La última carta de May

19 de Abril de 2024

Juan Antonio Le Clercq
Juan Antonio Le Clercq

La última carta de May

Al mismo tiempo que toman forma las intrigas palaciegas para destituir a Theresa May como primera ministra y crecen las tendencias electorales a favor del Brexit Party, expresión más acabada del chovinismo y populismo británicos, May ha presentado esta semana una nueva propuesta al Parlamento, buscando destrabar el impasse de Brexit.

Se esperaba que May presentaría nuevamente su proyecto a discusión en el contexto de las elecciones europeas, en las que necesariamente deberá participar Reino Unido, con consecuencias políticas y sociales todavía poco claras. Un intento desesperado para evitar tanto una derrota electoral sin precedentes para los conservadores, como una rebelión entre sus correligionarios que termine por encumbrar a figuras más radicales, como Boris Johnson, exministro de Asuntos Exteriores.

La propuesta que presenta ahora May integra algunos de los aspectos que fueron objeto de las fallidas negociaciones con los laboristas y exigencias de los conservadores moderados, pues los radicales de Brexit ya piensan más bien en una noche de cuchillos largos. Entre lo que incluye el proyecto de ley, destacan el reconocimiento a derechos de trabajadores y consumidores, así como criterios para la protección ambiental, siguiendo los lineamientos establecidos por la Unión Europea.

De igual forma, si bien se mantiene el mecanismo de salvaguarda aduanera para Irlanda, principal escolló en las negociaciones entre Reino Unido y la Unión Europea, traslada al Parlamento la obligación de buscar alternativas plausibles a este problema a más tardar para finales de 2020.

Lo más novedoso de lo que propone May consiste en ofrecer a los legisladores la posibilidad de que sean ellos los que determinen con sus votos si se convoca a un segundo referéndum, opción previa e insistentemente rechazada por la primera ministra o si optan por la permanencia indefinida en una unión aduanera común con la UE. Aunque ambas alternativas se supeditan a que previamente voten a favor del proyecto del gobierno. Lo cual no deja de ser terriblemente confuso, pues ¿qué necesidad de discutir un segundo referéndum o la unión aduanera, si la opción de salida propuesta por May resulta aprobada previamente?

Habrá que esperar las reacciones de la clase política británica a lo largo de esta semana y observar si al final el proyecto logra ponerse a votación. Por supuesto, habrá que ver lo que la cada vez más escéptica UE piensa al respecto, pues los británicos tienden a olvidar que no sólo cuenta lo que ellos lleguen a acordar en el Parlamento.

Las primeras reacciones hacen pensar que los diferentes grupos de actores políticos han comenzado a articularse para pelear por la sucesión de May o que están demasiado preocupados por el ascenso electoral de la extrema derecha, como para tomar en serio a la primera ministra. May jugó muy mal su última carta en una partida jugada con mucha ineptitud desde el principio. El proyecto, que busca quedar bien con los sectores moderados, no es sino un intento desesperado de la primera ministra para dejar el cargo sin ser arrojada del cargo en forma humillante por sus colegas. Lo único que ha quedado en claro, es que May está cada vez más sola en el 10 de Downing Street.

Lo que se mantiene es la incertidumbre. El tiempo sigue corriendo y los británicos siguen sin poder definir cómo quieren abandonar la UE. Es difícil pensar que un nuevo liderazgo tendrá la capacidad de presentar una propuesta razonable y viable de Brexit que supere el obstáculo de la salvaguarda irlandesa, deje satisfechos a un electorado crecientemente polarizado y cumpla las demandas de la UE.

En todo caso, y ante el riesgo de que suba al poder una combinación de euroescépticos y radicales pro Brexit, llegó el momento de que la UE acepte la inevitabilidad de una ruptura sin acuerdo y se prepare en la medida de lo posible para acotar sus consecuencias económicas en el corto y mediano plazos.

@ja_leclercq