Los días por venir

25 de Abril de 2024

Luis M Cruz
Luis M Cruz

Los días por venir

elecciones

El factor “independiente” ha hecho que la situación se adelante y el horizonte de la sucesión presidencial domine la marcha de los acontecimientos políticos.

1. Los días por venir.

Como suele suceder al concluir una jornada electoral, los diferentes actores políticos, económicos y sociales realizan lecturas de los resultados que les permitan orientar y tomar las decisiones en los días por venir. En este sentido, los analistas y liderazgos interpretan lo acontecido y se posicionan para lo que sigue.

Sin embargo, en la coyuntura mexicana, un primer problema que precede al análisis, es que “lo siguiente” se adelantó radicalmente; en este caso, “lo siguiente” es algo que no debiera ser tan inmediato porque tiene efectos hasta dentro de tres años, como es la sucesión presidencial.

Todos, todos los analistas de lo que hablan es de la sucesión presidencial, que, por otra parte, inevitablemente se ha vuelto un tema debido a los “destapes” o lanzamientos anticipados de varios anticipados así como por el efecto que en el imaginario público produce la irrupción de las candidaturas independientes como una opción viable para abrir el sistema político. Sin duda, las candidaturas independientes habrán de brotar como hongos, iniciando la ronda el astronauta Rodolfo Neri Vela.

Volviendo a las lecturas de las elecciones, la primera es la que deriva de la percepción presidencial. Tras los resultados en los que se perfilaron no tan malos números para el partido gobernante y la coalición que le respalda, la alegría presidencial fue evidente. Se le vio al Presidente Enrique Peña muy alegre y confiado en la gira a Europa, pues pudo ir con un discurso vigoroso que le saca del año terrible precedente, para evitar que se hablara sólo de Iguala, Tlatlaya, los affaires inmobiliarios, la caída de popularidad, la percepción social o la tremenda inseguridad como el contexto en el que se mueve México y su gobierno, sino sobre uno de vigor democrático, en el que es posible hacer que algunos problemas se conviertan en oportunidades si se saben manejar bien.

En este sentido, el discurso presidencial para hacerse del triunfo electoral como un respaldo para las reformas estructurales que ya estarían dando frutos perceptibles en la economía familiar, así como la decisión de participación de la sociedad en elecciones libres y competidas, en donde hay candidaturas independientes exitosas (la gran novedad electoral), alternancias en varias entidades y respaldo a la coalición gobernante con una cierta complejidad y sofisticación en la distribución del voto, que no crea una mayoría hegemónica sino que, en refrendo de la pluralidad, obliga a las distintas fuerzas políticas a negociar y llegar a acuerdos de “suma positiva” en donde algunos ceden algo a cambio de que una causa común también gane algo.

Aún en el caso de la victoria de “El Bronco” Jaime Rodríguez, el resultado le obliga a negociar e integrar un gobierno en la pluralidad, pues en sí mismo él no tiene diputados o alcaldes propios, sino sólo obtendrá los que pueda acercar, incluida una relación directa que ya fue perfilada con el Gobierno Federal.

Hay hasta quienes le atribuyen excesivo maquiavelismo al sistema político, como para haber hecho de los resultados algo suficiente para sacarle de la gran crisis de credibilidad que le ha afectado. Al final del camino, es para lo que ayuda el vaivén de la democracia: hacer de las derrotas, triunfos en la gobernanza.

Lo que es indudable es que el resultado le permite al Gobierno Federal retomar el sendero de la política, para lograr relanzar una segunda etapa en la administración del Presidente Peña Nieto. Es posible que entonces sus opciones sean dos: acomodarse con el resultado y seguir esencialmente con el equipo con el que ha gobernado hasta ahora; o bien, anticipar la ola antipartidos y ciudadana que se avecina, para transformar el gobierno y posicionarse en una sucesión presidencial en la que podría no tener todos los hilos en la mano, sobre todo porque las candidaturas independientes, ya se vio, se pueden construir desde fuera del círculo mediático y de intereses que ha funcionado hasta el momento.

2. Visión de los partidos.

Para los partidos, más allá de la distribución de cargos de representación que, evidentemente, beneficia al PRI, el resultado neto es un castigo para el tripartidismo tradicional, pues los tres partidos mayores vieron reducirse sus parcelas de votantes, en tanto que los minipartidos incrementaron su cosecha con excepción de los dos que perdieron su registro al no computar al menos el 3% de la votación efectiva, como son el PT y el novísimo Partido Humanista.

