“Estábamos esperando a que nuestros profesores llegaran y nos hablaran en la asamblea cuando oímos una gran explosión”, dijo el estudiante Ibrahim Adamu.
En la mañana del lunes 10 de noviembre un hombre disfrazado de estudiante perpetró un ataque suicida en la escuela secundaria especializada en ciencia y tecnología de Potiskum, en el este de Nigeria. 48 víctimas perdieron la vida, la mayoría estudiantes. A las 7:50 afuera de la oficina del director donde los jóvenes se reúnen para los discursos matutinos, la back pack del hombre exploto.
Boko Haram no ha reivindicado, la autoria pero es el principal sospechoso. Sus objetivos son los niños y jóvenes. Boko Haram ataca escuelas. Varios son los ejemplos en este 2014:
Son los sospechosos de matar, el 25 de febrero, a 43 estudiantes en el estado de Yobe; de haber hecho lo mismo el 27 de febrero con 25 personas en una escuela cristiana en Shuwa.
Son el grupo que raptó a las 276 niñas del internado en Chibok.
Se les atribuye la explosión de una bomba el 23 de junio donde murieron 8 personas en una escuela en Kano y la del 17 de septiembre en el Campus del Instituto Federal de la Educación Superior donde perdieron la vida 13 estudiantes.
“La educación occidental es un pecado”, dice su nombre. Lo dicen sus bombas y la sangre que derraman. Lo dicen sus mensajes y sus objetivos. A Nigeria la amenaza el terror y una guerra contra el estudio y el saber. Una guerra que militarmente quizás esté perdida y que se salva si quedan algunos que sigan pensando que estudiar sirve de algo.