El 30 de abril fue decretado hace 93 años en México como un día para conmemorar el bienestar de los niños, aunque en la actualidad no todos pueden hacerlo efectivo ante la migración, maternidad temprana y la pobreza
Bet-biraí Nieto Morales bnieto@ejecentral.com.mx
Han transcurrido 93 años desde que, en México, se decretó el 30 de abril como fecha conmemorativa del Día del Niño, instaurada por el entonces presidente de la República, Álvaro Obregón y el ministro de Educación Pública, José Vasconcelos. 
Ya en aquella fecha, parte de los niños mexicanos habían experimentado una Revolución y estaban por presenciar la Guerra Cristera, de 1926 a 1929; los menores de la actualidad se enfrentan a otro tipo de problemáticas como la migración, las carencias por pertenecer a una etnia, además de los embarazos de mujeres que no superan la etapa adolescente.
En este último rubro, la Unicef identificó que en México ocurren 77 nacimientos por cada mil adolescentes de 15 a 19 años de edad. 
Este problema sucede en todo el continente; de acuerdo a la información aportada por la organización civil Niñas No Madres, basada en estadísticas de Amnistía Internacional y el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) asegura que en Latinoamérica miles de niñas menores de 15 años que sufren violencia sexual, son obligadas a ser madres, lo que deriva en un problema de salud pública y de derechos humanos, incluyendo por las consecuencias físicas, emocionales y sociales.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés) cita una diferencia significativa entre el porcentaje de mujeres indígenas que se casó antes de cumplir los 15 años de edad, cercano a 5%, comparado con mujeres no indígenas, cuyo porcentaje es equivalente a dos por ciento.
Otra diferencia se centra en aquellas mujeres indígenas que se casaron antes de cumplir 18 años de edad, correspondiente a 24%, mientras que 15% de las mujeres no indígenas lo hizo a esta edad.
Un estudio elaborado por Unicef refiere que los niños indígenas, de cero a cinco años presentan una la prevalencia de desnutrición crónica de 33.1%, comparada con 11.7% de los hogares no indígenas; además, 1.5 millones de niños y niñas menores de cinco años tienen desnutrición crónica. Los pueblos indígenas que habitan en el Estado de México, Puebla y Michoacán tienen un alto índice de migración interna hacia las zonas agrícolas del norte de México. Es el fenómeno de la migración el que ha provocado una diáspora entre los niños, quienes abandonan sus lugares de origen para reunirse con sus familiares, mejorar su nivel de vida con un trabajo más remunerado en Estados Unidos o para escapar de la violencia y la explotación sexual, apunta el Fondo de Población de las Naciones Unidas México (UNFPA, por sus siglas en inglés).
El organismo internacional refiere que al salir de sus lugares de origen, estos niños frenan sus posibilidades de desarrollo al interrumpir sus estudios regulares, además de vivir en un estado permanente de violación a sus derechos básicos como la alimentación, salud y vivir en familia. Cualquiera de estas situaciones marcan una desigualdad en el desarrollo de los infantes, limitando sus opciones a ejercer su derecho a la salud, educación y la supervivencia. 
Más de 9.6% de las adolescentes de 15 a 17 años han estado embarazadas alguna vez; 9.8% aseguró no haber utilizado un método anticonceptivo en la primera relación sexual. Fuentes: Unicef, Unicef México, UNFPA y Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2014 (Enadid) del Inegi. Graham (2014); US Border Patrol (2014, 2015b, 2016b).