El PRI tiene con qué sostener un discurso de la victoria, pero su votación se redujo en dos y medio millones de sufragios, reduciendo también ligeramente el número de sus diputados y, en el caso de las nueve gubernaturas en disputa, logró cinco, mantuvo tres de las que tenía (con holgura sólo en Campeche, y apenitas, San Luis Potosí y Colima) y vivió alternancias en Sonora y en Guerrero, perdiendo Querétaro y Michoacán por tremendo knock out. Ya no es, ni con mucho, el partido que solía ser, tampoco parece ser un partido que podría, por sí solo, conducir una transición ordenada del poder o competir en las elecciones presidenciales con gran ventaja. Es, más bien, un partido asediado, en riesgo en cualquier momento de volver a vivir la alternancia.

Es en el manejo de la coalición gobernante en donde le mejora el panorama, pues en asociación con los diputados de sus socios, del Partido Verde y del Partido Nueva Alianza, podrá sostener una bancada con mayoría absoluta, que es la que puede garantizarle cierta tranquilidad al Gobierno de la República para pasar los proyectos legislativos que no requieran reforma constitucional. Por otra parte, el presidente del CEN, César Camacho, se perfilaría para liderar a los diputados del PRI, considerándose al también electo Jorge Carlos Ramírez Marín al frente de la bancada o al experimentado Enrique Jackson con similares posibilidades.

En lo que respecta al PAN, el partido se sostiene en los números del Congreso pues tendrá también una bancada muy similar a la que tuvo en la actual, ganó en dos gubernaturas (Baja California Sur y en Querétaro), mantiene una disputa jurisdiccional por Colima y, en el caso de Nuevo León, le ha ofrecido a “El Bronco” ser el partido cogobernante. Sin embargo, en lo que cuenta para la elección presidencial, que son los votos, el porcentaje panista se redujo sensiblemente, al perder 2.2 millones de votos ostentando un menor porcentaje al que tenía, quedando ahora con el 20.8% de la votación efectiva.

Así es como el “Presidente Madero” dejaría la dirección nacional del PAN, en manos presumiblemente de Ricardo Anaya, para asumir –si el joven Anaya le nombra—la coordinación de los diputados azules.

La interpretación de los resultados hizo aflorar de inmediato la disputa interna del PAN, al propulsar al calderonismo a disputarle la joya de la corona, que es la candidatura presidencial para la esposa del ex presidente, Margarita Zavala, e hizo surgir también, dada la presión del contorno societal, las aspiraciones del aún gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle. Indudablemente, el factor “independiente” ha hecho que la situación se adelante y el horizonte de la sucesión presidencial domine la marcha de los acontecimientos políticos. La mayor fuerza de Zavala no reside en el partido sino en las relaciones que su marido le puede trasladar; al momento, se cuenta casi una centena de entrevistas en diferentes medios nacionales y del extranjero, buscando crear un movimiento que obligue al grupo de Madero a abrir el juego interior.

Del PRD, ni qué decir. Morena lo tumbó al suelo y lo puso en la ruta de su desensamble. El PRD perdió 1.6 millones de votos, en tanto que Morena ganó 2.9 millones, más de los que perdió el PRD. El PRD se ubica entonces todavía como tercera fuerza con el 10.8% de los votos, siendo para Morena la cuarta posición con el 8.3% de los mismos. No obstante que el PRD pudo ganar Michoacán, perdió Guerrero (¿algún día lo tuvo?) y perdió también la mayoría en el Distrito Federal, en donde Morena le arrebató cinco delegaciones y la mayoría simple en la Asamblea Legislativa, lo que pone en un predicamento al “ciudadano” jefe de Gobierno, Miguel Angel Mancera, quien por vez primera en los últimos 17 años, tendrá que construir una coalición gobernante con lo que queda del PRD y quizás, el PRI y el PAN para buscar contener el creciente peso de Morena.

Por lo pronto, esta situación también orilló al jefe de Gobierno a anunciar su aspiración como aspirante ciudadano para el 2018.

Después de esto, vienen las ganancias para los partidos más pequeños, más allá del fenómeno representado por Morena en su debut como partido político al colocarse como cuarta fuerza electoral nacional sobre todo por haber fracturado a su alma mater. El Partido Verde, que resintiera el feroz antagonismo del INE y de los partidos políticos excepto el PRI para contenerle y reducirle en el porcentaje de votación que se perfilaba a partir de una agresiva campaña promocional, obtuvo la quinta posición con 2.45 millones de votos, el 7.1% de la votación nacional efectiva, lo que le permite hacer crecer su grupo parlamentario y nutrir la estabilidad de la coalición gobernante.

