Eres director de cine y has dirigido una película. O sea, algún día tendrás que enseñar esa película. Tras meses en la caverna del montaje, llega el momento de compartir tu Opera Magna con el resto de los mortales. Puedes comenzar con tus friends & family. Un screening doméstico es el que haces entre la gente que te quiere. Lo normal es que uno piense que tal proyección servirá para cargar las pilas y llenarse de autoconfianza y de seguridad; vamos… que vas a disfrutar. Error. Sufrirás.
Y sufrirás mucho, estos screenings suelen ser torpes: el proyector no va bien, la compresión no es la adecuada, no se escucha como quisieras, tu gente entra y sale de la habitación en los momentos más dramáticos o divertidos de la película, los celulares suenan… y mientras, lo dicho, sufres. Consejo: o no lo hagas o toma medidas profilácticas. Hace poco, mi amigo, el director Isaac Ezban, me requisó el celular durante las dos horas de screening doméstico de su ópera prima El Incidente (2014). Así se hace.
Luego está el screening profesional, lo que haces con distribuidoras o ejecutivos de los estudios. Si piensas que se verá tu película con mayor respeto o solemnidad que en casa, te equivocas. No voy a decir nombres, pero en un screening de mi película con una distribuidora, el decision-maker se levantó a los 20 minutos y no regresó hasta los 20 minutos del final. Eso sí, le preguntó a su asistente qué había pasado durante su ausencia.
Test screening o también pase previo, es quizás una de las experiencias más enervantes (jodidas) para un director. En el modelo clásico –entre tantos- la distribuidora elige un lugar en el que convoca a un grupo de personas que hipotética y previamente han sido targeteados según edad, género, medios de vida, etc. y a la salida, todos opinan.
Todo es relativo. Si el responsable de marketing no tiene buen ojo, y, por ejemplo, tu película trata sobre la emocionante proeza humana del éxodo israelí y se proyecta en el barrio árabe de la ciudad… pues… como que no va a funcionar. Así que, sin el derecho al final cut, te arriesgas a que un mal screening cambie tu película, o peor, que ni siquiera se estrene. Los departamentos de marketing se toman estos eventos como ciencia pura, sin tener en cuenta lo variopinto, complejo e impredecible de la naturaleza humana.
Por último, tenemos los screening con el talento, es decir, con directores, con profesionales y con críticos del medio, como tú. Estos son los peores, sin lugar a dudas, suceda lo que suceda. En realidad, sólo pueden suceder dos cosas: 1) Te mienten, no diciendo lo que piensan. En este caso, si tu película es mejorable, date por jodido porque las palabras de halago te subirán a un pedestal del que caerás miserable y dolorosamente. 2) Te dicen la verdad.
Un ejemplo curioso. George Lucas tuvo la genial idea de proyectar una copia de trabajo, y sin efectos especiales terminados, de Star Wars a sus amigos del medio: Brian De Palma, Steven Spielberg, Willard Huyck y Gloria Katz (guionistas de American Graffiti e Indiana Jones and The Temple of Doom) entre otros. Cuando acabó la proyección, nadie aplaudió. De Palma empezó a despotricar de tal manera que casi sale a puñetazos con Lucas. Estas son algunas perlas de la discusión: “¿Quién carajos es ese tipo que parece el hombre de lata del Mago de Oz?” “¿Dónde está el primer acto?” “Deja la mierda esa de los Jedis que nadie va a saber de qué estás hablando”. True Story.