Lo sabían hace 16 años

25 de Abril de 2024

María Idalia Gómez
María Idalia Gómez

Lo sabían hace 16 años

Con la llegada de Vicente Fox a la Presidencia, los supuestos bríos de cambio llegaron a la entonces Secretaría de Contraloría y Desarrollo Administrativo (Secodam) -ahora Secretaría de la Función Pública (SFP)- de la mano de Francisco Barrio Terrazas, quien desde el inicio de su gestión aseguró que iría tras “los peces gordos”.

Tenía la oportunidad para investigar a los funcionarios corruptos, fuera por la acumulación de riqueza, por contratos amañados hechos en el pasado y en la nueva administración. Para entonces la dependencia ya contaba con una base de datos importante que integraba las declaraciones patrimoniales de los servidores públicos, de quienes se podría revisar su evolución patrimonial, por ejemplo. Lo mismo que bastante información acumulada de los convenios de la administración federal.

Parecía que iba en serio. Además, era el partido que había sacado al PRI del poder y que enarbolaba como principio la honestidad. Como parte de la Subsecretaría de Atención Ciudadana y

Normatividad, en 2002 se creó un área nueva que denominó Dirección General de Información e Integración y que en poco tiempo se constituyó como área dependiente de forma directa del secretario.

Por su nombre parecería una oficina cualquiera, pero no era así. Funcionarios especializados en tareas de inteligencia se incorporaron a esa Dirección e integraron un equipo de trabajo con algunos de los contralores que preseleccionaron, utilizando métodos del Centro de Investigaciones en Seguridad Nacional (Cisen).

Uno de los métodos que utilizó este equipo para sus investigaciones fue infiltrar a exagentes de campo del Cisen en algunas dependencias, como el IMSS, Pemex y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, por ejemplo.

Su tarea: descubrir cómo operaba la corrupción al interior de esas instituciones. Para ello se elaboraron varios documentos que mostraban la red que integraban, funcionarios, y representantes de empresas.

Dos casos. El primero se detectó en el IMSS: descubrieron cómo se repartían los contratos en el área de administración junto con un grupo importante de proveedores de fármacos e insumos médicos para que a todos les tocara. Aunque todos competirían en las licitaciones, únicamente para aparentar, sabrían que alguno ganaría la dotación de jeringas, otros el de paracetamol y otro el de gasas, por ejemplo. Además, las licitaciones se lanzaban considerando cantidades del producto que sólo grandes compañías o intermediarias podrían conseguir, lo que en automático eliminaba a competidores.

Los pagos de las empresas por estos beneficios, a las áreas administrativas del sector salud no era fácilmente localizables. No estaban a nombre de su familia ni de colaboradores cercanos, tampoco transitaban por el sistema financiero llamando la atención. El esquema era sofisticado.

Segundo caso. El Sistema Postal Mexicano (Sepomex) poco a poco se deterioró, en realidad lo dejaron morir. Los investigadores descubrieron que los directivos crearon sus propias empresas de mensajería, le pagaban algo de dinero a algunos empleados para que enviaran a sus empresas a los clientes y así cobrar el servicio. Sin embargo, como sus compañías eran de papel, en realidad utilizaban los servicios de Sepomex.

El descubrir los casos entre 2003 y 2004 no sirvió de nada. Lo que se hizo con la información de inteligencia obtenida nunca se convirtió en una acusación penal. Se usó para otro propósito, para que un buen grupo de los nuevos funcionarios panistas o foxistas ocuparan los lugares de los servidores públicos corruptos y continuaran con la operación, sólo cambiando de rostro.

Es decir, con los gobiernos del PAN, las entrañas de la corrupción no se extirparon. Fue más fácil desintegrar y casi perseguir a varios de ese equipo de trabajo para dejar todo igual. El área de Información e Integración aún existe, pero su trabajo nunca fue igual.

Si el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no trabaja con información de inteligencia y la conoce a la perfección; no sólo no romperá la médula de la corrupción institucionalizada, quedándose en la epidermis, sino que podrán engañarlo funcionarios de su gobierno de frágiles principios.

@Gosimai