Al Movimiento Ciudadano le funcionó bien la pesca de candidatos, sobre todo en Jalisco, en donde Enrique Alfaro le aseguró la obtención de 2.1 millones de votos, el 5.9% del total, casi el doble de lo necesario para asegurar el registro nacional. Es por ello que Dante Delgado ha dicho que no buscaría una alianza con otro partido en 2018, sino que seguiría estableciendo alianzas con la sociedad, es decir, profundizar el “efecto Alfaro”.

Para el PANAL y el Partido Encuentro Social serían los otros remanentes electorales, que les permitirán influir también, según se ve, en la estabilidad de la coalición gobernante.

Como izquierda, de haber permanecido unidos el PRD, el desprendimiento de Morena y en coalición con MC, habría sido el 25% de la votación nacional efectiva, lo que le habría significado ser la segunda fuerza política nacional, muy en línea para disputar el 2018 al PRI. Ese es el objetivo que se ha planteado el señor López, el mítico “Peje”, el capitalizar la identidad de “la verdadera izquierda” para alcanzar a la tercera, la anhelada silla presidencial. Es ahí también en donde pudiera ser, maquiavélicamente hablando, que la emergencia de una candidatura independiente le hiciera naufragar también por tercera ocasión.

El riesgo es que los independientes, ya se vio, canalicen de mejor manera la inconformidad y el descontento nacional sin estar expuestos durante tanto tiempo al desgaste del poder. Es por ello que una candidatura independiente es un desafío inédito al sistema de partidos pero también para el señor López, quien no podría aspirar ya en solitario a concentrar las expresiones de descontento.

3. Nuevas reglas en la sucesión presidencial.

Ante lo acontecido, pareciera evidente que la sucesión presidencial se jugará con reglas inéditas, que con mucho no podrán ser las tradicionales “no escritas”. Quienes aspiren a una nominación, estarán visibles todo el tiempo, sometidos al permanente y duro escrutinio al que obliga la transparencia, la exigencia y la ubicuidad de las redes sociales.

Los cuatro aspirantes ya visibles, más un par que los medios le han sumado, constituyen el elemento de presión más formidable para el manejo de la sucesión presidencial en el vetusto edificio priísta, tradicionalmente cohesionado en torno al Presidente de la República. Se ve muy complicado que la regla de obediencia y disciplina pueda ser hoy observada como solía hacerse, pues quienes pueden ser ya están a la vista y la opinión pública no pide permiso para someterlos a escrutinio.

Abiertamente, han manifestado su aspiración, por la derecha, Margarita Zavala y el gobernador Rafael Moreno Valle, en tanto que Gustavo Madero también es perfilado en los medios sin que exprese una voluntad explícita al respecto. Por la izquierda, estaría la aspiración de Miguel Angel Mancera y la disposición por tercera vez del proverbial señor López. En el plano societal, figura el astronauta Rodolfo Neri Vela, así como la inclusión mediática e inercial de “El Bronco” Jaime Rodríguez.

En el lado institucional, de inmediato la opinión pública visualiza a los titulares de Gobernación y de Hacienda, Miguel Angel Osorio Chong y Luis Videgaray, así como la inclusión en todas las combinaciones del coordinador de los diputados del PRI, Manlio Fabio Beltrones, quien muy pronto habrá de concluir su actual encomienda en la Cámara Baja, realizada con una eficiencia más que encomiable.

Sin duda es aún muy pronto como para anticipar los efectos que esta vorágine habrá de producir, pero lo que parece cierto es que la sucesión presidencial no podrá jugarse con las reglas de antaño, sino que habrán de innovarse de alguna manera para permitir que quienes aspiren, puedan hacerlo sin afectar la gobernabilidad y la conducción de las políticas públicas. A pocos puede convenir que se hable ya de que el gobierno pierde gobernanza porque se desató la cuestión de la sucesión.

