Héctor tenía 16 años. Lo detuvieron la tarde del 6 de abril de 2013, cuando circulaba por la carretera Xalapa-Banderilla. Lo interrogaron y les respondió que era albañil. Sin embargo, en el lapso que estuvo con la policía identificaron una llamada de un personaje apodado como El Queso. Eso fue suficiente.
Las Fuerzas de Reacción lo llevaron entonces hasta el Puente de las Trancas, a las afueras de la ciudad, punto donde se encontraron con el grupo de agentes llamado Los Fieles. Héctor desapareció desde entonces. En los informes de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) de Veracruz se le vinculaba con Los Zetas. Fue su primera víctima.
La orden del secretario El Jaguar fue simple: matar sin mediar. Los 30 agentes que lo escucharon lo cumplieron con creces, torturaron, violaron, asesinaron y desaparecieron, sin distinguir en edad, género o actividad, sólo bastaba la sospecha de pertenecer a Los Zetas. Podrían sumar 223 casos en total.
Así fue como desaparecieron al menos 15 personas, como parte de la “política criminal” que instauró en Xalapa, el entonces titular de la secretaría de Seguridad Pública de Veracruz (SSP), Arturo “N”. Los ejecutores, un grupo de agentes de toda la confianza de El Jaguar, divididos en dos grupos, las Fuerzas de Reacción y los Fieles. Los primeros detenían, los segundos torturaban y eliminaban.
Durante tres años así operaron desde el gobierno estatal. Por ahora la Fiscalía veracruzana asegura que tiene pruebas sobre 15 personas desaparecidas y este miércoles un juez consideró que sí había elementos para iniciar el proceso contra los primeros 19 detenidos, todos exintegrantes de la SSP local; dos mandos de primer nivel exmilitares y 16 policías que tenían la orden de ir contra Los Zetas.
Las familias de las 15 víctimas los buscan desde el año 2013. No existe un informe legal sobre la ubicación de sus restos, pero sí tarjetas informativas que involucran a José Oscar “N”, exdirector de Prevención y Reinserción Social del Estado; además de los mandos militares, el Oficial de Infantería, Roberto “N”, ex director de la Fuerza Civil y el Mayor José “N”, exsubsecretario de Seguridad Pública, y ahora buscado por la Fiscalía.
Eran entre 10 y 12 policías de Fuerzas Especiales, que usaban patrullas de la corporación. En sus rondines identificaban a personas que fungían como “halcones”, informantes que vigilaban la ruta de los policías para los grupos criminales, los sometían y detenían. Luego se los entregaban a Los Fieles, otros 12 policías estatales que también utilizaban patrullas oficiales, y ellos los torturaban y desaparecían. En total, eran 18 los vehículos oficiales a su disposición.
Tortura extrema
A la esposa de José Ulises, un expolicía municipal de Córdoba, Veracruz, le hicieron creer que su esposo le escribió unos mensajes para verla en una tienda de conveniencia de la Avenida 20 de noviembre en Xalapa. La secuestraron. A pesar de decirles que estaba embarazada, fue violada por los policías. A ella y su hijo de 10 meses les dieron choques eléctricos para someterla. Héctor apenas tenía 16 años y Cecilia 17, fueron interceptados por las Fuerzas de Reacción en la gasolinera de Jilotepec. Ambos fueron interrogados, aseguraron ser inocentes, pero en sus celulares los policías encontraron mensajes que, según las tarjetas informativas, “los vinculaban al mismo grupo criminal”. A la chica se la llevaron a un paraje y la violaron entre al menos ocho oficiales. Ambos desparecieron. Lo mismo sucedió con Viviana “N”, que tenía 17 años y fue detenida cerca de una preparatoria en Banderilla, a siete kilómetros de Xalapa, donde se aseguró que portaba droga y “refirió ser de la última letra (Los Zetas)”. Se desconoce su paradero.
Y José de Jesús “N” despareció el 29 de abril de 2013, en la carretera Xalapa-Perote; Alberto “N” el 30 de abril, después de ser detenido frente a la Secretaría de Finanzas, y José Ulises “N” transitaba por la avenida Xalapa, y no se tiene más rastro de él.
Los familiares, sin saber que los policías eran autores de las desapariciones, acudían al Cuartel San José, un edificio antiguo cerca de uno de los mercados de la ciudad, para solicitar informes. Nunca tuvieron respuesta de las autoridades.
La academia de policía
“Ay güerita, en que pedo te metiste”, le soltó a Jaqueline uno de los agentes cuando la detuvo a bordo de un taxi. El chofer, de nombre Antonio, llevaba “una caja con polvo blanco”. Ella fue enviada a confinamiento en la Academia de Policía El Lencero, a las afueras de la capital. Aseguró que no sabía nada sobre un polvo blanco, pero no importó, igual la torturaron psicológica y físicamente, la golpearon en las costillas y muslos. Sobrevivió porque era agente y estaba adscrita al Grupo Carretero, un subgrupo de la policía estatal.
Otros más no corrieron con suerte. Uriel, de quien se desconoce su paradero desde el 16 de mayo, y de Antonio, detenido el pasado 1 de junio. Siguen pendientes de ubicar Carlos Alberto y Humberto, apresados el 23 de junio de 2013; además José, que desde agosto su mamá lo busca desde que salió a trabajar como limpiaparabrisas.
Cada una de esas desapariciones, de acuerdo a los testimonios, las cometieron las Fuerzas de Reacción, que operaban Miguel “N”, y Los Fieles, que encabezaba Roberto “N”, también participaban Carlos “N”, El Comandante Oso o Carlos “N”, El Comandante Tigre.
Los pocos datos con los que las autoridades reconstruyeron las primeras historias se obtuvieron de cuatro testimonios de exintegrantes de la policía estatal.
En tanto, la Fiscalía contará con cuatro meses para acreditar estas historias a partir de las pruebas presentadas.
HUELLAS
•En Xalapa hay 48 investigaciones ministeriales por 73 desaparecidos por policías.
•En Córdoba hay 49 investigaciones por 78 desaparecidos presuntamente por policías.
•En Veracruz hay 27 investigaciones por 51 desaparecidos ligados a policías de SSP.
•Hay seis expedientes por desapariciones en retenes carreteros.