La resaca de la primera película

24 de Abril de 2024

Dany Saadia

La resaca de la primera película

Uno de los peligros más grandes al emprender cualquier proyecto es perder la dimensión de realidad y dejarse atrapar por el exceso de optimismo. Hablo de la Euforia y cómo esta se utiliza por muchos cineastas como un intento desesperado para arrastrar espectadores a la taquilla. Esa fórmula autorreferencial de los directores independientes que venden éxito -antes de que realmente suceda- puede funcionar en Hollywood, pero tiene mucho riesgo puesto en manos inexpertas. Para empezar, el riesgo de quedar como un perfecto idiota.

Voy a ser más gráfico. Dirijo una película. Vamos a llamarla… “El Accidente”. Durante la producción sobrecargo las redes sociales con información del rodaje y cómo rodar con el equipo fue lo más próximo a una experiencia celestial que se puede tener en la tierra.

Convoco a familiares y amigos, a los actores y publico sus alabanzas emocionadas a los cuatro vientos. Unos pocos de los miles de festivales que existen en el mundo la aman, digo que estuvo en el festival de Cannes, cuando sólo estuvo proyectada en un cine en Cannes al mismo tiempo que el festival de Cannes. Los críticos la alaban cuando a todas luces alaban el hecho que mi película se sale de lo que se espera de una película mexicana. Aparezco en todos los medios que me reciban en donde exhorto y exijo al público que vayan a ver mi película en el primer fin de semana porque las exhibidoras son unos cerdos capitalistas que no apoyan al cine independiente (que es dependiente del gobierno, pero eso nunca lo digo).

Euforia. Euforia en estado puro.

Pues hoy vamos a hablar de qué pasa el día después. El día en que llegan los reportes de taquilla y tu película ha hecho menos dinero que aquella película finlandesa sobre un grupo de lectura de esquimales existencialistas.

¿Qué pasa el día de la resaca? Como en un día de resaca, las conclusiones que se sacan son de lo más disparatadas. Me emborraché porque no cené. Me dio el aire. La bebida era de garrafón, pero la verdad es que tengo resaca porque me bebí 14 tragos, pero eso es lo único que no se dice.

Quiero decir, amigos cineastas, si te estrellas, lo más probable es que tu película no haya sido capaz de llegar al público. Y luego vendrán las otras razones (las salas, la distribución, etc.) pero esa es la primera y principal razón.

Yo no compro aquello del artista incomprendido. Si los espectadores están ante algo excepcional, hermoso, que conecta con ellos, lo dirán, lo compartirán con su gente, la volverán a ver. Tu distribuidor sentirá el feedback positivo y le seguirá invirtiendo a la película en vez de dejarla morir. El exhibidor detectará la afluencia anómala de la sala, las reacciones del público, y la mantendrá en pantalla. No olviden que es como un comerciante. Y ningún comerciante retira producto que vende.

Esas creencias equivocadas provocan graves sesgos en la persona. Ven el mundo desde un esquema equivocado y el problema es que esa visión les impide aprender de los errores y mejorar como profesionales y artistas.

¿Qué es lo que hay que hacer después de un fracaso?

Como dicen los yanquis “Suck it up”. Traga con todo. Abraza la idea de que eres tú el equivocado e intenta aprender de la mala experiencia. Ese saber tiene un valor incalculable, porque, como mínimo, te aleja del peligro de volver a cagarla otra vez de la misma manera.

Entiéndanlo: por lo general, la segunda película de todo cineasta consagrado ha sido, por lo general, un fracaso. Ni Lars Von Trier se salva, dirigió The Element of Crime en 1984 y luego otra que nadie recuerda llamada Epidemic en 1987.

Ojo: claro que hay directores cuya segunda película han sido espectaculares.

Ejemplos: Tarantino y Pulp Fiction (1994), Aronofsky y Requiem for a Dream (2000), Christopher Nolan y Memento (2000), Estos son unos cuantos ejemplos, pero yo atribuyo esos éxitos a que supieron aprender de su primera película y no se encaramaron en un mundo de euforia auto-complaciente, pero sobretodo, fueron humildes.

O sea que llegamos a una falta de humildad y una sobredosis de soberbia. Qué combinación más peligrosa. La combinación que te lleva a hacer una extensión de tu película taquillera con no sólo el mismo actor sino con el mismo personaje y con las mismas situaciones, pero en otro entorno localista. Eso yo no lo entiendo. Lo siento. Me niego a pensar que el espectador no sabe exigir. Me niego. Pero eso soy yo. No sé ustedes.

@Dany