Me pasan muchas cosas, todas juntas. Son tiempos de cambios fuertes, complejos. Sin embargo me siento tan viva, tan con ganas de hacerle frente a lo que se presente. Y no es gratis, la vida ha sido generosa y me ha dado una familia de sangre y una familia elegida, que me llenan de luz los días más grises.
Me doy cuenta que ser humano es una experiencia tan maravillosa como difícil, aceptarse con su lado oscuro, con su lado frágil, abrazarlos, asumirlos, elegir con consciencia, equivocarse, recomenzar, aprender, renacer, equilibrarse… somos seres en proceso, cambiamos a nuestra propia velocidad. A veces toca a la puerta el dolor, a veces la esperanza. Somos un cuerpo habitado por todas las emociones, somos buenos y somos malos. Deseamos el bien y también envidiamos. Cambiamos de parecer y nos reconstruimos. Aprendemos a no engancharnos, a dejar ir, a fluir, y nos dicen iluminados cuando en realidad somos seres rotos vueltos a armar.
La vida da, siempre da, da hasta cuando quita. Nos pone retos que sabe que podremos superar, y es que también nos provee las herramientas. Por eso confío, con absoluta tranquilidad me entrego a la confianza de que cada evento, cada situación y cada problema están en mis días para mi beneficio, eso no me hace valiente, pero sí osada, atrevida, porque quiero que cada día valga la pena, porque si saboreamos los días sombríos, la luz del sol nos sabrá a gloria.
Me doy cuenta que casi todas las respuestas se encuentran cuando uno se conecta con su interior; que amarse, cuidarse y procurarse el propio bienestar es la base de una vida emocional sana; que tener una vida propia y plena permite compartirse por placer y no por necesidad; que crecer también es escoger las batallas.
Se sacrifican cosas, se pierden otras, se transforman muchas más, somos un continuo movimiento, uno lleno de emociones, somos un impulso vital que nos hace seguir adelante, que nos hace también ganar. Todos tenemos nuestro Eros y nuestro Tanatos queriendo equilibrar nuestras pulsiones, queriendo tomar más espacio uno que el otro, queriendo ceder también. Somos seres no acabados y eso me llena de esperanza, podemos movernos de lugar, podemos sernos fieles a nosotros mismos, podemos ser causa y efecto, podemos arraigarnos y al mismo tiempo emprender vuelos.
En la vida no hay víctimas ni victimarios, hay voluntarios que nos dan lecciones, unas más dolorosas que otras, pero al final creo que siempre tenemos la opción de crecer y así volvernos más nosotros. Insisto, ganamos hasta con las más duras enseñanzas.
Tengo mucho qué agradecer y a quiénes agradecer. La vida estos días se me ha mostrado en muchas facetas, con todos sus matices, con todas sus bellezas. Nada más grande que abrazarla, gozarla, vibrar con ella.
A todos los que están y han estado cerca, y a mis lesson givers: Gracias.
¡Hasta la próxima!