La materia como idea

20 de Abril de 2024

Diana Loyola

La materia como idea

iturbide

Dirijo mis pasos hacia el centro de la ciudad, recorro las pocas cuadras que separan al metro del Palacio de Iturbide, abrazada por un sol espléndido y un aire muy frío que me recuerda que estamos en pleno invierno. Por fin (después de muchos días de buscar un tiempo para ir) llego ante las puertas de la magnífica residencia palaciega del siglo XVIII. Cruzo el umbral y abro mis sentidos a lo que estoy convencida que será toda una experiencia, la visita a la exposición del artista visual Javier Marín: Terra. La materia como idea.

90 obras en terracota dan un recorrido por la obra del autor desde los años 80 hasta la actualidad. Varias de ellas ocupan el patio central y dieron la bienvenida a lo que se convirtió (para mi) en un viaje interno de inquietudes y asombros. Y en este punto coincido con Karla Roalandini, quien describe la obra de Marín como “la creación de personajes de una especie de teatro de emociones mudas, de actitudes secretamente danzadas”.

Me topo con una pareja, hombre y mujer, cuyos cuerpos de arcilla miden casi tres metros, imponentes, suspendidos en una estructura metálica que los sostiene dando una sensación de ligereza a piezas que visualmente son muy pesadas, el contraste me abruma. Sobre pedestales, dos caras descomunales parecen soplar, y se me antoja que ese gesto genera el viento de lugares mágicos e inauditos. Un hombre cabalga un caballo que pareciera reflejarse en agua, la fortaleza de ambos inspira, es una obra de gran formato que debe superar los 7 metros de altura, me sobrecoge. Una suerte de monjes guerreros envueltos en túnicas y un par de mujeres que dejan entrever sus cuerpos y sus caras a través de ricas telas de barro, son en sus enormes dimensiones personajes fantásticos. Cuerpos rotos, fuertes, entremezclados, manos que expresan pudor donde la magnificencia lo aplasta.

La obra de Javier Marín gira en torno al cuerpo humano integral, como bien dice Citlali Bernhardt, y la cito: “muestra seres vivos, palpitantes, con cuerpos que se presentan vulnerados y descompuestos, pero a la vez dignos y orgullosos, no frágiles sino fortalecidos. Llevan en la piel y en la carne las marcas de su existencia”. Y es que las trazas de la factura que cada obra presenta en su forma y material, quedan como testigos de la fuerza y la estética del escultor, de un trabajo expresivo y de maestría.

No me resisto, recorro la exposición y dejo que me estremezca, que me emocione, permito que me impresione y me sublime. No sólo son las dimensiones, el montaje o el material, es la exploración del mundo íntimo y existencial del ser humano que Javier Marín ha realizado a través del tiempo y el espacio. Esta exposición estará hasta el 7 de febrero en el Palacio de Iturbide, en la calle de Madero #17, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Recomiendo.

¡Hasta la próxima!

@didiloyola