicó en un tercer lugar, con 18 puntos de preferencia electoral, muy lejos del puntero Andrés Manuel López Obrador. Las otras encuestas, las que no se publican, están en la misma dirección. López Obrador aventaja por más de 10 puntos porcentuales a Meade, mientras que el candidato del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, Ricardo Anaya, se ha ido acercando al abanderado de la izquierda. Dicen los que saben que no se ve posibilidad alguna de que Meade pueda remontar la diferencia, aunque en abono de él, agregan que no es un problema realmente suyo, sino de la estrategia de posicionamiento equívoca que le han impuesto. ¿Nombres de responsables? Sí: Alejandra Sota, que trabajó con el presidente Felipe Calderón y a quien en este sexenio el supersecretario Luis Videgaray la adoptó y metió a hacer campañas —no exitosas— en Chihuahua, el estado de México y ahora la presidencial. Doña Alejandra, dicen los que saben, se ha equivocado totalmente, y ya se está dando cuenta.