Las cosas buenas que parecen malas

19 de Abril de 2024

Juan Antonio Le Clercq
Juan Antonio Le Clercq

Las cosas buenas que parecen malas

La Presidencia apuesta por convertir el 4º. Informe de Gobierno en su relanzamiento político. Última oportunidad para intentar mejorar la imagen de un gobierno hundido en el descrédito, de recuperar algo del capital político despilfarrado en escándalos y omisiones. Lo cual luce francamente complicado, demasiado tarde para quien es tal vez el Jefe de Estado más impopular de nuestra historia reciente.

Los estrategas presidenciales han apostado por un enfoque que ya han intentado y no ha funcionado antes: convencernos de que las cosas están mejor de lo que queremos reconocer, que los escándalos son problemas de percepción que no permiten apreciar los grandes logros del gobierno, que “lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho”. En otras palabras, Ya chole con tus quejas, que los pensamientos pesimistas y los escenarios catastrofistas “nada nos alimenta ni ilumina el corazón”.

¿Cómo piensan convencer esta vez a los ciudadanos? Destacando reformas, resultados y todas las cosas buenas alcanzadas; dialogando con los jóvenes, tal el sector que más rechazo ha manifestado hacia Peña Nieto desde la campaña de 2012; y respondiendo con un ejército de fieles a cualquier agravio” contra el Presidente. Todo aderezado con una sobredosis de spots y primeras planas muy optimistas.

Pero la terca realidad se obstina en mandar cielos grises de tormenta y los ciudadanos siguen sin querer aplaudir. Tres escándalos (más lo que se acumulen en las próximas semanas) abollan la fiesta del optimismo del 4º. Informe: The Guardian evidencia el conflicto de interés involucrando a Angélica Rivera; la CNDH documenta la responsabilidad federal en ejecuciones extrajudiciales en Tanhuato; y Carmen Aristegui revela que el Presidente plagió su tesis de licenciatura, lo que es ratificado por la Universidad Panamericana a pesar de no poder sancionar el “acto consumado”. Tres nuevos escándalos, con impacto internacional, que habrían sacudido hasta los cimientos a otros gobiernos y producido renuncias y despidos, pero que aquí han quedado en explicaciones evasivas, justificaciones superficiales y llamadas a ver las cosas buenas.

El problema es recuperar la confianza ciudadana cuando la palabra presidencial se ha devaluado más que el peso frente al dólar. Para reconstruir la credibilidad no es suficiente con pedir perdón o modificar los formatos del Informe, se requiere de más responsabilidad y menos impunidad.

A pesar de todos los esfuerzos en la planeación del Informe y de las cascadas de recursos que se despilfarran y se van a seguir despilfarrando en comunicación social, me parece que los últimos dos años de este gobierno veremos a un Presidente cada vez más débil, asolado por el escándalo, rebasado por los problemas y condenado a la irrelevancia en el marco de la sucesión presidencial.

Twitter: ja_leclercq