Francisco Pazos
Era su primer día como secretario de Relaciones Exteriores. Fue jueves y tan sólo tenía unas horas de haber llegado al edificio de la Plaza Juárez y conocer su nueva oficina en el piso 22. No necesitó más tiempo. Su oficina pidió a mandos medios y superiores que pusieran en el escritorio su renuncia, petición que extendió a una parte del equipo de apoyo de su despacho, del área jurídica y administrativa.
El nuevo canciller, que ese mismo día, en su primer discurso aseguraba que llegaba “con humildad” y reconocimiento al arrancar un camino de aprendizaje, al tener las renuncias de los funcionarios le permitía operar de inmediato el cambio para acomodar a su equipo de confianza y después decidir si ratifica a alguno de los subsecretarios, tres de ellos diplomáticos de carrera.
Así el ritmo natural de la política exterior mexicana continuó. La reunión que cada año se celebra con el cuerpo diplomático sólo prolongó unos días la incertidumbre sobre el destino de los subsecretarios Miguel Ruiz Cabañas Izquierdo, de Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos; María del Socorro Flores Liera, de América Latina y El Caribe; Carlos Alberto de Icaza, de Relaciones Exteriores, y José Paulo Carreño King, para América del Norte, quien es el único que no tiene carrera diplomática, pero es el más cercano al grupo del presidente Enrique Peña Nieto.
›Así fue como Luis Videgaray regresó al gabinete y mostró su fuerza. Lo hizo por una puerta que le permite estar cerca del Presidente, de quien tiene toda su confianza y de allí su poder e influencia. Llegó con la capacidad de mover y acomodar a embajadores y cónsules, algo que ninguno de sus antecesores, ni el secretario de Gobernación tuvo a su alcance.
También con el nuevo canciller comenzó la cuenta regresiva para que México llegue a su cita con Donadl Trump. El tema de su agenda que es prioritario. “El reto es enorme, las amenazas ahí están”, advirtió VIdegaray en la Reunión Anual de Embajadores y Cónsules, a quienes ordenó que identifiquen nuevos canales comerciales.
En estos días, con el arribo de Videgaray al gabinete, hay una frase que resuena entre el cuerpo diplomático mexicano y los pasillos políticos, aquélla que el presidente Peña Nieto soltó en septiembre de 2016: “Llegará el tiempo en que se comprenda cada decisión tomada”.