Quizá quepa considerar no sólo el establecimiento de reglas claras, como que quien juegue no podrá estar en el gobierno (aún cuando la exclusión no será respetada por las oposiciones) o bien establecer una normativa en el Instituto Nacional Electoral que le permita romper la camisa de fuerza legal de “lo estrictamente permitido” para poner una moratoria y considerar como actos anticipados de campaña el que los aspirantes construyan opciones con tanta antelación al inicio del proceso electoral federal en el sentido formal. En este sentido es obvio y claro que quienes están externando una posición para ir en búsqueda de la Presidencia de la República, están realizando actos de proselitismo buscando respaldo para sus aspiraciones. Esto, o se abre o se controla.

4. Temas inmediatos.

En lo inmediato, vienen:

  • La conclusión formal del proceso electoral federal intermedioasí como los locales, mediante la declaración de validez o nulidad de la elección por las autoridades jurisdiccionales respectivas, siendo el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación la instancia última e inatacable al respecto.

  • La fiscalización de gastos de las campañas, que concluiría el 13 de julio, y el desahogo de las impugnaciones por los tribunales electorales, que a más tardar debiera concluir el 6 de agosto.

  • La renovación del CEN del PRI, al concluir el periodo interino del Dr. César Camacho, quien cubriera el cargo que quedó vacante tras la renuncia de Humberto Moreira. En ese sentido, el dirigente ha señalado que hacia mediados de agosto hará de convocarse a un Consejo Político electivo, que habrá de elegir al nuevo Comité Ejecutivo, al que han externado su aspiración el diputado Manlio Fabio Beltrones y al que los medios agregan la competencia del titular de Agricultura, Enrique Martínez y Martínez así como del coordinador de los senadores del PRI, Emilio Gamboa Patrón.

  • La integración de la LXIII Legislatura.El INE ha dado a conocer lo que podría ser la próxima distribución de las bancadas, siendo el PRI nuevamente el grupo mayor con 203 diputados; 108 para el PAN; 56 para el PRD; 47 para el PVEM; 35 para Morena; 26 para el Movimiento Ciudadano; 10 para PANAL; 8 para el Partido Encuentro Social; 6 de mayoría relativa para el PT (que tendría diputados sin tener registro de partido) y uno para el independiente Manuel J. Clouthier.

En esta probable configuración, a reserva de lo que finalmente determinen los tribunales electorales al resolver las impugnaciones, la coalición gobernante podría llegar a integrar hasta 268 diputados (PRI+PVEM+PANAL+PES). La funcionalidad de la coalición gobernante habrá de depender, en buena medida, de la personalidad y capacidad de liderazgo de quien resulte ser el coordinador de los diputados del PRI. ¿Lo será César Camacho? ¿Jorge Carlos Rodríguez Marín? ¿Enrique Jackson?

  • Elaboración, entrega por escrito y presentación pública del III Informe de Gobiernodel Presidente Enrique Peña Nieto. Quizá nunca como ahora el país podrá estar expectante del mensaje político presidencial, por lo que se esperaría fuera el golpe de timón necesario para fundamentar un cambio de rumbo y una renovación del Gobierno para llevar a buen puerto tanto la implementación de las reformas estructurales, que es lo que el mundo y la sociedad aguardan, como el manejo debido a la sucesión presidencial, que difícilmente podría no considerarse en lo inmediato.

  • Elaboración y presentación del proyecto de Ley de Ingresos y Presupuesto de Egresos de la Federación para el ejercicio fiscal 2016. Nada será más futurista ni más determinante que este proyecto, que considera no sólo una reorientación fiscal dada la persistente reducción de los ingresos petroleros y el continuo llamado de los empresarios para establecer alivios a lo que consideran excesiva presión fiscal (sobre todo por las inflexibles reglas de consolidación y de acreditación de deducibles, incluida la depreciación acelerada de activos) como también por el debut de la técnica del “Presupuesto Base Cero” que implicarán una manera distinta de distribuir el gasto con las consecuentes afectaciones que esto podría tener, en donde hará, ni qué dudar, ganadores y perdedores.

  • Comparecencias.De ahí que, consecuentemente, también como nunca, la glosa del III Informe Presidencial se convertiría en una pasarela anticipada de posibles aspirantes a la candidatura presidencial del régimen, que miraría en las comparecencias de titulares del Ejecutivo Federal la posibilidad de medir la talla y talante de quienes pudieran ser considerados como precandidatos considerados del partido gobernante para la sucesión presidencial.

5. La terca realidad económica.

Ni modo. La economía no sabe de diseños, sólo que las cosas podrían ser siempre peor de lo que se esperaría.

