Centrándonos en el tema del conflicto territorial, muros y otro tipo de barreras, llevan dividiendo poblaciones enteras a lo largo de la historia. Han sido erguidas con la finalidad de proteger y delimitar zonas estratégicas. Las consecuencias han sido claras no sólo para las sociedades, sino que también para los ambientes naturales que, en algunos casos, fueron completamente destruidos. Por eso me gustaría que Donald Trump pensara un poco más sobre las consecuencias que puede tener levantar una de las barreras más significantes entre México y Estados Unidos. No sé si se ha puesto a pensar en el ecosistema desértico y las afectaciones que tendría en la reproducción del correcaminos, pumas, borregos cimarrones, ocelotes (del que sólo quedan 50 ejemplares) y hasta del cactus saguaro. De que se interrumpiría la polinización y los ríos podrían verse afectados y causar inundaciones.
Los precedentes lo confirman. La Gran Muralla China que se extiende 6 mil 400 kilómetros y es visible desde el espacio exterior, ha impactado el desarrollo social y ecológico de China. Se construyó en el periodo de los Reinos Combatientes para defender las fronteras y con el tiempo se fue modificando para unir a China y para mantener fuera a los invasores (mongoles y manchúes). Los estragos van más allá de lo militar. Se crearon diferencias sociales permanentes debido a las antiguas divisiones entre la estepa pastoral vecina y los que vivían dentro de China. También ha causado una diferenciación genética entre las especies vegetales que habitan a cada uno de sus lados. Pasa lo mismo con los animales. En la carretera de Ventura, California, se demostró que el límite artificial afectó la migración animal y, como consecuencia, produjo una diferenciación genética.
Nombraré algunos de los casos que terminaron mal:
- El cerco de Dingo (5 mil 320 kilómetros) en el sureste de Autralia, fue construido para proteger las ovejas que pastaban ahí. Consecuencias: casi pierden todas las ovejas.
- La pared de lodo con un laberinto de púas (2 mil 897 kilómetros) que se encuentra en la frontera entre la India y Pakistán, está diseñada para mantener a la población india a salvo de los guerrilleros pakistaníes. Consecuencias: Limita el acceso a los agricultores indios y trastornó los patrones migratorios de osos y leopardos, los cuales ahora atacan a las aldeas para comerse a la gente.
El Muro de la Margen Occidental, construido por Israel como una medida de seguridad entre Palestina y su país, se volvió una represa después de siete días de fuertes lluvias. El agua se mezcló con contaminantes y hasta con aguas residuales, y estuvo estancada por tres días, ya que Israel se negaba a abrir las puertas. La inundación destruyó las cosechas (única fuente de ingreso de la gente) y ocasionó aproximadamente 330 mil millones de dólares en daños. En 2006 comunidades agrícolas fueron transformadas en una sentina de contaminación y los granjeros enfrentaron la ruina de las tierras y de su economía. Pero el problema va más allá, ya que la construcción del muro está en territorio disputado. Algunos lo consideran como una nueva frontera, lo que provoca el enojo de los palestinos, ya que el agua potable queda del lado de Israel y lo sienten como una amenaza para la economía.
Los muros que han marcado la historia muestran lecciones que deberían entender quienes definen y defienden el muro fronterizo entre México y Estados Unidos. Todo muro construido ha dado la evidencia de la catástrofe y el desorden que provoca a nivel político, social y ecológico porque tiene la capacidad de dividir y de destruir.
Yo quisiera que Donald Trump al pensar en esto, pensara más.