La NFL lanza ofensiva contra Donald Trump

20 de Abril de 2024

La NFL lanza ofensiva contra Donald Trump

CON TEXTURA 69    4

El tema traspasa las canchas y se estaciona en el controvertido debate sobre el racismo en Estados Unidos

John McCain, el senador por Arizona, concedió una entrevista al programa 60 Minutos de la CBS el fin de semana pasado. En ella, McCain acepta que un tumor cerebral le ha acortado considerablemente el pronóstico de vida y éxito de tratamiento médico del mismo del tres al 14 por ciento. Es decir, McCain se está muriendo y sus días están contados. Lo sabe, lo asume y ha decidido vivir sus últimos días celebrando, palabras de él mismo, una vida bien vivida. McCain es un senador de carrera, prisionero de guerra y un buen amigo de México. Hombre respetable considerado por todos sus colegas legisladores como hombre íntegro que sirvió a su país como piloto militar durante la guerra de Vietnam y que fue capturado y retenido como prisionero de guerra negándose a ser liberado cuando tuvo la oportunidad hasta que todos sus compañeros salieran con él. Ese es el carácter que ha conducido la vida de McCain. La enfermedad y condiciones de McCain poco le ha importado a Donald Trump, quien critica a McCain por negarse a votar en favor del TrumpCare, el empuje legislativo que pretende echar para atrás el Obamacare, la Reforma de Salud insignia de la administración anterior. McCain ha dicho que no puede votar una ley al vapor a pesar de que la mayoría republicana en el Senado ha votado casi en bloque para complacer y recomponer la relación con Trump. A final de cuentas, a McCain poco le importan las consecuencias a estas alturas de su vida, y hace honor a su apodo de Maverick o disidente. El servicio militar que prestó McCain así como su tiempo como prisionero de guerra en Vietnam, han sido ridiculizados por Trump en más de una ocasión. La enemistad más que conocida entre ambos le ha brindado la plataforma a McCain para convertirse en uno de los pocos republicanos que repudian y condenan las actitudes y constantes faltas de respeto del hombre más poderoso del mundo. A pesar de que se declara un hombre en favor del respeto a los símbolos patrios y los soldados que han defendido “la libertad” de los Estados Unidos, es bastante irrespetuoso con uno de los hombres más honorables de la política norteamericana, justo en el contexto de los ataques a la NFL y sus jugadores por la protesta que realizan durante la ceremonia militar del himno honores a la bandera previo a cada inicio de juego durante la temporada de la liga deportiva más poderosa del mundo. Estados Unidos refleja al mundo su dominio y poderío a través de muchas formas, una de ellas, el poder suave. A través de la cultura popular del país, Hollywood, los deportes, la música y la televisión, entre otros, venden al mundo la idea del sueño americano generando así una influencia que permite mantener la idea de supremacía sobre todo después de la Guerra Fría. Un gran ejemplo del poder suave que Estados Unidos exporta al mundo es la NFL, la liga profesional de futbol americano que genera 13 mil millones de dólares al año, es prácticamente dueña de un día a la semana, los domingos, y que en un solo día de esos, reúne a 113 millones de personas al televisor durante el Super Bowl solamente en Estados Unidos. Del hockey, beisbol, basquetbol, soccer a Olímpicos y automovilistas, entre muchos otros deportes que son referentes internacionales como parte del poderío estadunidense, Trump decidió meterse con el más potente de ellos: el futbol americano. De un día a otro durante un rally en Alabama, decidió referirse a los futbolistas que protestan hincados en una rodilla durante el Himno de Estados Unidos previo a todos los partidos de la liga como “hijos de perra”. Exigió a la NFL y a sus dueños despedir a los jugadores que decidieron protestar de dicha manera, generando así un nuevo espacio de controversia que distrae su gobierno y permea en la cobertura permanente de los medios políticos y deportivos. Un ámbito suficiente y simbólicamente como lo es el deporte, se ha visto polarizado y politizado por el experto en comunicación, Donald Trump. La decisión de honrar a la bandera, a los militares y entonar el Himno Nacional de Estado Unidos, puede parecer un acto patriota en toda la extensión de la palabra, y aunque en muchos sentidos lo es, por otra también es un negocio para la liga y algunos equipos profesionales que, según una investigación, invirtió tan sólo en cinco de los principales equipos de las ligas deportivas más de 10 millones de dólares en acuerdos de comercialización con el ejército desde 2012, mismos de los que según el Departamento de Defensa no puedo contabilizar en contratos. Equipos como los Jets de Nueva York tomaron dinero militar para honrar a las tropas de la ciudad natal fue revelado con un gasto supuestamente mucho mayor del que originalmente se creía. En total, el Departamento de Defensa gastó 10.4 millones de dólares en contratos de mercadeo con equipos de la NFL, MLB, NBA, NHL y MLS. Esto sin contar patrocinios en NASCAR, que podrían llegar a un total de 100 millones de dólares. No es casualidad en ese sentido que NASCAR haya sido el ejemplo que utilizó Trump como el modelo a seguir en cuanto a honrar los símbolos patrios durante los eventos deportivos. De nueva cuenta, Trump apela a su base electoral con este tipo de comentarios y controversia. Desde el principio de su campaña, el público electoral de Trump fue comparado precisamente con aquel de NASCAR, la liga automovilística de Estados Unidos que congrega a aficionados de los estados del centro y sur que alguna vez fueron confederados, mayoritariamente blancos de clase media baja, trabajadores “Blue collar” que reflejan muy bien el mapa electoral con el que ganó Donald Trump que hoy le aplauden al presidente su afronta a la liga de futbol americano que en su mayoría es compuesta por jugadores afroamericanos en 70 por ciento. El insulto a la liga y las órdenes a los dueños no fueron bien recibidas, inclusive para sorpresa de algunos, ni por Robert Kraft, dueño de los Patriotas de Nueva Inglaterra y amigo cercano de Trump, ni Jerry Jones, el poderoso dueño de los Vaqueros de Dallas y contribuidor a su campaña política, ni Roger Goodell, comisionado de la NFL. Al menos 7.75 millones de dólares de los 106 millones de dólares recaudados para el comité inaugural de Trump fueron donados por propietarios de la NFL y de la misma liga, según los registros públicos. A pesar del apoyo, Trump fue demasiado lejos en ese sentido; prueba de ello las protestas que jugadores y dueños realizaron el fin de semana como rechazo a la injerencia de Trump en el deporte. La guerra cultural que propone Trump al dividir al país, a pesar de su negativa de que su crítica tiene tintes racistas, con su base electoral en parte racista cabe perfectamente en un tema que puede parecer irrelevante por ser deportivo, pero que traspasa las fronteras de las canchas y se estaciona en el controvertido tema del racismo en un Estados Unidos que tiene una deuda con la minoría afroamericana, y que lejos de sanar las heridas como se venía haciendo con muchos rezagos y pecados por perdonar, hoy reviven las heridas con un hombre que ha renunciado a unificar al país como su figura la demanda, y se ha dedicado a impulsar una base electoral a través de la estridencia del racismo, la ignorancia y polarización. El presidente Donald Trump dijo que el martes pasado habló con el dueño de los Vaqueros de Dallas, Jerry Jones, para expresarle que “los jugadores se pondrán de pie por el país”.