La economía mexicana sigue siendo evaluada a la baja, lo que en sí mismo es una mala noticia, pero que, sin embargo, vista en el contexto, no lo es del todo: México no crece tan rápido como sería deseable ni acorde a los pronósticos, que habían sido conservadores, pero sigue creciendo en un entorno global en donde todos los países se han desacelerado, incluidos los poderosos Estados Unidos, que han debido reevaluar sus expectativas hacia el 2.5% de un 3% inicialmente considerado.

De ahí que las mediciones en torno al desarrollo previsible de nuestro país han caído ya un punto del PIB en promedio, previendo los más escépticos que pudiera irse inclusive hacia la zona del 2%. Ello, en virtud de que persisten varios grandes riesgos:

  • El bajo precio del petróleo por un periodo largo de tiempo, que le ubicaría este año en unos 60 dólares el barril y un máximo de 70 dólares dentro de cinco años. En este sentido, los Estados Unidos son hoy el país que produce más petróleo que nadie en el mundo, superando a Arabia Saudita y Rusia, debido sobre todo a la explotación de los recursos shale, que han sido golpeados por los bajos precios pero que a 60 dólares, siguen siendo una opción de mediana rentabilidad (cuesta unos 40 dólares extraer un barril de este crudo).

  • La caída, lenta pero constante, de la producción petrolera nacional. La activación de otras alternativas de inversión mediante la inversión privada con motivo de la reforma energética, así como el desarrollo de las cuencas shale (que ni siquiera han empezado a licitarse) confirman el declive de la producción petrolera mexicana, que se mueve hacia los 2 millones de barriles diarios. Si bien Pemex ha anunciado nuevos campos, éstos tomarán aún varios años para entrar a producción; con los que actualmente tiene, la producción está simplemente declinando.

  • La desaceleración del crecimiento mundial, pero sobre todo, la reducción de la tasa de crecimiento de la economía norteamericana, nuestro principal mercado de exportación, que ha sido afectado por la guerra del petróleo y visto reducirse hasta en 7% la producción manufacturera, que le sitúa en una situación de virtual paro técnico. El superdólar, asimismo, encarece las exportaciones norteamericanas, restándoles competitividad.

  • La inminente elevación de la tasa de referencia de la Reserva Federal norteamericana, hacia el tercer o cuarto trimestre del año, en un cuarto de punto inicial y hasta un punto porcentual, que ha dicho el Secretario de Hacienda, elevará de inmediato el costo de la deuda mexicana (que ha crecido desde la época de Calderón a casi el 40% del PIB) y también encarecerá otros créditos de importación y exportación.

  • El petróleo no es ya nuestra principal fuente de divisas; lo es en cambio el turismo, el cual es afectado por la percepción que se tiene sobre la seguridad pública en nuestro país. Si bien este factor no tiene un efecto indeseado en el flujo de inversión extranjera directa, sí lo tiene en la elección que hacen los paseantes a la hora de vacacionar. Qué bueno que la principal zona de afluencia, que es el caribe mexicano, no se encuentra aún sensiblemente afectado por la violencia, que sin embargo causa estragos en las costas del Pacífico, señaladamente en Acapulco Ixtapa-Zihuatanejo y Puerto Vallarta, casi desahuciados como boyantes destinos turísticos.

  • El manejo de la corrupción. La corrupción y su socio, la impunidad, le sigue aún costando al país entre el 10 y el 15% del costo total de las transacciones económicas. Si bien se ha realizado la reforma constitucional del Sistema Nacional Anticorrupción, aún está por legislarse el paquete secundario que le permitirá funcionar, que podría implicar cambios o expedición de hasta 25 leyes, cosa que podría tomar al menos un año más. Si se quisiera tener un efecto plausible, lo que convendría al Gobierno Federal es asumir medidas ejemplares, sujetando a proceso los casos más notorios ante la opinión pública: en Sonora, el todavía gobernador Guillermo Padrés; en Nuevo León, el caso Rodrigo Medina; en el Distrito Federal, Marcelo Ebrard; y en Jalisco, el caso muy similar al de Nuevo León que afecta al gobernador Aristóteles Sandoval, por lo menos.

Cabe señalar el efecto que está teniendo, por ejemplo, el proceso en los Estados Unidos del ex gobernador Eugenio Hernández a quien se le involucra en el delito de lavado de dinero, a quien se le asocia insistentemente con el otro ex gobernador procesado allá, Tomás Yarrington.

Sería el momento para que la justicia mexicana asuma un rol ejemplar y no espere, otra vez, a que desde fuera le impongan los parámetros.